Nacidos en la Mafia (#6 Hijos de la Mafia)

5. Un amigo Preocupado

Beatrice:

—¿Dante?.—Hago la pregunta, observo las tres tazas de café expreso preparadas por Gabriella sobre la mesa de su cocina.

Tres tasas, no cuatro.

—Se fue en la madrugada, él es un ninja al desaparecer.—Dice y acerca la taza a sus labios, saborea y sopla, vuelve a tomar de ella.

Gabriella me ofrece lo que hay en la panera.—¿Croissant?

Fuerzo una sonrisa y rechazo su amabilidad, ella deja la panera y coge el Croissant, lo hunta en el expreso.

—Creí que Dante se quedaría.—Comento.

—Yo también.

Suspiro y tomo de mi café al verla a ella hacerlo de nuevo.

—Al menos ustedes se divirtieron mucho anoche.

Gabriella casi se atora con su expreso, con una sonrisa le ofrezco el papel de cocina que también está sobre la mesa donde tomamos desayuno, Gabriella tose y par de veces y lo recibe.

—¿Escucha...

—Todo el tiempo.—Bebo de mi café.—No te culpo, es tu casa y yo solo soy la visita aquí, además, agente... dijiste que no lo viste hace dos meses.

Ella abre los ojos.

—Si yo no viera a mi hombre en dos meses, estaría toda la noche igual que ustedes.

Ella se detiene a observarme.

—¿No tienes un...?

—¿Un hombre? .—Pronuncio al bajar mi café.—Tengo muchos.

Gabriella me observa sorprendida.

¿Acaso es sorpresa?

Ella carraspea.—No esos hombres, sino el "Hombre"

Sonrio.—¿Por qué no me pregunta una vez si me enamorado, Gabriella Rizzo?

Gabriella guarda silencio.

Bajo el café.

—Solo una vez.

Una vez y fue un error.

—¿Y qué pasó con él?

Sonrio.—Creo que es suficiente hasta ahí, Gabriella.

Ella me observa confundida, Ángelo entra a la cocina con una toalla limpiando su cabello.

—Así que se fue.

La espalda de Gabriella se endereza.—Y seguramente volverá en la noche.

Angelo niega con la cabeza.

—Aun no estoy de acuerdo.

—Y a mí me da igual si no lo estas.

Siento la tensión, pero decido ignorarlo mientras bebo de mi café.

(*)