13. Siendo un policía creí que no eras un cobarde.

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Beatrice:

Se utilizar a los hombres.

Lo he hecho muchas veces y solo dos de ellas no ha sido de esa forma, con Adrianno.

Y ahora con Ángelo.

Quería besarlo y así lo hice. Eso es todo.

Para aclararme a mí misma, que me lanzara sobre el agente Marchetti no significa nada, no más que complacer los deseos que una mujer embarazada tiene.

El miedo al rechazo jamás se me cruzo por la mente y porque no era posible, reafirme ese pensamiento cuando él me devolvió el beso.

Las manos de Ángelo Marchetti son duras y ásperas, tan masculinas sobre mi cuerpo, tan fuertes al tocarme y toscas como me gustan, pero sus labios son justo como los imaginaba la noche anterior mientras me acercaba a besarlo.

Me responden con un beso duro y no me da alcance para respirar a menos que ya lo necesitemos, pero su boca se mueve muy bien cuando ya agarra el ritmo y sus manos se aferran a mi cintura, rompo el beso mientras lo hago retroceder y lo llevo hasta el mueble.

Ángelo cae de espaldas y yo me subo en su encima, mientras sus manos se ubican en mi cadera, las mías se sostienen de sus hombros.

Me coge la cara y rompemos el beso, deseo con todas mis ganas otro.

Lo miro a los ojos, los suyos color marrones y llenos de deseo.

Sonrio encantada y coloco las manos sobre su abdomen, sus abdominales están duros ante mi toque y lentamente bajo las manos hasta llegar a su entrepierna.

Ángelo echa la cabeza hacia atrás y sus ojos se cierran, subo la mirada y me detengo sobre su abdomen, la tela de la camisa es delgada, así que tengo una imagen poco visible del tatuaje que note cuando lo conocí y que logre visualizar que empezaba desde la muñeca, ahora es mucho más visible y concluyo que se trata de un dragón que lleva todo su brazo hasta la mitad donde se ubica su esternón.

Sabiduría, fuerza y ​​ libertad

Salgo de mi trance admirando ese dragón y vuelvo a bajar las manos, llego al botón de sus pantalones teniendo los ojos de Ángelo sobre mí.

Pero el me detiene sujetándome ambas muñecas cuando finalmente voy a tomar su erección.

—Suficiente.

No, agente, no lo es.

Me quedo viendo sus ojos y el me suelta.

—Eres mi misión, Beatrice, que eso te quede claro.

—¿Y no es común que te involucres con tu misión?.—Pregunto recordando a Gabriella Rizzo.

—¿Lo dije antes, no? No soy igual que Gabriella.

Ha notado lo que he querido decir.

Mi sonrisa se borra por un momento y él no dice nada, entonces yo vuelvo a sonreír.

—¿Sabes? Siendo un policía creí que no eras un cobarde.

Su ceja se levanta, le he dado donde más le duele.

—Se la pasan hablando mierda sobre nosotros, que no tenemos sentimientos por actuar como lo hacemos, pero hoy me has demostrado que eres prácticamente igual.

—Cuidado con lo que dices, Beatrice.

—¿Hablo algo erróneo?

Él no me da una respuesta, muy obvio.

—Usted, Agente Marchetti, no sabe aceptar cuando algo te ocurre...

Los ojos de Ángelo me examinan.

—Creí que eras diferente.

—Beatrice.

—Pensé que eras valiente para admitir lo que te pasa.—Y conmigo.—Pero Incluso nosotros somos más valientes que ustedes en eso.

Mi sonrisa crece.

—Solo observa a Dante Grimaldi.

Me levanto de su regazo.

—Que decepcionante.—Finalizo y me voy a mi habitación.

Nacidos en la Mafia (#6 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora