~Escapando juntos~

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Las luces se encendían temprano en la mañana. Obligaban a todos a levantarse, higienizarse, vestirse y sacarlos en buen orden para que fueran a desayunar. Era toda una rutina que debía llevarse al pie de la letra. Todos realizaban una labor, ya sea de limpieza o trabajos variados que se otorgaban para que no estuvieran simplemente encerrados en sus celdas.

Tenían solo unos recesos dos veces al día, de no más de media hora. Todo era vigilado por cámaras y guardias armados en lo alto como también caminando por los pasillos o entre los reclusos. Había revisiones semanales al azar, toda la celda se inspeccionaba y eran castigados aquellos que infringían las reglas. Dependiendo el objeto como también acciones, podrían darle unos días en aislamiento.

Había personas muy peligrosas en aquella cárcel, pero incluso habiendo cometido el delito más horrible, no era nadie allí dentro. Los líderes eran quienes controlaban a los nuevos, los tenían bajo sus pies o eran carne fresca para sus desesperados sabuesos, deseosos de cuerpos nuevos.

Pero ellos no eran los únicos perversos o que abusaban de su poder sobre los otros prisioneros. Los guardias eran iguales. Todos buscaban corromper a alguno ya sea con su cuerpo o con dinero. Eran difíciles de identificar aquellos que podrían ser parte o fácil de ceder a las tentaciones. Debía ser un guardia nuevo, nada experimentado o uno falso.

Bokuto llevaba menos de una semana en ese lugar. Era el protector del prisionero de la celda 11, Tsukishima Kei. Su pabellón era donde el rubio se encontraba, se mantenía firme en su lugar, no hablaba con casi nadie, lucía amistoso para los demás guardias, pero serio con los prisioneros.

—¿Eres nuevo? —Preguntó una voz aterciopelada mientras caminaba. Bokuto volteó a verlo, se encontraba apoyado en su celda, apenas asomando su rostro entre los barrotes— Nunca te había visto...

—Ingresé hace una semana...

—No habló de aquí, idiota. Hablo de la banda...—El anterior guardia que tuvo, terminó encamándose con otros reclusos en vez de hacer su trabajo bien. Había hablado con su gente de afuera para que lo cambiaran—

—Llevo más de un año...—Fue la simple respuesta del uniformado que miraba apoyado en la baranda, el otro piso de abajo. "Vigilando".

—Tienes apariencia de novato.

—No lo soy —Gruñó bajo antes de voltear un poco su rostro para mirarlo con el ceño fruncido. Lo vio sonreír, había caído en una tonta provocación.

—Te gusta más la acción, ¿Verdad? Estar en movimiento que encerrado...—Seguía hablando mientras veía al otro molesto. Le daba satisfacción— Yo prefiero permanecer en casa...

—Solo vengo a cumplir ordenes del jefe —Siseo más bajo aún antes de separarse de la baranda para acercarse a la celda contraria— Ya es tarde, a dormir —Ordenó sin necesidad de mirar a un costado, al haber pasado otro guardia que ni le miró.

—Entonces se un buen chico y llévale las pantuflas a tu amo...—Sonrió Tsukishima. Su mano fue rápida al deslizar un papel debajo de la mano de Bokuto, antes de que la posará en uno de los barrotes— Buenas noches oficial...

Detestaba solo quedarse quieto y observar, ser un simple mensajero, cuando podía hacer mejores labores para la banda. Llevaba tarjetas telefónicas a la celda 11, enviaba mensajes que no podían ser dados por llamadas y en todo aquel momento, siempre era exasperado por el recluso.

—¿Por qué eres tan especial para el jefe? —Preguntó un día en lo que el rubio leía un libro tranquilamente en la celda. No podía realizar trabajos forzados por salud, aunque eso era una mentira en el papeleo médico.

30 vidas no es suficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora