~Jugando juntos~

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Estuvo semanas planeando el modo de poder hacer aquella petición. Hace pocos meses había hecho aquel pedido especial y detallado. Creía que tendría todo ideado antes de ir a buscarlo, pero el tiempo pasó muy rápido.

No podía hacer algo precipitado, a su pareja no le gustaría llegar y se lo entregará sin haber ambientado la ocasión. Tsukishima no era alguien exigente en esas cosas, sabía que no le gustaría un show con bailarines, fuegos artificiales o mucho público. Preferiría la intimidad, la tranquilidad y un ambiente acogedor.

Kuroo había propuesto, una cena en un restaurant de primera clase, pero no quería que fuera obvio, que algo traía entre manos. Tsukishima era astuto, además de que no le gustaba derrochar dinero en ese tipo de lugares.

Akaashi sugirió un día de campo, aprovechar que las flores de cerezo pronto abrirían. No era mala idea, pero durante esas fechas, había mucha gente que iría a disfrutar, sería mucho público que haría muy incómoda la situación. No quería quedar plantado, solo y rechazado, en frente de todos.

Vio muchos videos de todo tipo para poder robar una idea, pero ninguna le resultaba interesante. Se deprimía y trataba de no reflejarlo frente a su pareja, que notaba su comportamiento desanimado muy seguido últimamente. Por eso Tsukishima habló con Kuroo y Akaashi.

Una de las maneras para poder animar a Bokuto era con una noche de bebidas y juegos. La otra pareja no dudo en verlo como una oportunidad para ayudar a su amigo, a que pudiera dar aquel paso, con una idea que le fascinó. Algo simple, tal vez torpe, pero era algo similar a su estilo.

Kuroo y Akaashi fueron a ayudar a limpiar el departamento y acondicionarlo para la ocasión. Tsukishima siempre avisaba a su pareja cuando salía del trabajo, pero era el tiempo suficiente para dejar todo preparado hasta que llegara.

—¿Por qué las luces?... —Fue lo primero en preguntar al llegar y ver algo nuevo en su sala. Era bonito como estaban colocadas en la pared, iluminando con sus colores cálidos y no tan brillantes.

—Mi madre me obsequió dos, les traje una. Apenas se las mostré a Bokuto, quiso colgarlas...—Se acercaba Akaashi justificando aquel detalle, ya que Tsukishima nunca dudaba de él.

—Compré unos postres para después, si gustan...—Mostró la bolsa que tenía en su mano y que Bokuto se acercó a ver, pero no sin antes, darle un beso de bienvenida— Iré a cambiarme...

La mesa ratona en medio, era amplia y entraba toda la comida, más las latas frías de cerveza. Empezaron hablando un poco cada uno de sus trabajos, alguna que otra anécdota graciosa para luego, proseguir con algún juego. Tenían cartas, juegos de mesa, videojuegos, pero prefirieron empezar con el Monopoly.

Sorprendentemente, Bokuto fue quien ganó, mientras los demás quedaron en bancarrota.

—No vale, seguramente hizo trampa...—Se quejaba Kuroo, pero Akaashi fue el banco y había ganado de manera limpia.

—Fue un golpe de suerte —Murmuro Tsukishima que separaba los billetes de colores que estaban mezclados, así guardarlo todo de manera prolija.

—Juguemos a otra cosa, el de dibujar y adivinar...

—Se acabaron la última vez y olvide comprar...—Se disculpó el rubio porque había dicho que conseguiría unas nuevas. Ninguno sabía dibujar bien, lo cual volvía ese juego uno de los más divertidos.

—En vez de dibujar, actuar... Hagamos mímica —Opinó Akaashi y obviamente Kuroo y Bokuto estuvieron de acuerdo. Tsukishima asintió, después de todo hubo mayoría de votos.

Los equipos eran ambas parejas juntas. Escribían en un teléfono la película a adivinar y empezaban una vez el cronometro corría. Entre tragos y bocadillos fue divertido como pasaba el tiempo entre risas y adivinanzas de las actuaciones.

30 vidas no es suficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora