~Viaje juntos~

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En las parejas, las diferencias eran completamente. Todos tenían gustos distintos, puntos de vista y opiniones que no concordaban con las del otro, pero no era impedimento para amarse. Aunque a veces, llevaba a discusiones.

-Río de Janeiro -Señalo Bokuto sacando unos folletos- Se acerca el carnaval...

-No, demasiado ruidoso y hace mucho calor -Negaba Tsukishima, viendo otros lugares desde la computadora.

-Canadá -Sacó otro panfleto que tenía la bandera de ese país.

-¿Por qué quieres ir tan lejos? Además, están en invierno -Murmuró sintiendo un ligero escalofrío. Odiaba las temperaturas muy bajas.

-Pero así no iremos a ningún lado. Odias el calor, odias el frío, podemos follar para entrar en...

-Bokuto no seas ordinario...-Le interrumpió viéndole. Su nariz estaba un poco arrugada, pero con sus mejillas sutilmente sonrojadas.

-Kei, al fin tendremos unas vacaciones juntos -Le decía sentándose a su lado, posando su mano sobre la otra- Quiero que sean especiales, pero sinceramente vería aburrido quedarnos encerrados en una casa...

Tsukishima apartó la mirada de aquellos ojos brillantes que le observaban y conocían muy bien. Tenía razón, pero no quería pasarla mal en las vacaciones, no cuando habían puesto tanto esfuerzo en poder ahorrar y coordinar sus días de trabajo.

-Soy aburrido...

-No, claro que no -Negó al instante su pareja, apretando suavemente su mano y sonriéndole- Gustas de probar cosas nuevas y de la tranquilidad. No me molestaría ir a un lugar solo para nosotros dos.

-¿Una cabaña? -Le preguntó volteando a ver la pantalla de la computadora sobre sus piernas.

-¿Nieve? -Le miró pasando su brazo por detrás de su cabeza y rodearlo.

-¿No te parece aburrido?

-Podría enseñarte a esquiar -Sugirió y su pareja, que estaba más apegado a él por su calor, terminó asintiendo.

Juntos empezaron a ver las opciones que tenían y las que ofrecían. Estuvieron un largo rato, no querían algo simple, sino cómodo y en condiciones para disfrutar esas dos semanas que tendrían de vacaciones.

La reserva fue hecha, hicieron sus maletas y partieron hacia su destino vacacional. En el vehículo se turnaron para poder conducir, así descansaban. La temperatura iba bajando y Tsukishima frotó sus manos hasta que Bokuto encendió la calefacción del auto para él.

La cabaña mediana era hermosa y muy hogareña. Perfecta para ellos dos. Había mucha tranquilidad, paz y frío. Les gustaba la sensación que les brindaba, el caminar por el suelo de madera, una vez se quitaron el calzado y se pusieron pantuflas.

Lo primero que hicieron fue encender la calefacción, hacía mucho frío. En pocos minutos se estaba ambientando y ellos acomodando los bolsos en la habitación donde pusieron sus sabanas. Si no fuera porque estaban algo cansados del viaje, habrían terminado haciéndolo en ese momento.

-¡Tsukki, foto!

-¡Kotarou, me voy a caer! -Le regañaba el rubio, que se aferraba a los bastones que estaban clavadas en la nieve. Sus piernas estaban flexionadas y se esforzaba por no caer o deslizarse.

Consiguió estar bien posicionado y miró hacía la cámara, teniendo ambos los googles que había en la cabaña. Tenían todo el equipo para poder ir a esquiar. En la siguiente foto, estaban besándose, en la tercera salieron algo movidos, pero se logró capturar que se habían caído.

-Me congelo, me congelo -Tiritaba Tsukishima al entrar a la cabaña. Habían terminado teniendo una guerra de bolas de nieve- Vamos a la bañera...

-¿Con resultados sexuales? -Preguntó Bokuto sonriendo de lado, mientras sus cejas se alzaban de manera sugerente.

-Con resultados de evitar morir de hipotermia.

La habitación de baño estaba llena de vapor para ellos. En la gran tina entraban cómodos, aunque el rubio mantenía un poco sus piernas flexionadas.

-Estás helado aún...

-¿Por qué será? ¿Tal vez porque alguien, me metió nieve, dentro del traje?... -Acusó girando su cabeza para verlo.

-Lo siento...-Se disculpó riendo, el de cabello bicolor que tenía sus hebras caídas casi sobre su rostro- Pero hey, las risas no faltaron... -Murmuró antes de usar sus manos para juntar agua y dejar que se deslicen por los hombros contrarios.

-Eres un tonto...-Respondió sonriendo sutilmente, antes de apoyarse en su cuerpo, que le rodeo con sus fuertes brazos.

No podían permanecer todo el tiempo en el agua caliente, aunque quisieran. Bokuto empezaba a marearse, a pesar de que a Tsukishima le fascine.

Debían preparar la cena, no eran perfectos cocineros, pero tenían conocimientos. Gustaban de probar, a veces, hacer una deliciosa comida de un video de internet.

Era la primera noche de sus vacaciones juntos, lejos de casa. Bokuto había puesto música no muy fuerte, pero algo movida para hacer bailar a su pareja mientras la comida se hacía en el horno. Eran movimientos algo torpes, pero ambos encontraban un ritmo y sincronización.

El sonido de la alarma les indicó que la cena estaba lista. Una mesa perfecta para dos, unos detalles de parte del mayor al poner unas velas y un delicioso vino que había ocultado.

-Quiero hacer un brindis...-Alzó su copa Tsukishima- Por nuestras vacaciones...

-Y nosotros -Terminó Bokuto haciendo sonreír a su pareja, antes de ambos brindar y dar el primer sorbo.

Los platos quedaron vacíos, había sido una cena deliciosa y no se levantaron hasta haber bebido toda la botella. No iban a dejar todo sucio, no estaban ebrios como para dejar todo así simplemente.

-Ya está todo limpio...-Decía el rubio secándose sus manos.

Cuando apenas volteó, fue abordado por su pareja que tomó sus labios de manera apasionada, encerrándolo entre la mesada y su cuerpo, al cual se aferró.

-Más vale que consigas hacerme entrar en calor...-Murmuró contra sus labios cuando se separaron para respirar.

-Dalo por hecho -Afirmó Bokuto, antes de hacer que se aferre a su cuerpo y llevarlo a la habitación.

El termostato estuvo en mínimo, pero ellos sintieron el calor ser fuerte e intenso esa hora de pasión.

Tsukishima descansaba sobre su pecho, el cuerpo de su pareja era cálido y aunque dijera odiar el invierno, en realidad le gustaba para estar de ese modo.

-¿Quieres una chocolatada caliente? -Le preguntó el mayor, que deslizaba sus dedos por la suave espalda contraria. Sabía que el rubio adoraba esos mimos.

-Me leíste la mente... -Susurró Le costó un poco tener que soltar su fuente de calor, pero se le antojaba aquella bebida deliciosa.

En medio de la noche, disfrutaron de una chocolatada con las mantas sobre sus piernas y viendo un poco de televisión. Eso solo duraría hasta que terminen su bebida, porque ambos tenían en mente aún, disfrutar de esa noche de vacaciones juntos. 

30 vidas no es suficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora