Tsukishima no era una persona que gustara de perder. Siempre veía todas las posibilidades que tuviera e iba por el camino que le llevara a la victoria. Le daba un gran regocijo cuando sus planes daban buenos resultados, porque confiaba plenamente en si mismo. Ganaba todas aquellas apuestas con sus amigos, no había registro en el que él pudiera haber perdido y mucho menos cuando lo que estaba en juego era su dignidad.
Al tratarse de apuestas de aquella índole, su capacidad de análisis aumentaba y rechazaba si creía que no tenía una buena oportunidad, o si la había, la tomaba con ambas manos y ganaba. Tenía el deleite de ver como el otro se humillaba haciendo algo vergonzoso y se molestaba al punto de querer jugar de nuevo, dándole el gusto de volver a contemplar otra derrota.
No tenía suerte, él conseguía sus victorias por la lógica, hasta que conoció a Bokuto, su actual pareja.
Su suerte era auténtica, incluso teniendo las de perder. No importaba lo que se apostara, nunca hubo una ocasión en la que viera pasar vergüenza ante alguna apuesta. Solo hubo una ocasión en la que le llevaron al casino, fue una broma que quiso hacer Kuroo para probar las posibilidades de Bokuto, pero terminaron viendo con una moneda, el mayor conseguía a su primer tiro, que la maquina brillará y ganaran una buena suma de dinero.
Quedaron boquiabiertos. Kotarou le dio la mitad de aquel dinero a Kuroo y Akaashi que recientemente se habían mudado juntos, quedándose ellos la otra parte.
Tsukishima siempre fue precavido con las apuestas hechas con su pareja. Era algo entre ellos, cosas simples en las cuales siempre salió perdiendo. Procuraba saber primero que era lo que apostarían, antes de decidir si aceptar o no, pero cuando el alcohol estaba involucrado, no había modo de que pudiera analizar bien la situación.
Fue una noche en la que se juntaron a beber con sus amigos. Festejaban el año nuevo con tranquilidad, pero al vaciarse una cerveza, se abría otra de manera consecutiva. Las mejillas de Tsukishima estaban algo rosadas mientras continuaba bebiendo tranquilamente, al igual que los demás que estaban también afectados por el alcohol.
-Hagamos una apuesta... -Dijo Kuroo, que rodeó el cuello de su amigo y se hablaban arrastrando un poco las palabras.
-Si, yo quiero -Asintió Bokuto sonriendo en grande. Sus parpados parecían querer cerrarse, pero aún podía aguantar mucho más.
Tsukishima veía y escuchaba sin decir nada. Tenía las de ganar con su pareja a su lado. Ya sea cartas, dados, adivinar números o algo, Bokuto lo conseguiría porque tenía esa dichosa suerte.
Habían decidido cual era la apuesta y si no fuera por el alcohol, habría notado antes que los equipos eran de Kuroo y Bokuto contra Akaashi y él.
Se percató cuando vio que su pareja fue quien gritó de manera victoriosa y se abrazó con su amigo, como si hubieran ganado el campeonato mundial. Miró a Akaashi, moviéndose todo algo lento por todas las cervezas que había bebido.
-Por favor, dime que no es algo ridículo...-Le pidió viendo su expresión resignada.
-No te va a gustar... -Respondió y solo pudo hundir su rostro en sus manos al escuchar la respuesta.
Habían pasado los días y tanto Kuroo como Bokuto, no habían dicho nada sobre aquella noche. Se habían ilusionado pensando que lo habrían olvidado por la gran borrachera que habían tenido los cuatro, pero la suerte no estaba de su lado, si su pareja no se encontraba en su equipo.
Akaashi le envió una foto donde podía ver cuatro entradas para un evento que habría en una semana. Era aquella convención grande donde asistirían muchas celebridades, presentarían nuevos proyectos de anime, videojuegos, podrían conseguir mercancía exclusiva y mucho más.
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30 vidas no es suficiente
De Todo30 días Challenge con la pareja BokuTsukki. Imagen de la portada, créditos correspondientes a su artista. Los personajes no me pertenecen. Pertenecen a Haruichi