¿ y ahora qué?

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Al llegar a mi casa, ésta, estaba llena, hoy era una de esas raras veces donde había una reunión familiar improvisada. Me pregunto ¿cuál será el motivo?.

Sam y yo entramos, Saludamos cortésmente, ahí estaban unos parientes lejanos, que no recuerdo la verdad, un chico mayor que nosotras, aproximadamente de 20 años,de cabello negro, una chica rubia con unos 15 años y sus padres, lo supuse porque ambos eran idénticos físicamente a ellos. Nos saludaron de vuelta, y mi madre nos invitó a la charla diciendo:

—Se acuerdan cuando nuestros hijos jugaban juntos en aquellas vacaciones en la playa hace 12?

—Si, Lucía era tan tímida,y tierna —Dice la mujer, sonríe y añade — aún eres así?.

—No, no tanto —Respondí

—Y... Quién es ella? Acaso tuvieron otra hija aparte de Lucía y Rebeca y no nos dijeron? —Decía el hombre, creo que a modo de broma mientras miraba a Sam.

—No primo Ernesto, ella es Samanta, hija de nuestros mejores amigos —Contesto mi padre.

—Esta linda —Exclamó mi... Primo? El chico que estaba ahí.

—Si nos disculpan, nosotras nos retiramos, tenemos cosas pendientes —Dice Sam, pues las reuniones improvisadas a veces causan incomodidad.

—Esta bien, que Clarita las acompañe, o tienen algún inconveniente? —Pregunta mi madre

—No para nada, si ella quiere, que nos acompañe —Responde Sam a fuerza pero amablemente.

—Entonces yo también las puedo acompañar —Dice el hermano de Clarita obviamente con la intención de coquetear con Sam.

—Lo siento, pero hablaremos cosas de chicas que obviamente aburren a los chicos, además estaremos en el cuarto de Lu y no esta bien visto que estemos con un chico ahí —Dice Sam como excusa, sabía que demostrando una alta educación moral no quedaría mal el rechazarlo. Que inteligente es.

En el cuarto estaban las tres adolescentes, Samanta, Lucía y Clarita; el ambiente era un poco tenso y silencioso, hasta que Clarita habló:

—Si  quieren me voy, así pueden hablar sus cosas, no tengo inconveniente con ello.

Las dos chicas mayores se miraron con algo culpabilidad, pues aunque necesitaban hablar entre ellas, no querían hacer sentir mal a Clarita y menos pedirle que se marchara.

—No... No te preocupes, no tienes porque irte Clarita—Dice Lucía.

—Clarita puedes quedarte con la condición de que lo que se hable aquí, se queda aquí —Dice Sam.

—Yo no soy una chismosa ok, además no soy una niña, soy solo 2 años menor que ustedes —Respondió  la jovencita

Las chicas tomaron un poco de confianza y comenzaron a hablar mientras que Clara prestó su atención en la computadora, y optó por ignorar la conversación de las jóvenes.

—¿ y ahora qué? ¿qué se supone que debo hacer Sami? ¿Será que le digo a Christian la verdad yo misma? ¿y si no somos compatibles? Mejor dejo de hablarle por chat y me olvido de todo —Lanza Lucía un mar de preguntas, esperanzada en encontrar respuesta a ellas.

—Deberías pensar si vale la pena o no, el darte una oportunidad con mi hermano. Pero no soy quién para decir que debes hacer Lu, haz lo que tu corazón te dicte —Contesta Sam, pues ella quería lo mejor tanto para Lucía como para su hermano.

La joven adolescente que les hacia compañía en silencio y absorta en la computadora, no pudo seguir ignorandolas y les dijo:

—¿Porqué hacen un drama? La solución es muy simple. Si ambos se gustan o aman, estarán juntos aún sabiendo esa dichosa verdad. Deberían hablarlo cuanto antes, si siguen así, un día se aburrirán de lo virtual —Miro fijamente a Lucía y continuó diciendo —Si quieres a ese chico, y es buena persona, pues lucha por él.

—Creemé es un poco tonto pero muy buena persona — interrumpe Sam a carcajadas.

Su risa fue contagiosa y todas comenzaron a reír, alivianandoce de la incomodidad y el estrés.

Y así, pasaron las tres adolescentes en absoluta confianza, hablando distintos temas, desde sus amores hasta de política.

—Clarita, es hora de irnos —Dice con dulzura la madre de la jovencita.

Las tres chicas salen del cuarto, la menor de ellas va junto a sus padres y hermano, quienes se encuentran despidiéndose en la entrada de la casa.

—Puedo quedarme? —Soltó repentinamente Clarita y añadió —Yo quisiera platicar y compartir más con Lucía y con Rebeca que aún no la he podido ver, además aún estaremos una semana mas en esta ciudad antes de volver a nuestra casa en la costa.

Hubo unos minutos de silencio hasta que el padre de la menor exclamó:

—Si no hay inconveniente por parte de tus tíos y de tu madre, puedes quedarte.

—No tenemos inconveniente —Contestaron los padres de Lucía.

—Y tú Helena ?

—Ninguno, me parece bien que la niña se quede ha hacer una pijamada con la prima y su amiguita. Últimamente le hace falta la junta de buenas compañías.

—Hija portaté bien y no causes problemas —Sentencio el hombre.

Se montaron en el auto, se despidieron y posteriormente se marcharon con la promesa de volver por su hija.

Y así las jovencitas tuvieron una pijamada como excusa para armar un plan de como abordar a Christian y contarle la verdad, sin exponer a Lucía.

Mientras tanto Christian dejaba a Caroline a la puerta de su casa.

—Chris gracias por acompañarme al cine y traerme a casa.

—Gracias a ti por invitarme al cine, y seguir siendo mi amiga Caroline

—Comprendí que lo nuestro ya fue y quedo en el pasado, se que fui yo quien lo arruine en ese momento, no debí haberte sido infiel con tu mejor amigo, era una inmadura en esa época, lo siento —Dijo Caroline con toda sinceridad.

—Tranquila, hace rato te perdone y como bien dices eso ya es pasado. Lo importante es que ahora somos amigos, y puedes contar conmigo.

Ambos se dieron un abrazo fraternal. Ella bajo del auto del chico y se despido de él, mientras ponía su auto en marcha, ella entra a su casa muy sonriente.

—Hasta que por fin llegas, te la pasas más en la calle que en casa —Dice con tranquilidad el padre de la chica, mientras busca que beber.

—Hola papi, porqué no estas durmiendo?, ya es muy tarde —Respondió a su padre mientras se acercaba a darle un beso en la mejilla.

—No puedo dormir, tengo algo de insomnio, ví que no habías llegado y quise esperarte —Contestó el hombre cariñosamente a su hija, para él, ella era su más preciado tesoro.

—Quieres que te haga un poco de té?

—Sí, gracias hija, mientras tanto, mejor me cuentas ¿porqué llegaste tan sonriente ? —Dice con complicidad.

—Bueno pues... Hoy estuve con Chritian en el cine y...

—Volvieron? —interrumpe su padre

—No papi, solo somos amigos, bueno volvimos a serlo hace poco ya sabes que cuando rompimos hace años no volvimos a hablar; solo estrictamente lo necesario —Aclara ella y añade —como te decía, fuimos al cine y la pasamos bien, y... Bueno se me acerco un chico muy guapo.

—Jaja ay Caroline ya me lo imaginaba. Ya sabes lo que pienso al respecto, mientras no te hagan sufrir no les romperé el osico —Dice el hombre a carcajadas.

Y así padre e hija conversaron como hace tiempo no lo hacía. Caroline le contó a su padre sobre el entusiasmo que le produjo el chico del cine, pues ella deseaba que el joven la llamara. El hombre estaba embelesado viendo a su hija feliz y entusiasmada, por la manera en que hablaba se le notaba más madura, y eso le hacia sentir más tranquilo.

Lucía y sus fantasíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora