El amor ronda este lugar

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Un nuevo día de clases. En casa de Lucía, a ella y a su amiga se les hizo tarde para ir al colegio, pues tras de levantarse tarde tuvieron que ir hasta la casa de Samanta, por el uniforme de ésta. Antes de salir se despidieron de Clarita, agradeciéndole por sus consejos.

Cuando por fin llegaron al colegio ya casi comenzaría el descanso, ambas recibieron una amonestación por llegar tarde sin traer alguna excusa válida. La sorpresa para ellas es que Rebeca, quien si llego temprano y se veía feliz sin aparente motivo alguno, estuviese ahí en clases. Suena el timbre anunciando que empezó el descanso; de inmediato Lucía va hacia Rebeca y pregunta:

—¿No estuviste en casa, cómo llegaste tan temprano?

—¿y quién dijo que yo no estuve en casa? —Dice con malicia —Para todos, anoche yo dormí temprano —Guiña el ojo, mientras se acercó Támara y se integro a la conversación.

—Ella se escapo, y salimos todas de rumba, bueno todas menos ustedes dos —Señala a ambas jóvenes —¿Hicieron planes y no nos invitaron? —Finge llorar.

—Solo fuimos a cine... Pero eso no explica porqué Rebeca vino con su uniforme, si nunca la vimos en casa.

—Simple —Exclama Sam y añade —se excusó en dormir temprano inventando cualquier motivo leve, después de cerciorarse de que no hubiese moros en la cosa huyo por la ventana, pero antes dejo todo listo para asistir a clases, supongo que la rumba estuvo buena y llegó a eso de las 4:30am, lo que le dio tiempo para dormir lo suficiente para reponerse, luego una ducha bien fría y con la ayuda de algún analgésico potente para el dolor de cabeza, quedó como nueva. ¿Cierto?

—Efectivamente, deberías dedicarte a ser detective o paparazzi en un futuro —Responde Rebeca.

—Por cierto, en la rumba también estuvo Esteban, el pobre se la paso preguntando por ustedes, especialmente por ti Sami —Espetó Támara.

—Se nota que esta rotundamente enamorado de ti, ¿cuando le darás el sí? —Comenta Rebeca.

—Cuando lluevan cerdos del cielo —Responde con desinterés Samanta, pues no quería que la molestaran después con el tema.

—Tengo hambre, vamos a comer antes que volvamos a clase —Comenta Lucía.

En otro lugar se encontraba Esteban hablando con Carla.

Carla era la más confiable de las amigas, cuando de guardar secretos se trataba.

—Voy a pedirle a Sam que sea mi novia —Dice Esteban añadiendo —Bueno nuevamente.

—¿Estas seguro?

—Si, se que yo no le soy indiferente, la conozco. Además es muy, demasiado independiente y creo que piensa que por tener una relación amorosa, perdería su libertad.

—En algo tienes razón, y es que ella es libre e independiente. Que ama su libertad, además ambos sabemos quien es Samanta... Osea la reina de las presumidas —Carla dice la ultima frase con gracia.

—Lo sé, y la amo tal y como es, desde hace mucho. Por eso quiero hacer las cosas bien esta vez... Y para ello necesito tu ayuda.

—Esteban, mi querido amigo, la tía Carla te ayudara —Exclama ella refiriéndose a si misma en tercera persona.

De esa manera Carla y Esteban buscaban la manera perfecta de, ¿cómo y cuándo? realizar la nueva declaración de manera exitosa.

Cada uno de los jóvenes pensaban para si mismos el significado del amor. Aunque a su edad muchas veces se creé algo pasajero.

Tiempo después ya era hora de salida, Y después de una ardua jornada estudiantil, el grupo de amigas decidieron ir a comer unos helados mientras conversaban de cosas cotidianas.

Lucía y sus fantasíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora