Capítulo: 9. Aguamarina

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Momentos antes.

Jiang Cheng estaba aún leyendo los informes en su habitación, mientras sus pequeños descansaban en su cuna. Ambos acababan de recibir su porción de leche cada uno y habían sido correctamente aseados antes de dormirlos, por lo que no esperaba que ambos necesitaran algo más hasta dentro de un par de horas.

Estaba tan metido entre las palabras marcadas con tinta negra sobre aquellos papeles cuando golpearon la puerta de su habitación con insistencia.

El bufó. Se suponía que a estas horas la mayoría de sus discípulos ya se encontraban descansando después de un largo día de entrenamiento, por lo que supuso que se trataba quizás de alguien más.

Jiang Wanyin se levantó, y se dirigió rápidamente a la puerta para evitar que la volvieran a golpear o seguramente despertarían al par de diablillos de la habitación contigua, y no quería molestar tan pronto a las nodrizas, quienes también tenían que lidiar con sus respectivas hijas.

Tan pronto como corrió su puerta, un discípulo se mostró frente a él, con una mueca de clara preocupación.

—Tengo malas noticias, Señor —dijo el joven, con la mirada clavada en el suelo.

—Habla... —demandó.

El discípulo suspiró antes de levantar la vista, encarando a su líder.

—La cacería resultó fallida, enviaron una nota pidiendo refuerzos y solicitan sana...

Jiang Cheng no dejó que terminara. Tomó a Sandu y le dijo que fuera a llamar a sus mejores hombres y a sus sanadores Zhang y Zhao daifu respectivamente. El discípulo no lo pensó ni siquiera dos veces antes de correr a cumplir las órdenes de su Líder.

Por su parte él se dirigió a la habitación de las doncellas, quienes descansaban con sus hijas. Una vez que llamó a la puerta, ambas mujeres salieron a su encuentro, les comunicó que saldría de urgencia a socorrer a sus discípulos y que les dejaba encargados a sus bebés. Ambas mujeres asintieron entendiendo su urgencia, por lo que no cuestionaron y sólo lo dejaron ir, yendo a la habitación de los niños para dar un último vistazo antes de volver con sus propias hijas.

Luego se encontró con el Sr. Yu que era su hombre de confianza, a quien dejaba a cargo la secta en su ausencia.

Ya no tuvo tiempo de comunicárselo a Lan Xichen, pues no podía retrasarse. Confiaba en que el viejo Yu sería un buen anfitrión y cuidaría bien de su secta en el tiempo que durara su ausencia, así como también confiaba en él para darle la noticia al Líder de la secta Gusu Lan y que pudiera ayudar a las nodrizas con los niños sin preocupaciones.

Preparó una bolsa de qiankun con algunas prendas para cambiarse. Luego comprobó que todo estuviera listo, llevaba un pequeño puñal en su bota derecha, talismanes dentro de la solapa de su hanfu, zidian descansando en su mano y sandu en su otra mano. 

Cuando estuvo listo, llegó un discípulo con una linterna en mano para guiarlo donde sus hombres lo esperaban listos para partir.

Una vez que todos estuvieron listos en el muelle, montaron sus espadas y volaron a gran velocidad, el grupo iba encabezado por el líder Jiang, quien, mientras observaba el brillo del agua del lago por el reflejo de la luna, iba pensando en que a la velocidad que iban estarían llegando al amanecer, aunque le preocupaba que él aún no se había recuperado por completo de la batalla con el Yaoguai, más el viaje con los niños donde usó su energía espiritual para cubrirlos, también había casi drenado lo poco que le había quedado de energía tratando de calmar aquella pesadilla de Lan Xichen y para completar la noche anterior no tuvo un buen descanso. En definitiva los años le estaban pasando factura.

Small Purple Clouds (XiCheng)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora