III

101 9 0
                                    

Stella entró a la casa al anochecer sonriendole emocionada. Los había dejado en la posada para recuperarse del viaje después de alimentarlos, Brosse probó fantasioso el estofado frente a él y le pareció la mejor comida que jamás había probado, probablemente por que había soportado el hambre toda la noche con un pan duro que Luna llevaba en su bolsa.

- Tal vez la chica no es tan mala. - Pensó Luna. Estaba sentada en una silla de madera que arrastró cerca de la puerta, había encontrado una manta con pelaje de algún animal blanco y ahora estaba entre sus brazos sostenida con fuerza.

-Todo está listo. - Informó Stella mirando a Luna con menos hostilidad que antes y un poco confundida por la manta pero ignorandola. - Podemos salir cuando quieras, ¿dónde está Brosse? - Preguntó.

- Sigue durmiendo, parece que el viaje fue pesado para él. - Dijo Luna acariciando el pelaje y mirando los ojos de Stella que parecían querer decirle algo pero lo ignoró. Había algo en Stella que le provocaba una sensación extraña.- ¿Conseguiste caballos? - Preguntó desviando su mente de esos pensamientos.

-Si, están a las afueras. - Respondió dejando de mirarla.- Voy a despertar a Brosse.

Stella pasó a lado y Luna sintió como si le quemara su cercanía pero no estaba segura si solo era el hecho de que eran una desconocida y una oscura.





Stella abrió la puerta despacio observando a Brosse recostado cerca de la ventana, apenas y alcanzaba a verse su cabellera oscura sobresalir.

-Brosse. - Susurró intentando despertarlo y acercándose a él. Repitió:- Brosse, despierta. - Escuchó al pequeño bulto debajo de la manta gruñir. - Es la hora. - Sacudía su hombro un poco. Siempre había querido a Brosse como un hermano, no se perdonaría si algo le sucediera.- Creo que vamos a irnos pronto.

- ¿Tan rápido? - Preguntó con la voz rasposa, parecía medio dormido aún sacando la cabeza de las mantas, su cabello incluso se había despeinado. - Quisiera dormir más. - Se quejó.

- Si nos vamos ahora, llegaremos más rápido al Adamantio. - Brosse se levantó de un salto decidido. A Stella le preocupaba esa energía que mostraba.





Brosse alcanzó a ver los caballos cuando salían de Unanimous al anochecer. Seguramente Luna no había dormido pues cuando salió de la habitación logró ver debajo de sus ojos grandes ojeras.

-¿De dónde los sacaste? - Preguntó Brosse mientras se acercaban a ellos, eran tres caballos grandes de pelajes distintos.- ¿Tuviste que comprarlos? - Esperaba no ser una carga muy pesada para Stella.

-No, tengo una amiga... - Se detuvo algo dudosa siguiendo su paso.- Hay que cuidarlos muy bien. - Aconsejó.

Brosse se acercó a uno. Había montado a caballo antes pero no por caminos muy largos, seguramente sería mejor que ir a pie, el viaje que habían hecho Luna y él fue pesado tanto que había caído como un niño rendido en cuanto se recostó en casa de Stella.

-Hey amigo... - Escuchó susurrar a Luna y se giró apenas un poco para alcanzar a verla. Se había acercado al caballo que estaba más retirado de ellas.- No soy buena poniendo nombres, pero te llamaré Rojo. - Le dijo.

Brosse le dedicó a Stella una mirada cómplice y estallaron en risas. Vio a Luna voltear mientras sus mejillas tomaban color, seguramente creyó que no la escuchaban.

- ¡Es negro! - Gritó Stella en medio de carcajadas buscando molestarla más que nada, estuvo satisfecha cuando Luna infló las mejillas un poco. - ¡Ni siquiera existen los caballos rojos!

-Rojo es un nombre pésimo. - Rio Brosse. Sentía doler su estómago por la expresión que Luna mostraba. Una pregunta cruzó su mente: “¿Desde hace cuando no reía así?”. Su risa se detuvo.- Yo elegiré ese. - Dijo serio.

The TownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora