XVI

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Sauter observó a la chica salir junto al guardia, su falda azul estaba rasgada y manchada por la suciedad del calabozo. El cabello oscuro le caía detrás de los hombros en disimulados rizos resaltando su piel blanca.

- Su alteza. - Reverenció Stella rápidamente, su voz tenía implícita una melodía que Sauter no pasó por alto. - Mi nombre es Stella, representaré a mis compañeras. - Informó.

- Mi señor, si desea puedo llamar a alguien para que los escolte. - Aconsejó el guardia rápidamente cuando Stella dio un paso hacía el príncipe. - No creo que sea correcto que vaya solo. - Sauter negó pero el hombre insistía. Era entendible su preocupación, si algo llegase a pasarle al príncipe las consecuencias para él serían lamentables. - Si irá sin escolta por lo menos permitame asegurarla, no sabemos si es peligrosa.

Sauter asintió resignado y el guardia cerró sobre las muñecas de Stella unas pesadas esposas de hierro obligándola a mantener sus manos abajo. Podría notar la inquietud de la chica con tan solo oírla respirar pesadamente. Volteó a verla de reojo cuando subieron las escaleras del castillo, Stella veía con detenimiento todo a su alrededor como si intentará grabarse cada uno de los espacios.

- No será fácil escapar. - Le divirtió un poco ver a la chica sorprenderse por lo que dijo haciendo sonar el hierro. - Es obvio.

- No planeamos escapar, sería imposible de todas formas con tantos guardias. - Dijo segura restándole importancia con un ademán. - Solo que nunca había estado en un castillo. - Stella mentía, había estado en Virum antes pero el príncipe no lo sabía.

Sauter se detuvo un momento para quedar a su lado pues había estado caminando algunos pasos delante de ella. Suspiró para si mismo aliviado al ver que era una persona tranquila, si llegase a causar problemas tendría que soportar a Bilia durante días por el sermón que le iba a dar; sin embargo Stella no parecía ser el tipo de persona que empezaba una pelea.

- ¿Cuál es la verdadera razón por la que están aquí? - Se atrevió a preguntar Sauter después de un rato, a pesar de que le habían dicho que no se entrometiera más, la curiosidad de esos extranjeros le carcomía. - ¿Es cierto que querían dinero?

-Lo que dijieron mis compañeros en la audiencia fue cierto. - Le respondió Stella sin dudar. Sauter sintió con más fuerza esa desconfianza en el rey pero se reprendió a sí mismo. - Los pueblos lejanos se mueren de hambre, los dragones y rebeldes los atacan.

- Sé que eso no es cierto. - Se obligó a decir como si quien hablara no fuese él, si no Bilia. - Mi padre ha cuidado bien de todos los pueblos y tenemos la alianza con los dragones, ellos no atacarían.

Stella se detuvo obligándolo a hacer lo mismo y al girarse se topó con sus ojos mirándole fijamente. Se quedó hipnotizado por su mirada unos segundos.

- Tu en realidad no crees eso. - Le aseguró como si realmente lo supiera. Sauter le dio la espalda una vez más intentando ocultar su expresión. - ¿Verdad? - Insistió Stella.

- Yo no desconfío de mi gobernante. - Repitió lo que había escuchado la noche anterior en su habitación aún que cuando las palabras salieron de su boca se sintió un traidor consigo mismo. - Dime la verdad.

Stella lo miró incrédula y se acercó hasta él, buscó su mirada de nuevo y le sonrió dulcemente para después dejar caer su pie sobre el suyo. Sauter soltó un quejido agudo que llamó la atención de los guardias del pasillo que estaban más adelante. Hizo un ademán con su mano para indicarles que todo estaba bien y regresaron a sus puestos.

- Escuche, príncipe. - Dijo Stella haciendo énfasis en la última palabra con cierto ápice de burla y volviendo a hablarle de usted como hace un momento. Sauter la miraba con la mandíbula apretada dejando pasar el dolor y enojo ante la falta de respeto. - He visto a gente morir frente a mi, he visto como luchan. - Stella trataba de mantener la voz firme y su semblante serio mientras recordaba a Hilari entre sus brazos inerte con sus ojos aún abiertos mirando al cielo y todo lo demás ocurrido en Nativis. - Ustedes no pueden pararse aquí en medio de la riqueza robada y decir que nada es real por que nosotros lo hemos vivido. - Stella avanzó de nuevo hacía él acercándose a su rostro tan amenazante como pudo. - La capital está viviendo una verdadera ilusión y deben despertar.

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