XIX

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Stella vio a Luna caerse de lado después de que el guardia cerró la puerta. Eri intentaba sostenerla poniendo su peso en contra pero era demasiado pequeña para aguantarla. Aria ayudó a sentarla en la barra.

- Tiene fiebre, lo más seguro es que la herida se infectara. - Dijo Aria poniéndole su mano en la frente una vez que dejaron a Luna recostada. Tomó la bolsa que el guardia les había lanzado y el trapo extendido, dejó algunas ramitas sobre él y las envolvió sumergiendolas en el agua. - El rey ha sido muy bueno mandando esto considerando que le gusta ver morir a la gente.

- Hay más que centellas. - Dijo Eri reconociendo algunas en la bolsa. Faténti siempre les decía que debían aprender de las plantas por que algún día les salvaría la vida, parecía que tenía razón, aún que Eri no las había estudiado con entusiasmo. - Acácia, regalíz, equinácia... Todas curativas.

Aria le pasó el pañuelo a Eri para que lo pusiera sobre la herida, Luna se sacudió al sentir el frío pero no despertó.

- Hay que esperar a que hagan efecto. - Dijo Aria levantándose. - Si hace. - Stella la miró con reproche al igual que Brosse. Aria hizo una señal de tregua y les sonrió. - Si hará... Seguramente.

Los candados en la puerta volvieron a resonar después de algunas horas dejándolos en silencio. El príncipe entró rápidamente en la celda cerrando detrás de él. Temperance le miró con el ceño fruncido, llevaba una camisa blanca amplia de holán en las mangas y el pecho. Su ropa era diferente al día de la audiencia, mucho menos elegante y sofisticada pero aún así a Temperance le seguía transmitiendo lo mismo que un noble arrogante, ella había votado por no confiar en él ni en nadie del palacio pero los demás parecían querer intentar.

- Príncipe. - Lo nombró Brosse dando un paso al frente y haciendo una reverencia mucho más disimulada que antes, lo cierto era que ya ni siquiera sentía ese sentimiento de deber inclinarse ante algún monarca. - No sabemos si confiar en usted.

- Y tienen razones, de estar en su lugar jamás habría confiado en mi. - Dijo Sauter avanzando hasta el centro de la celda. Miró a Luna recostada en la barra y después a Eri inclinada junto a ella, se sintió cualpable al recordar a su padre cortarle, seguramente estaba mal por eso. Se giró para quedar de frente a los otros. - Pero realmente espero que crean en que quiero justicia igual que ustedes, quiero decir... Estoy avergonzado incluso de ser llamado príncipe justo ahora. - Genre lo miraba sin parpadear, parecía sincero. Incluso sus manos temblaban ligeramente. - No estaría aquí si no estuviera de su lado.

- ¿Qué tal si solo nos estás confundiendo? - Dijo Temperance acercándose se a él, lo tomó por el cuello de la camisa rasgándola del pecho. - ¿También has bebido el fuego, principito?

- No, preferiría morir si eso fuera medicina. - Respondió Sauter sin alejarse, probablemente Temperance se molestaría aún más si intentaba burlar su agarre. - Si necesitan una prueba, se las daré.

Temperance observó sus ojos oscuros fijamente, no eran para nada como los del rey. Estaban libres de arrogancia pero llenos de liderazgo y autoridad.

- La chica que vieron con tu padre y esos hombres. - Dijo Temperance sintiendo las miradas confundidas de los otros en su espalda. - Y mi lobo. - Agregó. - Ambos, los quiero aquí.

- Será difícil pero los buscaré. - Aseguró Sauter. Temperance frunció el ceño una vez más y lo soltó finalmente retrocediendo. - ¿Otro más quiere hacer una petición? - Nadie dijo nada pero seguían mirándolo con desconfianza, excepto por Genre. - Según escuchamos, será una semana para el próximo ataque, uno de los reinos cercanos a la capital. Mi padre está enfermo y según su sirviente pasará dos días así, no podrá ordenar el corte de suministros hasta entonces, pero no sabemos exactamente cuál número seguirá.

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