XXXIV

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Temperance afilaba las puntas de sus flechas concentrándose en ellas por completo intentando ahogar sus pensamientos. La luna iluminaba el pueblo apenas un poco coronándose encima de las montañas que abrazaban al pueblo. Los sonidos del bosque llegaban hasta sus oídos como susurros arrulladores que le daban cierta paz, creyó escuchar un aullido y se levantó de inmediato dejando caer sus flechas, fijó su mirada a la oscuridad esperando ver aquellos ojos grises afilados tan conocidos para su corazón pero no los encontró, tampoco escuchó de nuevo algún sonido que le recordara a él. Stygmata debía andar perdido por ahí vagando en las montañas de Adamantio o tal vez había encontrado el camino a casa y ahora la esperaba en Nativis. Se sentó de nuevo en el tronco viejo donde había estado desde que salió y suspiró con pesadez.

- Lo siento por tu lobo. - Dijo Sauter dejándose caer a su lado. Apenas había salido de aquella habitación sofocante y corrió de inmediato a tomar aire cuando se encontró con ella. Su mirada al bosque delataba exactamente que le preocupaba. Intentaba mostrarse reacia hacía él aún pero lo cierto era que aquella desconfianza que había sentido se esfumó cuando huyeron juntos. El príncipe parecía ser realmente lo que decía saliendo del castillo con fugitivos por su reino, era mucho más idealista de lo que parecía. La primera vez que lo había visto sentado a lado de su padre sin hacer nada mientras ellos eran arrastrados, lo sentenció al mismo destino que el rey pero ahora sabía que no era lo que pensó. Sauter era mucho más valiente de lo que creía. - Era muy hermoso, los guardias le tenían miedo.

Temperance rió al imaginarlo. Stygmata era un lobo gris gigante que venía de las montañas del paso, usualmente permanecían ocultos en sus cuevas y solo bajaban cada cierto tiempo al río por las noches. Contrario a los lobos normales, en su especie permanecían solos y no en manadas. Temperance se encontró con él antes de convertirse en líder de tropa, había subido las colinas como un reto propio intentando probar su valor, sola y sin más arma que tres flechas. Stygmata había aparecido frente a ella cuando la noche cayó por completo, su pelaje gris destelló bajo el rayo de luna volviendolo aún más asombroso. Su aullido retumbaba como si golpeara el cielo; Sin embargo, Temperance no sintió ningún miedo y Stygmata tampoco. Se había acercado a él despacio con la palma extendida respirando tranquilamente, como si fuera a tocar una ilusión y él dócilmente agachó la cabeza para que lo acariciara. La conexión en el momento en que se juntaron fue lo más perfecto que alguna vez Temperance sintió, Stygmata era su alma gemela, su compañero. Y ahora estaba perdido en el bosque lejos de ella.

- Gracias. - Se limitó a decir. Sauter le sonrió antes dejar de mirarla permitiéndole seguir afilando sus flechas sintiéndose un poco más tranquila mirando junto a él el cielo nocturno.







Brosse salió del cuarto en el que habían estado desde su llegada. Acordaron con el anciano quedarse ahí como refugio mientras visitaban los otros reinos. Irían al tercer y el décimo reino por la mañana acompañados del viejo.

- Por un momento creí que no vendrías. - Dijo Pauper alcanzándolo antes de que entrara a la habitación que les habían ofrecido. Brosse se giró hacía él cuando sintió su manga sujetada. - Pensé que tal vez habías cambiado de opinión y regresado al noveno reino.

-Jamás haría eso, ¿a qué volvería? - Obvió Brosse y Pauper rió un poco aliviado. Nunca se permitiría regresar a su gente con las manos vacías. - "Lo siento, no pude hacerlo."- Era algo que simplemente no podía decir, aparecían frente a él solo dos opciones, derrota o victoria. No habría un retroceso. - Vamos a luchar con nuestra vida. - Aseguró.

- Cuando dijiste que irían al Adamantio me pareció absurdo, de verdad creí que no lograrían nada. - Sinceró Pauper. Era un chiquillo que debería estar jugando y correteando en la plaza sin preocupaciones, pero en su lugar estaba ahí, comprendiendo a la perfección la situación. - Pero mira ahora, incluso han traído al príncipe. - Pauper había dejado de mirarlo desde que comenzaron a hablar pero en ese momento volvió sus ojos a él. Brosse sintió una punzada al corazón cuando descubrió aquellos sentimientos palpables de rebeldía y deseo de cambio. - Sería un honor morir por mi gente en esta guerra.

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