VIII

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Luna los despertó temprano para seguir avanzando pero se arrepentía a cada quejido de Eri. A lo que habían descubierto, quería estar lejos de casa por un tiempo. - Mientras todos se calman. - Había dicho ella tranquilamente. Sus padres la habían amenazado con meterla a clases diarias de conducta si volvía una vez más a casa acompañada de guardias del palacio. Era hija de un vizconde que buscaba tener mejores relaciones, así que el que su pequeña causara problemas en el palacio era algo que no podía permitirse. Les había contado también sobre el guardia con el que Aria se había enfrentado. Según Eri después de la 5ta vez que intentó colarse al palacio, se había "obsesionado" con ella y siempre la amenazaba con meterla en el calabozo.

-¡Pero mis padres jamás me dejarían ahí! - Dijo después restándole importancia. - ¡Es tan absurdo!

Luna no creía que el guardia estuviera obsesionado con ella, más bien sólo estaba harto de ser burlado por una niña mimada. Se arrepintió de haber luchado contra ellos, si hubiese sabido la historia le habría estrechado la mano.  Aria no se quedó atrás durante el camino, seguía preguntándole cosas a Luna acerca de su tribu, su familia y sus costumbres. A veces en lugar de responder solo soltaba un suspiro pero Aria insistía. Brosse también era el blanco de muchos cuestionamientos imprudentes pero él respondía a todo tranquilamente. Stella golpeó suavemente el hombro de Aria pidiéndole por tercera vez que parara sin ser escuchada.

-¡Está bien! ¡Está bien! ¡Basta! - Luna desmontó a Rojo cuando no llevaban siquiera tres horas de camino, Eri se quedó mirándola desde arriba. A Brosse le causaba algo de gracia ver a Luna desesperarse tan rápido, él estaba lejos de su límite. Se consideraba alguien con mucha paciencia. - ¡Bájense todos! Los caballos tienen sed y la comida se nos está terminando, vayan a buscar más, pero no muy lejos no quiero tener que buscarlas. - Hizo una pequeña pausa mientras se masajeaba la sien y volteó a mirarlas de nuevo. - ¡O mejor aún! Vayan lejos y pierdanse. Tampoco voy a buscarlas.

- ¡Vamos Eri! - Dijo Aria bajando también y extendiendo sus brazos para ayudarle a desmontar ignorando por completo lo que había dicho Luna. Eri le sonrió ampliamente, estaba feliz de bajarse por fin de ese animal y además Aria era muy amigable. - Vi unos árboles por allá. - Señaló.

Luna volteó a mirar a Brosse con una expresión enojada y él solo le sonrió nervioso.

- Creo que quiero cambiar mi respuesta. - Dijo Luna irritada. - Comienzo a arrepentirme.

- Iré con ellas por cualquier cosa. - Dijo Brosse entre risas nerviosas mientras retrocedía. - No queremos que se pierdan realmente.

Brosse caminó rápidamente para alcanzarlas y alejarse de ahí, alcanzó a escuchar a Stella decir algo pero siguió caminando. Cuando estuvo lo suficientemente lejos cayó en cuenta de su error, había dejado a Luna y Stella solas. Aún que había estado ignorandolo, se dio cuenta desde un principio de la tensión entre ellas. Quizá cuando volviera además de tener que lidiar con dos chicas ruidosas, también tendría que manejar a otras dos enojadas.









Luna le había dado la espalda desde que Brosse se había ido, ninguna había dicho una palabra. En parte, Stella lo agradecía pero también sentía que debía decir algo.

- De verdad lo lamento por Aria. - Dijo cuando finalmente reunió valor. - Sé que estamos haciendo esto mucho más difícil para ti y ni siquiera nos invitaste... Así que de verdad lo lamento. Si lo prefieres, puedo hablar con Aria e incluso con Eri para que regresemos.

Luna se volteó finalmente y le miró a los ojos. Ahí estaba de nuevo ese escalofrío por el cual se habían evitado todo este tiempo. Les hacía querer decir algo pero ninguna de las dos sabían qué.

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