XV

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No había nada a su alrededor, tan solo un espacio vacío sin ningún sonido o alguna imágen. Un cuarto negro. La primera vez que estuvo ahí se sintió desprotegido a pesar de saber que no había nada que pudiese dañarlo. Ahora tan solo disfrutaba el momento de paz absoluta que se le brindaba. Saboreaba lentamente ese sentimiento de estar solo flotando en la nada. Sin dolor, sin angustia, tan solo él esperando escuchar esa voz que le recordaba a las campanadas del cristal.

- Lamento haberte hecho esperar, Genre. - Dijo finalmente la chica que apareció frente a él, brillaba en medio de toda aquella oscuridad como una joya perfecta. Avanzó hacía él con pasos lentos dejando detrás de ella los diamantes de su vestido blanco. - ¿Cómo estás?

- ¿Cómo está usted, mi señora? - Preguntó en respuesta sin responder, empezó a reverenciar pero ella le tomó del brazo para que permaneciera de pie. Genre la miró confundido. Ella siempre se comportaba diferente cuando estaban en la sala de conexión. - ¿Ha sucedido algo?

- Todo está bien aquí. - Le sonrió la Doncella bajando su mano hasta la suya y enredando sus dedos, algo que jamás haría bajo la mirada inquisitiva de sus consejeros. - Estoy preocupada por ti.

- La situación es difícil. - Confirmó Genre. A pesar de que ansiaba la calidez de sus manos se obligó a separarlas. La cercanía que debían tener era como guardia y reina, no quería malinterpretar las cosas. Aún que su corazón le gritara sentimientos distintos, no había manera de cambiar la realidad. Incluso esa conexión que compartían jamás debería de haberse establecido. - ¿Enviará mensajeros al rey? - Preguntó.

La Doncella lo miró con tristeza cuando la apartó y retrocedió algunos pasos. Genre era la única persona que podía ser tan cálida y fría a la vez. Después de escucharle preguntar se dio la vuelta dándole la espalda.

- No enviaré a nadie, Genre. - Sinceró finalmente después de unos segundos de silencio. Permaneció de espaldas a él y Genre sintió la atmósfera de hace un momento desaparecer. - No creo que sea lo correcto.

- ¿A qué se refiere? - Le cuestionó sin entender. - ¿Cómo que no enviará a nadie?

La Doncella se giró para mirarlo y se acercó a él de nuevo intentando no mostrarle su típica sonrisa dulce, estaba seria haciéndole frente a la expresión de confusión de Genre.

- Ya lo pensé bien, Genre. No creo que sea correcto para mi intervenir en problemas del Adamantio. - Respondió mirandolo. Genre se perdía de vez en cuando en sus ojos blancos, estaba seguro de que la Doncella leía los sus ojos perfectamente. Después de escucharla un ápice de molestia se mostró en sus ojos y ella lo notó. - Virum está en relativa paz, Genre. No voy a arriesgar a nuestra gente por entrar en una guerra ajena.

- ¿Lo decidió usted o los consejeros? - Preguntó en seco lastimandola y lo supo al instante en que su expresión cambió pero no se detuvo. - Usted le dijo a estas personas que buscaba la paz para todos. - Le recordó Genre educadamente y sin ocultar su decepción. - No puede ahora dejarlos como si nada.

- No voy a dejarlos así nada más. - La Doncella volvió a hablarle dulcemente intentando que él comprendiera. Rara vez lo veía molesto y jamás con ella. Era la primera vez. Quería creer que Genre no notaba lo intimidada qie estaba debido a su tono de voz. - Voy a dejar que te quedes con ellos, no estarán solos en toda esta travesía pero ya no representarás a Virum... - Genre se quedó callado intentando no mostrar más de sus expresiones.- Y además... Voy a apagar nuestra conexión. - Concluyó.

La expresión amable de Genre desapareció por completo. Respiró fuertemente intentando calmarse pero su cabeza estaba en llamas y su corazón latía con fuerza. Estaba en una mezcla de furia y decepción, no sabía como controlarlo. Usualmente no experimentaba ese tipo de situaciones, llevaba una vida tranquila como guardia haciendo caso omiso de los susurros desvergonzado de los demás que insinuaban claramente que tenía una relación prohibida con la Doncella.

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