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Luna terminó de contarle su recuerdo sintiendo el pecho pesado. Podía escuchar claramente el llanto de los niños en sus oídos y sentir en su rostro las pequeñas manos que la incitaban a quedarse. Había ignorado esos sentimientos por mucho tiempo para no sentirse vulnerable pero no importaba cuanto tiempo pasara, quería volver a su lado.

- ¿Y cuál es el mensaje? - Preguntó Aria con curiosidad dejando de lado por completo la triste historia. - ¿Es una carta?- Luna volteó a mirarla incrédula ante su pregunta.

- Solo es una palabra. - Respondió mirando al cielo. Le gustaba como se veían las estrellas esparcidas en la inmensidad celeste, brillando sin nada que les molestará. Señaló su sien con el dedo índice. - Está aquí.

- ¿Y cuál es?- Insistió Aria. Luna arqueó la ceja. - La palabra, ¿cuál es?

- No es tu mensaje. - Contestó burlona y satisfecha de poder irritar a la chica. Le miró por un segundo antes de volver su vista al cielo. Aria hizo un puchero pero no dijo más, en medio del silencio se podía escuchar la respiración suave de Brosse y Stella dormidos, estaban acurrucados juntos un poco lejos de ellas. - Deberías dormir, Aria. Debemos llegar al siguiente reino antes de que se nos acaben las provisiones. No podremos hacer muchas paradas.

Luna volteó a ver a Aria, estaba dormida totalmente, incluso le pareció escucharla roncar, rodó los ojos y miró nuevamente al cielo, las estrellas le daban un poco de envidia también, esperaba convertirse en una después de morir. Ese le parecía un gran final.






Brosse despertó con unos grandes ojos mirándole fijamente. Intentó alejarse de inmediato por la sorpresa pero golpeó contra el tronco en el que estaba recostado. Aria se acercaba todo lo que él retrocedía acortando el espacio.

-¡¿Qué estás haciendo?! - Gritó Brosse nervioso desviando la mirada de ella y poniendo sus manos para crear una barrera. - ¡Aléjate!

- Tu... - Dijo Aria mirándole de cerca. Tomó un mechón de su cabello entre sus dedos enredandolo, se alejó después de eso. - ¿Eres muy guapo, verdad?

Stella le lanzó una baya morada del arbusto arrepintiendose de desperdiciarla. Había llenado apenas una bolsita pequeña para el camino después de que Luna y Aria habían confirmado que eran comestibles.

-Aria, déjalo. Te dije que no le gusta que invadan su espacio. - Gritó Stella. Se dirigió hacía ellos finalmente guardando en la canasta de las provisiones la bolsa de bayas. - Disculpala, Brosse, ella es así.

Brosse observó a Aria ir hacía Luna y pasar un brazo por encima de sus hombros pero Luna se alejó rápidamente. Al igual que él, Luna parecía no manejar muy bien el contacto con otras personas.

-Si, parece ser su personalidad. - Dijo Brosse divertida por la pequeña pelea que Luna y Aria habían montado.




Aria tomó las riendas del caballo de Stella, parecía ser una buena jinete. Luna había sentido la mirada de Stella en su nuca durante todo el camino pero no quería voltear y chocar con ella así que solo siguió adelante. Había evitado mirarla desde la noche anterior, ella le hacía sentir algo extraño, un presentimiento pero no sabía de qué. Al llegar al décimo segundo reino, Stella se encargó de conseguir una posada y había salido disparada al mercado para llenar su canasta. No pasaron mucho tiempo ahí antes de emprender el camino de nuevo, Brosse habría querido que fuera tan solo un poco más para descansar, no sabía como los caballos podían seguir.

- Stella, tal vez deberíamos turnarnos en llevarte, el pobre ha estado cargando el doble de peso.- Dijo Brosse cuando se adentraron de nuevo en el bosque. Stella le miró con una mezcla de irritación por su comentario y preocupación sincera debido al animal. - Podemos conseguir un caballo más en la siguiente parada, ¿no? Solo sería por ahora.

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