- - - - - - Capitulo 2: Viaje a puebla - - - - - -

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Una mañana tranquila en Puebla, una como cualquier otra, el sol brillaba en su máximo esplendor, un viento fresco corría por la zona a la vez que sacudía los pétalos de las flores con suavidad, algunos pajarillos se hacían presentes en los puestos de pan y tortillas, esperando la más mínima distracción del vendedor, para poder comer algo, algunos niños jugaban a lanzarle un palo a un perro, el animal corría de un lado a otro jugueteando con aquel trozo de madera. Las calles se llenaban de gente que buscaba llegar a un lugar en especial, el mercado, las buenas ofertas y los buenos productos se encontraban en todo el lugar. No muy lejos de ahí, en el centro de la cuidad, un chico de piel morena y cabello castaño corría tomado de la mano de su novia, una chica pelinegra y de vestido naranja, ambos esquivaban con gran agilidad a las personas que pasaban frente a ellos

-Apúrale Xóchitl que ya quiero verlos. - Dijo el chico con entusiasmo, hacía ya más de 7 meses que no veía a sus amigos guanajuatenses, por suerte, habían logrado conseguir una vieja hacienda que un hombre mayor les prestó con amabilidad, ahí podrían hospedarse ellos y los pocos niños que llevaran consigo junto con el padre Chuy.

- ¡Perate Leo! Tas peor que niño chiquito. - Se quejó su compañera al ver que apenas por unos centímetros habían logrado esquivar a una mujer con un niño en brazos, la mujer paró en seco al ver la carrera de los jóvenes y les dedicó una mirada entre curiosa y molesta. - ¡Usted disculpe seño! - Dijo la pelinegra.

- ¡NO ANDEN CORRIENDO CHAMACOS! - Gritó desde lejos una mujer que preparaba tortillas.

- Con permiso. - Decía la chica un poco apenada por lo ocurrido.

Después de una larga carrera y de muchos regaños, ambos chicos llegaron a una gran puerta de metal. La "Hacienda los gorriones", como la gente de ahí la conocía.

Ambos buscaban con la mirada la carreta en la que supone debían llegar sus amigos, pero nada, todo estaba solo.

- ¿Ves? ni han llegado y tu corriendo como burro sin mecate. - Dijo Xóchitl, regañando a Leo.

- ¿Yo que iba a saber? - Respondió el chico. - Además, en su última carta, Vale dijo que llegaban hoy, solo hay que esperarlos- .

- En las que me metes Leonardo. - Se quejó la chica.- Vas a ver cuando volvamos a pasar por el mercado, hasta con las chanclas nos van a tirar-.

- Eso es lo de menos mujer. - Respondió el otro mientras se sentaba a la sombra de un árbol y le hacía una seña a su amada - Ándale siéntate-.

Ella suspiró en señal de derrota y luego aceptó la invitación.

El tiempo se pasó muy rápido, de vez en cuando se daban alguna muestra de afecto, un beso un abrazo o simplemente se recarganban uno junto al otro, hablando de lo que harían en los próximos días.

Al poco rato, una carreta se paró frente a la hacienda, casi en seguida la puerta se abrió y unos cuantos niños bajaron corriendo, las monjas iban tras ellos intentando contenerlos, a veces resultaban muy traviesos, se metían donde no debían y a veces terminaban haciendo un desastre, pero eran niños buenos y generosos.

- ¡¡Al fin respiro!!- Una niña de cabello oscuro, pequeña trenza, ojos del mismo tono y de nombre Juanita abrazo el piso como si su vida dependiera de ello.

- No me siento bien... creo que voy a vomitar... - Se quejó otro de los niños, su rostro tenía un tono medio verde, cayó sobre el pasto fresco, intentando quitarse esa fea sensación.

- ¿Aquí nos vamos a quedar? - Preguntó Rosita, mientras abrazaba a su muñeca de trapo, a la par daba pequeños saltos de un lado a otro, era una niña un poco hiperactiva a veces, pero muy buena, a fin de cuentas.

..::_ La Leyenda del Charro Negro_ ::..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora