- - - - - Capitulo 16: Un pueblo fantasma - - - - - -

930 37 26
                                    


Pese a la oscuridad que aun seguía sobre el cielo, se podían diferenciar si era de día o de noche, el color de aquellas densas nubes se aclaraba un poco con el sol, pero sus rayos eran opacados por la oscuridad de las nubes.

Dentro de la cueva, casi todos aun dormían, Santiago se encontraba sentado en uno de los escalones del barco, junto a Valentina, cubiertos por una pequeña manta. El músico estaba despierto y listo para cualquier cosa, había podido dormir apenas una hora o dos, pero no se sentía cansado, tantas cosas pasaban por su mente, extrañaba un poco su cama en Guanajuato, a los niños, al padre y a las monjas, su hogar, en resumen, extrañaba todo. Un suave ronquido llamó su atención, junto a él, valentina estaba profundamente dormida, con Gaznate descansando en su regazo, con la pancita hacia arriba y las patitas estiradas.

Hasta que Gaznate se giró y clavo sus pequeñas garras en el estomago de valentina, no dolio, pero la idea de que se le hubiese subido un alacrán o una araña la hizo saltar de su lugar. Se levantó asustada, haciendo que el cotorrito cayera de su regazo, siendo atrapado por Santiago.

- ¡No estaba dormida! – Un tanto atontada, la muchacha se levantó intentando quitarse de encima, lo que sea que se le hubiese subido a la ropa. Mirando de un lado a otro.

- No que va... ¿Dormiste bien? – Santiago sabía muy bien que Valentina dormia mucho a veces, aunque acostrumbrara madrugar, no podía evitarlo.

- ¡Groa, groa!, ¡No tres vacas, no traes vacas!, ¡Groa, groa! - Gritaba un poco molesto Gaznate, con todas las plumas de su cuerpo encrispadas. Saltando de un lado a otro por el piso.

Esta solo bajo la cabeza y se dio un zape en la frente, al darse cuenta que había tirado al pobre cotorrito de su regazo. Ademas de caer en cuenta que se había quedado dormida, era algo imperdonable, no podían darse el lujo de dormir sus 8 horas de sueño, no en esos momentos. "Eres una novia exelente Valentina", pensó recriminándose su error. Pensamiento que fue interrumpido, al escuchar como algo se derramaba, sin mencionar un muy agradable aroma a café.

- Calenté un poco de café, ¿Quieres desayunar? – Preguntó el pelinegro, ofreciéndole una taza a la chica.

- Sí... Gracias – Contestó avergonzada, mientras tomaba la taza, y daba un sorbo.

- Buenos dias tortolitos. – La voz burlona y alegre de Leo, hizo que los dos jovenes voltearan a verlo. - ¿Qué tal la noche? -.

- Tranquila... Sorprendente tranquila...- Contestó el muchacho, mientras daba un sorbo a su café. - ¿Cómo están las piernas de Xóchitl? – Preguntó Santiago a Leo, quien no puedo evitar ponerse rojo y soltar una risa sarcástica a su amigo.

- Eres muy divertido gato... MUY divertido... - Contestó Leo, desviando la mirada de sus amigos, mientras se cruzaba de brazos.

- ¿Qué?, ¿Qué dije? - Preguntó confundido el musico, mientras se rascaba la cabeza.

- Me saliste sínico mano, eso pasa ... – Un tanto enojado Leo, se acercó a su amigo, pensando que fuera una bromita suya o algo así.

- ¡No inventes!, de que burrada hablas aho... – El musico dejo de hablar un momento, al caer en cuenta de lo que su amigo hablaba. - Ah... Me refería a que si aún le duelen tarugo, eres muy niño para pensar cosas raras. – Santiago le dio un ligero golpecito en la frente, haciendo que Leo cayera en cuenta de lo que su amigo hablaba.

- Pense que te estabas burlando por lo de ayer... - Leo se avergonzó al ver que su amigo solo tenía buenas intenciones y él pensando mal.

- ¡Ay aja niño!, tu eres el que sigue pensando en eso, en fin, ¿Aun duerme? - Dijo Santiago.

..::_ La Leyenda del Charro Negro_ ::..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora