- - - - - - Capitulo 18: El puente maldito. - - - - - -

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La lluvia de la noche anterior, había provocado que los charcos que se habían formado al rededor del barco, crecieran cada vez más y más, a tal punto que la plaza donde habían atado el navio quedará bajo el agua, haciendo que este flotara.

Para su fortuna, gracias a las sogas que usaron para atarlo bien a la tierra, este permaneció firme en su lugar. Por desgracia, el movimiento del barco había provocado que no todos durmieran a gusto. De mala gana, los primeros en despertar fueron Gato y Leo, aún con los parpados pesados y con los cabellos alborotados, se levantaron un poco adormilados y cabeceando.

Al ver que las dos chicas aun dormían cómodamente, decidieron dejarlas dormir un rato más, lo necesitaban más que ellos. Se arrastraron al baño y se apresuraron para limpiarse un poco.

Una vez ya arreglados, se dirigieron hacia la cocina, podían escuchar como sus estómagos rugian de hambre. Tal vez era algo bueno, el miedo y la preocupación les había quitando el apetito, por lo cual ayer solo habían desayunado casi a la fuerza y en la noche habían tomado un chocolate, sin darse cuenta se habían saltado una comida, y el hambre ya les pasaba cuenta.

Tras sacar unas cuantas cosas de su pequeña bodega, se dieron cuenta que tenían la mitad de provisiones que habían traído al viaje, considerando el hecho de que la noche que el charro los tomó por sorpresa en la cueva, terminó por destruir medio cargamento. Debian cuidar lo poco que les quedaba.

Luego de una larga espera, el nivel del agua bajó al fin, dejando el barco sobre tierra firme, cosa que aprovecharon, Gato bajó para buscar más madera, acompañado de Gaznate. Quizás dentro de algunas de las casas encontraria algo de madera, la lluvia había mojado todo lo que estuviera a la intemperie, pero quizás la madera de algunas sillas y mesas rotas podrian servirles. Sí, el muhacho sabía que no debían separarse, pero por otro lado, ya era de día, pese a las oscuras y negras nubes del cielo.

Leo por su parte se quedó en el barco, rebanando algunos vegetales que aun estaban bien, si debian consumir algo en ese momento, de preferencia consumirian lo perecedero.

Tras un rato de calentar y mezclar algunas cosas, el desayuno para todos estaba listo. Leo se sentó un rato en la mesa para descansar, divagando un poco respecto a lo que su abuela le había pedido, despues de terminar esa misión. Por un lado, ser cazafantasmas era algo de las pocas cosas que se consideraba bueno, era emocionante viajar, conocer lugares y personas, pero implicaba muchos riesgos.

Trabajar con hornos, azúcar y harinas, era algo que ya estaba muy acostumbrado desde que tenía memoria, no tenía desafios, su máximo riesgo era quemarse con las bandejas. Aun que no podía negar que era divertido y satisfactorio ver como a pesar de ser un poco torpe, podía terminar por hacer un buen pan, y ver como lo felicitaban por ello, muy diferente a ser cazafantasmas, que al final, ni adiós decían.

Mientras debatía entre lo bueno y lo malo de ser panadero o cazafantasmas, un fuerte golpe en la mesa lo hizo dar un brinco por la sorpresa. Solo para ver como Santiago había colocado un gran costal sobre la mesa.

- ¡¿Y TÚ QUE TE TRAES?!- Exclamó el castaño, intentando recuperarse del susto. Aveces le fastidiaba que su amigo fuera muy silencioso, demasiado en su opinión, bueno, por algo se gano el apodo de "Gato".

- Perdon mano, pero mira, conseguí naranjas. - Muy emocionado, Gato abrió el saco y colocó unas cuantas de esas frutas sobre la mesa.

- ¿N-naranjas?, ¿Aquí? - Preguntó Leo, un tanto temeroso que fuera una trampa.

- ¿Que paso Leo?, ¿Dónde quedo la confianza? - Gato al notó la cara de desconfianza de su amigo. Se acercó a un cajón y de ahí sacó una tabla de madera y un cuchillo. - Hay un árbol de naranjas cerca, no te preocupes, Gaznate me trajo una, lo seguí y las encontré, tú confía en el cotorrito. – Exclamó el muchaco, alzando el pulgar a su amigo.

..::_ La Leyenda del Charro Negro_ ::..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora