- - - - - - Capitulo 20: El Mausoleo de las flores. - - - - - -

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El dia aún estaba muy oscuro y como siempre parecia que las nubes no cederían al sol. El viento soplaba ligeramente acompañado de algunas hojas que bailaban entre este.

Gaznate se mantenía sobre el techo de la choza, corriendo de un lado a otro, intentando atrapar con el pico algunas hojas, para luego volver a lanzarlas al aire, como un niño pequeño jugando, quizás hasta los animalitos se aburrian.

Cuándo de repente se detuvo en seco y movió su cabecita de un lado a otro intentando buscar algo, cuando un sonido que provenía de adentro de la choza llamo su atención. El cotorrito se apresuró y regresó volando al interior, aterrizó lo más cerca que pudo del refugió que sus amigos habian encontrado, se inclinó un poco, a la espera de algo.

Cuándo de la nada, una mano salió del interior, casi atrapando al cotorro.

Pero este se movió rápido y se alejó fuera del alcance de esa mano, Gaznate gruño enojado dispuesto a picotear a lo que fuera a salir de ahí, cuando su semblante cambió, al ver que se trataba de sus amigos.

- ¡Ew!, ¡DIME POR FAVOR QUE LO QUE TENGO EN LA CABEZA NO ES UNA TALARAÑA! – Valentina salio del escondite, sacudiéndose desesperada la cabeza. - Tener el pelo largo es un fastidio me cae. Cuando regresemos me voy a cortar un buen. –.

– De a menos es una telaraña y no un alacrán, a ver no te muevas. – Xóchitl fue la segunda en salir del refugio, se acercó a Valentina e intentó quitarle las telarañas del cabello, cosa difícil considerando que su pelo era un poco rebelde y ondulado.

- ¡AY! ¡PERATE POR FAVOR! – Se quejó la minera al sentir un tiron en su pelo. – Me los vas a arrancar. -.

– Perdon, pero lo tres bien enredado. – Se disculpó Xóchitl, intentando quitarle aquellos delgados hilos blancos del pelo.

- Todo por andar de arrancada Vale, saliste luego luego y sin lámpara. – Santiago fue el tercero en salir, sacudiéndose las rodillas. -.

- Oye, no me vengas a regañar ahora, a quien hace tarugadas por arranque eres tu, no yo, y ni me hables que sigo molesta contigo. -.

- Hasta estropajo parece, haría un buen nido para Gaznate. - Leo fue el ultimo, casi por salir, bromeando un poco al ver algunas ramitas que sobresalian en el pelo de Valentina.

- Si corto la cuerda y te dejo caer ahí... ¿Crees sobrevivir a semejante trancazo? - Dijo Valentina, con un tono de maldad en su voz, mientras sacudia un poco la cuerda en la que leo se aferraba para no caer.

- ¡EY!, ¡ESTATE QUIETA!, ¡AHÍ MUERE!, ¡AHÍ MUERE! – Leo se sostuvo fuerte a la cuerda, intentado no caer.

- Ya estense ustedes dos, aun tenemos cosas por hacer. – Santiago se acercó y alejó un poco a Valentina para ayudar a subir a Leo. Una vez todos arriba, volvieron a cerrar aquel escondite.

Gaznate revoloteó feliz sobre ellos, este se acurrucó en el hombro de Xóchitl, frotando su cabeza en la mejilla de ella, la indiana feliz de verlo, le acaricio el verde plumaje con cariño, pese a ser un ave, era igual o más leal que un perro, no... Para ella el era un amigo... Un muy buen amigo, familia.

- Me extrañaste, ¿verdad? – Preguntó Xóchitl al cotorrito, quien moviendo la cabeza para afirmar lo que su amiga le preguntó.

- ¡Groa, groa!, ¡Me extrañaste, Me extrañaste! ¡groa, groa! – Repetia Gaznate muy feliz.

Al salir fuera de la humilde choza, se sacudueron las ropas, intentando quitarse polvo o una que otra telaraña que se les hubiese pegado por ahí.

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