Katy en multimedia
— Ok, este es el trato —dije con cierto nerviosismo—, tú me dices cuándo comenzarás, así me preparo —miré con indecisión a Jackson, él me dedicó una sonrisa de boca cerrada.
— Ajá, claro. Te diré cuándo comience —parecía estar burlándose de mí—. No digas tonterías, lo sabrás cuando lo sientas.
— Jackson, hablo enserio.
— Yo también —dijo elocuentemente. Entorné los ojos y comencé a decirle que estaba siendo malvado y que debía decirme cuándo metería esa cosa del demonio en mi pobre y expuesta piel, pero no me dio tiempo. Lo sentí, justo como él había dicho.
— ¡Ay! ¡Ay! —chillé con desespero, él sujetó mi hombro firmemente.
— No te muevas o se saldrá.
— Duele, duele. Sácala, Jackson, ¡sácala!
La cortina se abrió, Anne alzó las cejas y suspiró con cierto alivio, llevaba ropa negra para la ocasión, según ella hacerme un tatuaje significaba la muerte de Lorelai Pierce y el nacimiento de Lola.
— ¿Qué les pasa? Sonaban como una película porno versión fruna —comentó con curiosidad, cerré los ojos y aguanté un chillido mientras Jackson proseguía realizando el tatuaje bajo mi clavícula—. Oh, por favor, no duele tanto.
— Tengo la piel delicada —chillé y extendí una mano para sujetar la camiseta de Jack en la zona del hombro, la empuñé y apreté con fuerza—, ¿cuánto crees que perdure el dolor?
— Mas o menos... lo que tarde haciendo el tatuaje —explicó. Apreté los dientes y miré a Anne, ella no lucía preocupada en lo absoluto, miraba su celular como si nada. Como si yo no sintiera dolor.
Era ligeramente indignante que no estuviera apoyándome y diciendo lo fuerte que debería ser. Supongo que en aquel momento hacerme un tatuaje era realmente la muerte de mi antigua yo. Y no lo digo porque sí, está comprobado.
Las semanas que vinieron fueron una locura, comenzando por el pequeño desfile que acordamos realizar entre los estudiantes de diseño, Ben y Anne no dijeron nada cuando entré con Jackson al apartamento acarreando telas y un maniquí. Le había pedido ayuda, él aceptó sin complicaciones así que fue ligeramente confuso para los dueños del apartamento vernos entrar juntos.
Pero ya se acostumbrarían.
Lo que no procesaron jamás fue verme trabajar día y noche en un atuendo, Anne se paraba en la cocina a veces y me observaba desde allí un largo rato, como si intentara comprender el encanto que le veía yo a coser con ayuda de una máquina y unir zonas de forma manual.
Pero amó el resultado y terminó dándome un montón de ropa vieja para que la rediseñara.
El día del desfile me sentía como la puta ama con ese vestido que había fabricado, quería proyectarme, quería lucir diferente y ser diferente para siempre, así que el vestido fue azul, mis caderas estaban expuestas y solo la cubrían tiras elásticas, era largo a la altura de los tobillos, se veía genial sin ropa interior.
La segunda cosa loca que hice fue acostumbrarme al trabajo de mesera, Starfire tocaba dos días a la semana, los otros días Ben atendía en la barra con Nina, Dylan hacía de DJ, Mason trabajaba de mesero igual que Anne y yo, Jack... bueno, él solía estar en todas partes, nos ayudaba y a la vez vigilaba que nadie estuviera teniendo sexo en las paredes, traficando sin precaución o peleándose.
Casi todos los días nos marchábamos juntos al apartamento, la mayoría de las veces charlábamos, otras veces veíamos películas, incluso los chicos tocaban sus guitarras a un volumen bajo con ayuda de los amplificadores. Nos divertíamos a nuestra manera y era lo mejor que me había pasado en la vida.
Pero no todo es para siempre, supongo.
Ocurrió dos meses después de marcharme de casa, me cepillaba los dientes en el cuarto de baño mientras Anne se duchaba —estaba oculta tras la cortina— y Mason orinaba dándome la espalda. Escupí justo cuando llamaron a la puerta, enjuagué mi boca y salí del baño rápidamente.
Jackson estaba preparando el desayuno y Dylan dormía, Ben recogía lo que ensuciamos la noche anterior cuando nos habíamos sentado a ver películas, así que... sí, supongo que nos veíamos raros conviviendo todos allí. Ese apartamento prácticamente lo compartíamos seis personas y solo era para dos.
Jackson abrió la puerta estando en ropa interior mientras que me acercaba a la nevera. Tomé una jarra con leche, miré la fecha de vencimiento y bebí directamente.
— Lola —bajé la jarra y miré a Jack, lucía inquieto—, te buscan —era extraño que lo dijera de esa forma. Caminé hacia él, pero me detuvo tomándome del brazo, me entregó su camiseta gris y susurró que sería mejor ponérmela.
Fue una suerte que lo hiciera... bueno, no tanto.
Casi me caí de espaldas cuando vi a mis padres de pie en la puerta, mamá lucía tan elegante como siempre con esa falda entubada y su blusa de seda, tenía el cabello recogido en un moño formal. Papá vestía un traje, seguramente habían pasado antes que él se marchara al trabajo.
— ¿Lorelai? —preguntó él con cierto espanto. Mamá se cubrió el rostro como si no quisiera seguir viéndome vestida de aquella forma, con la camiseta cayéndome de un hombro y revelando el tatuaje debajo de mi clavícula.
— ¿Qué hacen aquí? —pregunté con nerviosismo. Me acomodé la camiseta, lo único que logré fue que cayera en la zona del otro hombro.
— ¿Y todavía lo preguntas? Te hemos llamado hasta el cansancio, ni un mensaje nos dejaste, solo desapareciste —exclamó mamá con terror—. Gracias a Dios Peter me dijo que estabas involucrada en asuntos raros con esa chica pelirroja de la que te hiciste amiga.
— ¿Y tras enterarse de eso decidieron venir? —pregunté con rabia. Papá alzó un dedo.
— Nos vamos a casa.
— No, no me iré a ninguna parte. Vivo aquí y estoy bien —dije con firmeza—, por primera vez soy feliz gracias a mi propio mérito, no quiero volver con ustedes y fingir ser perfecta.
— Lorelai, ¿qué te ocurrió? No eras así. Pobre Peter, el muchacho nos buscó luciendo tan triste... —comentó mamá, y eso me produjo malestar de estómago—, si supiera que estás aquí con ese... matón que abrió la puerta...
— No lo llames así —dije con firmeza.
— ¿Qué fue lo que pasó, Lorelai? —volvió a preguntar con infinita tristeza. Miré a papá con furia contenida.
— Katy Pierce pasó —expliqué intentando controlar mi sonrojo, pero no era más que rabia—. Encontré a Peter y Katy en la cama, ¿es eso lo que deseaban saber? —mamá se cubrió la boca y contuvo el aire mientras papá enrojecía—. Tu hija se metió con mi novio y actué como una estúpida porque ustedes jamás me enseñaron nada sobre las decepciones —confesé encarando a papá—. Ahora quiero que se vayan, lo lamento mamá, pero no quiero tener que verle la puta cara a la zorra de Katy nunca más en mi vida.
Cerré la puerta de golpe, dejándolos fuera del apartamento.
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El piso 17
Teen FictionTras huir de casa Lorelai ha decidido comenzar su vida desde cero, lejos de la burbuja en que sus padres la pusieron toda su vida. En sus planes no estaba previsto conocer a Jackson, el vocalista de una banda en ascenso. "Esta es la historia de cómo...