Capítulo ocho

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Ben en multimedia

  Desde que comencé a trabajar en el club apreciaba mucho dormir. Pero, simplemente no se podía realizar esa simple acción cuando tocaban a la puerta a las dos de la madrugada. Me levanté del sofá rápidamente, la insistencia y fuerza con que era golpeada la madera me hizo temer que se tratara de algún hombre de las cavernas que deseaba matarnos a todos.

  Anne apareció corriendo en pijama y me miró con los ojos muy abiertos, luego giró hacia la puerta y tomó una tijera de las que utilizaba constantemente para realizar mis vestuarios.

— ¿Dónde está Ben? —pregunté con fragilidad. Anne negó sutilmente con la cabeza.

— No ha llegado —susurró temerosamente. Me levanté y le sujeté el brazo con temor. La puerta seguía siendo aporreada con fuerza—. Ve a abrir —dijo empujándome.

— ¿Estás loca? —chillé bajito. Ella hizo un gesto hacia la puerta.

— Ve, o tiraran la puerta abajo —gimoteé con frustración y me dirigí a la puerta. Abrí mientras mis manos temblaban, Anne recogió un palillo de la batería de Ben y lo sujetó con fuerza entre sus dedos a la espera de que abriera finalmente.

  Cuando lo hice respiré con alivio. Era Jack.

— Dios, ¿estás loco? Casi me cago de puro miedo —chilló Anne lanzando el palo al piso. Jack la ignoró y me miró con ansiedad.

— Me llamaron hace media hora, era de parte de una de las mejores discográficas —me dijo con emoción contenida—, están interesados en Starfire, debemos viajar a Nueva York antes del viernes —. Me cubrí la boca con emoción, él comenzaba a enrojecer, podía notarlo a pesar de la oscuridad—. ¡Es Warner Music Group! —exclamó extasiado.

  Chillé con emoción y salté sobre él para abrazarlo, me levantó del piso y sacudió mi cuerpo mientras le rodeaba el cuello y reía cerca de su oreja.

  Jackson había ido a mí para darme una noticia que debía decirles a sus amigos, debía estar celebrando con ellos; pero estábamos abrazados, saltando de la emoción, aferrándonos mientras reía de felicidad.

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— Llama cuando llegues allí —exigí sujetándole la chaqueta y acomodándosela en la zona del cuello. Jackson rodó los ojos como un niño.

— Llamaré apenas ponga un pie fuera del avión —dijo complaciéndome. Asentí con la cabeza y miré a los chicos de la banda.

— Recuerda llegar antes del miércoles —susurré sujetándole la camiseta, él asintió con la cabeza de forma solemne y sonrió misteriosamente.

— Sí, mamá —dijo con diversión. Le di un golpecito en el pecho, él debía llegar antes de la graduación o lo mataría, debía recibir su título universitario.

— ¿Con quién estuviste ahora? —gruñí levantándole la camiseta y revelando el cinturón de cuero que sostenía sus pantalones, un trozo de este estaba libre y se veía realmente mal—. Tienes que comenzar a decirles a esas chicas que aprendan a poner un cinturón —lo ajusté, soltó un gruñido ahogado mientras lo acomodaba.

— Recuérdame por qué haces esto —murmuró con diversión. Elevé la mirada y torcí los labios.

— Si fuera una irresponsable y no supiera abotonarme el pantalón, ¿me dejarías caminar así o lo abotonarías por mí? —pregunté inocentemente, y eso lo hizo reír mientras me sujetaba de los costados de la cabeza.

— Volveré antes del miércoles —aseguró plantando un beso en mi frente, justo sobre el flequillo. Lo abracé ignorando la guitarra que colgaba en su espalda.

— No beban allí, podrían tener un acciente o algo —. Sí, tal vez me preocupaba demasiado, pero él me preocupaba, desde que nos vimos por primera vez (hacía casi dos meses) que no nos separábamos, cada día nos juntábamos y charlábamos y nos conocíamos y nos queríamos más.

— No te preocupes por mí —retrocedió, sonreía maliciosamente—, me mantendré en contacto, tal vez así pueda evitar que hagas alguna tontería.

— No me llamo Jackson.

— No, pero te dicen Lola. Eso sí que es grave —. Le mostré mi dedo medio sin dejar de sonreír. Se marchó junto a los muchachos, Anne se paró a mi lado para verlos alejarse y pasar por seguridad, cuando desaparecieron ella me miró.

— ¿Crees que estén bien solos? —preguntó.

— Estarán bien —dije con firmeza—. Sellarán el contrato —proseguí—. Serán los mejores.

  Me repetí lo mismo cada día que ellos no estuvieron. Creía en ellos y su talento, sabía que podrían lograrlo. Lo supe incluso cuando me llamó fingiendo tristeza, dijo que no lo habían logrado y comencé a chillar porque sabía que mentía.

  En ese momento no pensé en lo que el futuro nos haría. No pensé en lo mucho que podríamos distanciarnos si él debía viajar de un lado a otro tocando en conciertos, no pensé en nada de eso porque no era una persona egoísta.

  Tal vez debí serlo un poco, solo un poco.

  Debí pensar en mí.

  No debí enamorarme de él y de todo lo que era.

  Fue por eso que decidí dejarlo ir. Porque amaba lo que era, y no podía arrebatárselo, si lo hiciera entonces dejaría de ser Jackson.

  Dejaría de ser mi Jackson.

  Después de todo sí fui egoísta. Lo fui conmigo misma, me arrebaté todo, me rompí el corazón, me destruí el alma y la vida. Después de un año tenía todo lo que quería, pero no lo que amaba.

  Todo lo que me rodeaba era luz, sin embargo, aquellas fuerzas oscuras del universo —de las que Jackson solía hablar constantemente— me arrastraban a un vacío donde no estaba él.

  Moría de tristeza.

  Dicen por ahí que de amor no se muere. No estoy tan segura.

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¡Próximo capítulo narrado por Jackson!

El piso 17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora