Capítulo siete

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  ¿He mencionado que Jackson se volvió mi amigo? Bueno... no fue tan fácil al comienzo. Todos nos miraban raro, incluso los chicos de la banda, hasta Anne fruncía las cejas en señal de confusión cuando me veía bromeando con él.

— Amigos —murmuró Anne mirándome rarito. Me encogí de hombros mientras recogía botellas vacías de cerveza que se encontraban sobre una de las mesas. El club había cerrado a las cuatro de la mañana ese día, los chicos habían tocado una hora al abrir y una hora antes de cerrar así que guardaban los instrumentos—. Es raro.

— Que sí, Annalise, somos amigos —dije con frustración. ¿Por qué no podía ser la amiga de Jackson?

— Es raro, te digo. Él tiene amiguitas, suelen coger en el baño y luego solo... "adiós, hasta la próxima vez que nos encontremos por casualidad" —imitó la voz masculina de Jackson, no le salió demasiado bien. En aquel momento se me hizo interesante que él tuviera esa libertad y capacidad para andar con chicas sin enamorarse, a mí me miraban más de la cuenta y ya estaba creando una vida juntos.

  En aquel momento pensé eso.

  Ahora me emputece, en serio. Maldito Jackson.

  En los días que siguieron me di cuenta de que Anne tenía razón, Jackson a veces se marchaba del club con algunas chicas, volvía diez minutos después luciendo fresco y al límite en su potencial sexual. Mi reacción era torcer la cabeza y preguntarme qué se sentía actuar de aquella forma tan libre, después de todo, el único novio que tuve hasta entonces fue Peter, porque no cuenta Víctor de primaria, ese que me robó mi primer beso.

  Supongo que mi principal error fue no fijarme nunca en que, si aprendía a actuar con mayor sensualidad, habría chicos arrastrándose detrás de mí. Anne me lo dijo el día que nos preparábamos para nuestro último día de clases de ese año: nuestro penúltimo año.

— ¿Por qué no buscas a un chico que te haga feliz? —preguntó como si fuera muy simple. Fruncí las cejas y resoplé.

— ¿Qué quieres decir con eso? —ella entornó los ojos y se acercó a ponerme labial, le permití hacerlo.

— Que podrías acostarte con el chico y... listo.

  Ya saben, uno duda cuando le dicen eso.

  Me lo pensé toda la mañana, en serio que lo hice. Durante las clases no hacíamos más que holgazanear así que tuve tiempo suficiente para revisar mis redes sociales y pensar un rato en las palabras de Anne.

  Acostarse con el chico y... listo.

  De no haber elevado la mirada en ese instante jamás habría ocurrido nada de lo que pasó esa tarde.

  Tragué con dificultad y me encogí de hombros al ver los llameantes ojos de Cameron Gilmore. ¿Edad? Treinta y tantos. ¿Estatura? Mm... no lo sé, tal vez medía un metro ochenta y pocos. ¿Ocupación? Profesor de diseño.

  No sé cómo, pero, al terminar el día estábamos en su coche, y fue... fue excelente. En serio. Jamás había sentido de esa forma el sexo, Peter me hacía querer llorar en vez de correrme, en cambio ese momento fue único y excitante y caliente y... y Anne casi chillaba de la emoción cuando le dije lo que ocurrió.

  Entré en el apartamento apresuradamente, seguía caminando raro pues sentía bajo mi falda mi entrepierna ligeramente húmeda y pegajosa, Anne justamente se encontraba allí a punto de salir así que la agarré del brazo y le dije:

— Me acosté con mi profesor de diseño —, su respuesta fue un grito. Me abrazó, me levantó, me agitó y me soltó para hacer un bailecito.

— ¡No puedo creerlo! Dime que lo hizo bien —rogó mientras me dirigía a la cocina, bebí un poco de agua y sonreí.

El piso 17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora