Capítulo catorce

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— Eso suena excelente, chicos —aulló Rickson a mi lado. Sonreí abiertamente mientras observaba a Starfire tocar dentro del estudio de grabación, el encargado de sonido había enviado a Jackson a cantar solo, siguió Mason que entró y en soledad tocó su guitarra eléctrica. Lo mismo pasó con Dylan y Ben.

  Pero, finalmente, estaban todos juntos tocando como una banda y con eso se terminarían de afinar algunos detalles.

  Ellos eran increíbles. Sin embargo, todos sabíamos que la voz de Jack era en realidad el detonante inicial, era él quien hechizaba con su tono rasposo y ronco, con su tono grave que le daba un toque oscuro y soberbio.

  Recuerdo en aquel momento haber pensado que él era el único que era capaz de hechizarme de aquella manera con una canción que iba de superación y olvido, de un pasado oscuro y nefasto. Sigo creyendo lo mismo. Pero en ese entonces no sabía que él estaba contando su historia.

  Estuve allí en su primer concierto, fue en Nueva York un día sábado a inicios de octubre, con Anne viajamos dejando de lado la universidad solo para estar presentes en aquel día tan importante. Recuerdo a Jackson fumando como si no hubiera un mañana, terminé fumando del mismo cigarrillo que él por el nerviosismo que me contagió mientras le ajustaba el cinturón de cuero al pantalón y le ponía una cadena de plata en el cuello para que combinara con sus piercings.

— Tú puedes —le dije sujetando su camisa negra, él dio una calada profunda al cigarrillo y asintió con la cabeza. Anne estaba ayudando a los demás con el cabello y sus ropas, Rickson caminaba de un lado a otro preocupándose que estuvieran en perfecto estado los instrumentos—. Estaré en primera fila mirándote —prometí quitándole el cigarrillo y apagándolo tras darle una calada.

— Bien —susurró—. No salgas de ahí hasta que terminemos, si me equivoco...

— Si te equivocas improvisas, no te detengas —advertí. Sus ojos se entrecerraron, asintió con la cabeza y me besó la frente, justo sobre el entrecejo, sus grandes manos sujetaron los costados de mi rostro durante los segundos que mantuvo sus labios sobre mi rostro. Estaba nervioso, asustado, inquieto.

  Los dejamos solos cuando faltaban dos minutos, con Anne nos escabullimos hasta la primera fila de esa multitud que llenaba el club, todos esperaban, todos los conocían gracias a los poderes del internet y las radios juveniles. Tomé la mano de Anne con fuerza, me devolvió el apretón y vivimos un sueño de dos horas.

  Mientras veíamos el concierto rogué con todas las fuerzas de mi corazón a ese Dios en el que creía, que el futuro que tenía para Jackson fuera feliz y pleno. No importaba si yo no estaba él.

  Recuerdo que, mientras cantaba con un micrófono en su mano, me miró con lágrimas acumuladas en los ojos gracias a la emoción que todo aquello le causaba. Me sonrió abiertamente sin dejar de cantar, le devolví mi más grande y sincera sonrisa.

  Ojalá aquel momento se hubiese convertido en la eternidad.

+ + + + + + + + +

— Joder, qué cansada estoy —susurré a Anne mientras caminábamos fuera de la universidad. Llevábamos tres meses del último año y ya no quería más guerra. Viajábamos algunos fines de semana a Nueva York cuando los chicos se encontraban allí, solían tener muchos conciertos en clubes reconocidos, habían comentado incluso que Rickson había conseguido que tocaran en Seattle y en Los Ángeles.

— Y que lo digas. Odio la clase de diseño —le di una mirada a Anne de esas que expresan en toda su gloria un "serás idiota, ¡estudias diseño de modas!".

  Al menos los chicos estaban esa semana en la ciudad, tenían dos conciertos en un club de la ciudad vecina que se encontraba a una hora de distancia así que pasarían la semana entera con nosotras. Ellos debían de estar en el apartamento así que nos dirigimos hacia allí enseguida, pero...

El piso 17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora