Capítulo cinco

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Dylan en multimedia

  El volvo rojo de Anne tenía una capacidad de cuatro pasajeros sin contarla a ella como conductora. Pero íbamos cinco personas más dos guitarras y un bajo. El chico moreno de cabello rizado —lo llamaban Mase, supuse que su nombre era Mason— iba sentado junto a Anne, por lo que me vi obligada a subir en la parte trasera junto a los demás chicos. Ben fue amable y me permitió sentarme sobre su rodilla durante el trayecto al apartamento.

  Todo era risas. Y supongo que suena raro considerando que de mí no salía palabra antes de eso, pero... bueno, ¿he dicho ya que Anne tiene una capacidad increíble de convencimiento? Bueno, me embriagué hasta las orejas, era toda risitas mientras charlaba con Ben y le hablaba de la puta de mi hermanastra, todos me oían con atención y se reían, en ese momento pensaba que se reían conmigo, pero en realidad se reían de mí.

  Lo hicieron incluso mientras entrábamos en el apartamento y nos sentábamos en los sofás.

— ¿Y qué tal es tu hermana? Para saber si tengo posibilidades —bromeó el muchachito que parecía muñeco, lo llamaban Dy. Estaba sentado en el sofá del costado.

— Eres muy pequeño —dije sin rodeos, la cerveza en mi mano estaba por la mitad—, espera, a ella le da igual —me eché a reír, Anne a mi lado también lo hizo—. Mi media hermana es bellísima, todos quieren estar con ella porque ama tomarse fotografías en ropa interior —confesé con fastidio.

— ¿Y tú no te tomas ese tipo de fotografías? —preguntó Jackson con picardía. Él estaba a mi otro costado, sostenía una lata de Coca-Cola en la mano izquierda. Solté una risita, pero no respondí, fue Anne.

— Lorelai es la hijita de papi, no la dejaban utilizar faldas que estuvieran sobre la rodilla, su cabello era tan largo que parecía de esas niñas de la iglesia, y ni siquiera las uñas se pintaba —sentí mis mejillas enrojecer—, anoche me llamó y me dijo que la recogiera, ¿me creen si les digo que se escapó?

— No me escapé, me marché y ya —dije con la voz ida. Comencé a quitarme las zapatillas—, Anne, ¿tienes esmalte de uñas rojo?

— Claro, ¿por qué? —preguntó ella abriendo una bolsa de frituras para comer, me ofreció y metí la mano.

— Píntame las uñas de los pies —ordené mientras me llenaba poco a poco la boca con frituras—, quiero ser una chica mala.

  Pero, ¡hey! Las risas no faltaron.

  Mientras Anne buscaba el esmalte me puse de pie y comencé a quitarme las medias, los chicos se reían mientras hacían bromas al respecto sobre mí bailándoles sobre la mesa, caí sentada sobre el sofá cuando perdí el equilibrio, pero volví a ponerme de pie y seguí quitándomelas. Una mano se posó en mi espalda baja y otra en mi codo, en aquel momento le tomé poca importancia, ni siquiera le di más de una mirada a Jackson, pero él sí estaba mirándome y sonreía ante mis acciones como quien ve a un cachorro Poodle correr por primera vez en su vida y caer torpemente.

  Levanté las piernas sobre el regazo de Anne mientras me pintaba las uñas, eso me obligó a apoyar la espalda contra Jackson, que no parecía molesto en lo absoluto mientras charlaba con sus amigos.

— Tal vez con estas uñas rojas logres sacarte esas telarañas de la... —no voy a permitir que se enteren de lo que dijo Anne en ese momento. Sobre mi cadáver. Fue tan vergonzoso que enrojecí violentamente mientras todos reían a carcajadas.

— Anne —me quejé.

— ¿Qué? Jamás olvidaré cuando me llamaste y dijiste: "Anne, estoy en casa de Peter y quiere tirar. Llámame dentro de un minuto llorando." —para ese entonces todos estaban riendo, parecía chiste, pero era anécdota. Me contagié rápidamente—. Ya dime, ¿qué tal lo hacía?

El piso 17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora