Capítulo diecinueve

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Clarissa y Heaven en multimedia

  No me sorprendí la mañana de navidad cuando desperté en mi cama. Supe que alguno de los chicos me movió —probablemente Jackson—, aunque sí me causaba curiosidad cómo terminó Dylan durmiendo a mi costado derecho y Jack del otro lado de la cama roncando como tractor.

  Supongo que, aquel día, todo fue una maravilla. Era tardísimo cuando despertamos así que abrimos los regalos justo antes de almorzar las sobras de la noche anterior, Supongo que, para todos los chicos, fue una sorpresa descubrir que habíamos confeccionado camisetas personalizadas con sus respectivas tallas.

  Dylan se la puso encima de la ropa para dormir y sonrió abiertamente en agradecimiento, era todo un amor. Les tomamos una fotografía a todos ellos con la camiseta puesta y gorras rojas de Santa Claus, se veían adorables sonriendo, aunque Jack parecía más bien un niño recientemente regañado.

— ¿Y mi regalo de tu parte? —Alegué a Jack cuando salíamos del apartamento pues él me había invitado a la pista de patinaje para pasar la tarde.

— Te lo daré más tarde —me tranquilizó mientras se ponía una gorra, seguido de eso metió las manos en los bolsillos de la chaqueta de cuero que llevaba.

— No me digas que aún no me has comprado nada —le dediqué una mirada evaluativa, él torció los labios.

— En realidad, tengo que ir a comprarlo ahora —confesó. Le puse mala cara.

— Y yo que te compré algo —susurré de mala gana, ganándome una sonrisa por su parte.

— Pero si la camiseta la has hecho, no la has comprado —. Mis mejillas enrojecieron.

— Pero te tengo otro regalo, tonto.

  Me preguntó cuál era y me exigió entregárselo, mi respuesta en ese momento fue hacerme la difícil y reírme de su curiosidad. Seguíamos discutiendo cuando llegamos a la pista de patinaje tras caminar media hora bajo la nieve, supongo que nuestras discusiones jamás fueron reales, siempre existió ese toque de diversión. Eso nos recordaba constantemente que solo jugábamos.

  Aunque jamás he olvidado su mirada el día que lo golpeé.

  Supongo... supongo que siempre voy a recordarlo y me sentiré terrible.

  Siempre.

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— Como me caiga por tu culpa... —dije mientras apretaba su mano con fuerza. Jack me había puesto su gorra y había cubierto ton ella mis ojos, no veía nada en lo absoluto así que caminaba a ciegas.

— Tranquila, no te llevaré al hielo aún —aseguró dirigiéndome a no sé dónde.

— ¿Ya? —pregunté cuando nos detuvimos.

— Ya —me quitó la gorra de golpe, pestañeé varias veces acostumbrándome a la luz, me peiné el cabello con las manos y miré al frente.

  No tienen idea de lo que sentí en ese momento. Fue como si mi alma diera un brinco, se saliera de mi cuerpo y volviera a meterse en él.

  Un par de chicas estaba frente a mí. Sonreían tanto que permitían entrever sus dientes de conejo, sus ojos verde agua se achinaban y... una de ellas estaba castaña. Se había teñido. Heaven se había teñido.

  No necesitamos palabras para comunicarnos, solo avancé y cerré los ojos mientras me envolvían entre ambas en un abrazo tan apretado que creí que romperían mi cuerpo. Solo podía sonreír mientras retenía las lágrimas, Heaven reía mientras Clarissa lloraba.

El piso 17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora