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Los árboles, la acera, y el parpadeo de las luces giraban a mí alrededor, mientras lo sentí: el primer inconfundible enredo en el delicado tejido de mi cordura.

Reí. Estaba tan loco. Luego, vomité.

Unas manos agarraron mis hombros. Por el rabillo del ojo vi a una mujer con un traje y un hombre en uniforme oscuro acercarse, pero estaban borrosos.

-Genial, simplemente genial. ¡Sácalo de aquí, Gadott! -dijo la voz femenina. Ella sonaba tan lejos.

-Cállate, Folsey. Fácilmente podrías haber establecido un perímetro -dijo la voz del hombre detrás de mí. Él me giró, mientras yo limpiaba mi boca. También usaba un traje. -¿Cuál es tu nombre? -preguntó, con autoridad.

-Z-Zhan -tartamudeé. Apenas pude oírme.
-¿Puedes traer a los paramédicos aquí? -gritó. -Podría estar en estado de shock.

Comencé a tener una crisis nerviosa. No paramédicos. No hospitales.

-Estoy bien -dije y deseé que los árboles dejaran de bailar. Tomé unas cuantas respiraciones profundas para estabilizarme. ¿Estaba ocurriendo esto? -Es sólo que nunca había visto un cadáver antes. -Lo dije antes de incluso darme cuenta de que era cierto. No había visto a Rose, Carol o Jay en sus funerales. No había suficiente de ellos para ver.

-Sólo sería para echarte un vistazo -dijo el hombre. -Mientras te hago algunas preguntas, si estás de acuerdo. -Señalo hacia los paramédicos.

Sabía que no era una lucha que pudiera ganar. -Está bien -dije. Cerré los ojos, pero aún veía la sangre. Y las moscas.

¿Pero dónde estaba la perra?

Abrí los ojos y la busqué con la mirada, pero no la vi por ningún lado.

El paramédico se acercó y traté de concentrarme en no parecer demente. Respiré lenta y uniformemente cuando el brillo de su pequeña linterna me pasó por ambos ojos. Él me miró, pero justo cuando parecía estar guardándola escuché a la detective hablar.

-¿Dónde diablos está Dicks?

-Dijo que estaría aquí pronto. -La voz pertenecía al hombre que me había estado hablando hace un minuto.

-¿Quieres ir allí y atar ese perro mejor?

-Uh, no.

-No quiero tocarlo -dijo la mujer. -Pude ver las pulgas arrastrándose en su piel.

-Señoras y señores, lo mejorcito de Miami.
-Veté al infierno, Gadott.

-Tranquilos. El perro no va ir a ningún sitio. Apenas puede caminar, dejen a un lado el tema de que pueda huir. No es que importe. Es un pit bull, sólo van a ponerle la eutanasia.

¿Qué?

-No hay manera de que ese perro lo haya matado. El hombre tropezó y se rompió el cráneo en la estaca que estaba por la pila de madera, ni siquiera tienes que esperar a que el forense nos diga eso.

-No dije que el perro lo hiciera. Acaban de decir que van a ponerle la eutanasia de todas formas.

-Es una pena.

-Al menos lo sacaran de su miseria.
Después de todo lo que ella había pasado, iban a poner a la perra a dormir. Asesinada.

Por mi culpa.

Me sentí enfermo de nuevo. Mi mano tembló cuando el paramédico tomó mi pulso.

-¿Cómo te sientes ahora? -preguntó con voz tranquila. Sus ojos eran amables.

DESPERTAR • [YIZHAN | PRIMERA PARTE] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora