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Mi cuerpo se sintió caliente ante el contacto mientras Yibo abría paso hacia el bullicioso restaurante. Yo lo miraba de perfil, cuando se detuvo a hablar con el anfitrión. De alguna manera, no parecía la misma persona que conocí hace dos semanas. No parecía la misma persona que me recogió esta mañana. El Yibo sarcástico, lejano, intocable, ahora cuidadoso. Y eso lo hacía real.

Me preguntaba si alguien más lo sabía, pero disfruté un instante pensando que yo podría ser el único mientras éramos conducidos a una mesa junto a la ventana. Pero luego el agarre de Yibo se tensó sobre mi mano. Dirigí la vista hacia él. Su rostro estaba pálido.

–¿Yibo? –Sus ojos estaban cerrados con fuerza y comencé a sentir miedo sin saber por qué. –¿Estás bien?

–Dame un minuto –dijo, sin abrir los ojos y soltó mi mano. –Regreso enseguida.

Él regresó por donde habíamos venido y desapareció fuera del restaurante. Un poco aturdido, me senté en la mesa y examiné el menú. Estaba sediento así que levanté mi cabeza para buscar en el restaurante por un camarero, cuando lo vi.

Jay.

Mirándome por debajo del ala de su gorra. En medio de una multitud de gente esperando por un asiento.

Comenzó a caminar hacia mí.

Cerré los ojos. Él no era real.

–¿Qué se siente ser el chico más apuesto en la sala?.

Salté frente a la voz con acento. No de Yibo. Y definitivamente no de Jay. Cuando abrí los ojos, un hombre de piel blanca con pelo rubio y ojos color avellana estaba de pie junto a la mesa con una expresión seria.

–¿Te importa si me uno a ti? –preguntó mientras se deslizaba en el asiento frente a mí.

Aparentemente no tenía intención de esperar por mi respuesta.

Entrecerré los ojos hacia él. –En realidad, estoy aquí con alguien –le dije.

¿Dónde estaba Yibo?

–Ah, sí, lo vi salir. ¿Él es tu novio?. Lo digo porque ustedes dos entraron tomados de la mano, pero el te dejó solo aquí.

Hice una pausa antes de responder. –Es un amigo y regresará pronto.

Su sonrisa se ensanchó. –Es un idiota.

–¿Qué?

–Si es sólo un amigo, es idiota. No creo que pudiera soportar ser sólo tu amigo. Soy Alan, por cierto.

Resoplé. ¿Quién era este tipo? –Por suerte, Alain –dije, pronunciando mal su nombre a propósito –no preveo que sea un problema.

–¿No?, ¿Y eso por qué?.

–Debido a que estabas yéndote –dijo Yibo detrás de mí. Me di media vuelta y miré hacia arriba. Yibo estaba a unos centímetros, inclinado sobre mí ligeramente. La tensión era evidente en sus hombros.

Alan se levantó y buscó algo en el bolsillo de sus pantalones, sacando un bolígrafo.

–En caso de que te canses de amigos –dijo, garabateando algo en una servilleta –aquí está mi número. –La deslizó sobre la superficie de la mesa en mi dirección. La mano de Yibo pasó sobre mi hombro y la tomó.

Los ojos de Alan se estrecharon hacia Yibo. –Él puede tomar sus propias decisiones. –dijo Alan dirigiéndose a Yibo.

Yibo se quedó inmóvil por un segundo, mirándolo a él. Luego se relajó y una chispa de diversión iluminó sus ojos. –Por supuesto que puede –dijo y levantó una ceja hacia mí. –¿Y bien? – espero por mi respuesta.

DESPERTAR • [YIZHAN | PRIMERA PARTE] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora