Cuando llegó a la secundaria Inosuke fue el centro de burlas por su afeminado aspecto, le apodaban de mil formas diferentes, pero solo uno quedó grabado en su orgullo; ser llamado "Niño bonito" había despertado su furia completamente, haciendo que r...
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Amigos.
¿No son los que están contigo en las buenas y en las malas? ¿Los que te ayudan siempre que los necesites? ¿Los que te apoyan en tus momentos difíciles? ¿Quiénes te aconsejan cuando estás en apuros y sin saber qué hacer?
Al menos eso decía su mamá y google.
De ser así...entonces ellos nunca fueron sus amigos ¿No es cierto? Había caído en la trampa, todo este tiempo solo se aprovecharon de él para tener algo de lo que reírse, para poder burlarse suyo y de sus deseos, para sentirse superiores a él.
Gruñó, pasándose la mano por el cabello en un intento por calmar su ira (Cosa que no parecía ser muy eficiente). Algo muy dentro de él opinaba diferente, le recordaba los buenos ratos y momentos graciosos que pasó con la Kamado y el Agatsuma, y le hacía rememorar lo preocupados que estuvieron por él, mientras continuaba repitiendo constantemente "Tu eres quien está equivocado"
Estúpido cerebro ¿Si se golpeaba la cabeza contra la ventana del autobús, dejaría de pensar en tanta ridiculez?
No le quedó oportunidad para comprobarlo, ya que el solitario autobús donde se hallaba fue invadido por la presencia de no solo uno, sino que de dos profesores. La más baja de entre los dos se acercó y se sentó rápida pero cautelosa a su lado, mientras que el más alto solo se quedó de pié arrecostándose un tanto en la línea de asientos frente a la suya.
— ¿Quien te dijo que tenías permitido subirte al autobús? — Preguntó Giyuu, con su siempre cara de póker — Primero se toma la asistencia y luego se les permite subir.
Shinobu ignoró olímpicamente a su compañero de trabajo, estando segura desde un inicio que el profesor de educación física poco o nada sabría sobre como animar a un estudiante. Ella sonrió comprensivamente hacia Inosuke y colocó una de sus manos en su hombro.
— Ignóralo, no venimos para regañarte, es solo que la falta de materia gris del profesor Tomioka hace que no sepa cómo iniciar una conversación — Aclaró sonriente, sintiendo la azulada mirada del azabache mayor taladrándole la nuca, cosa a la que le dio poca importancia — No es algo común que un estudiante se encierre solo en un autobús Hashibira, nos preocupa que algo o...alguien pueda estar molestándote.
Inosuke (con su marcado ceño fruncido) continuó mirando a la ventana, tal y como llevaba haciendo desde que el par de profesores habían violado su momento de soledad. Recordaba que estas cosas solían pasar a menudo en todas las otras escuelas a las que asistió, los maestros se le acercaban constantemente con intenciones de domarle, lo cual nunca les resultó, y solo logró que el azabache se comportara más rudo y rebelde.
Sin embargo, había algo diferente esta vez, algo que le martillaba duramente el corazón y le oprimía la garganta. Y era que en esta ocasión sí quería soltarlo todo, quería contarles a ambos la razón de su aislado comportamiento, sentía que tal vez sí podía confiar en ellos.
