Cuando llegó a la secundaria Inosuke fue el centro de burlas por su afeminado aspecto, le apodaban de mil formas diferentes, pero solo uno quedó grabado en su orgullo; ser llamado "Niño bonito" había despertado su furia completamente, haciendo que r...
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Ese sábado al medio día Inosuke se estaba alistando para salir. Se colocó unos pantalones deportivos y una franela sin mangas, dando a exhibir sus formados brazos, se puso una gorra para ocultar lo enmarañado que estaba su cabello, y luego de ponerse unas zapatillas deportivas de lo más sencillas y guardarse el teléfono en uno de los bolsillos del pantalón, bajó rápido a la entrada para irse sin ser notado.
Lástima que su mamá lo vio desde la cocina.
— Inosuke, hijo — Llamó Kotoha, sacándole un susto al azabache.
Demonios, pensó. Había sido atrapado (claro que tampoco había puesto mucho esfuerzo en encubrir su salida, pero pensó que si se apuraba iba a salir ileso de preguntas), así que usando el tono más adorable que pudo, y dando media vuelta para encarar con una sonrisa nerviosa a su madre, contestó.
— ¿Sí, Mami?
La mujer de largo cabello azabache se acercó a su hijo, examinándolo con sus ojos esmeraldas entrecerrados y el ceño levemente fruncido, expresión que luego cambió por una más dulce, sumada a una amable sonrisa.
— ¿A dónde vas? — Le preguntó.
Inosuke desvió la mirada, intentando idearse una mentira a toda velocidad...cosa que no pudo, porque sus únicas dos neuronas aún no habían superado el susto de haber sido descubierto.
Aunque también podía ser porque no eran realmente rápidas al hacer su trabajo...hmm...
Inosuke les bajaría el salario, sí, eso haría ¡Se lo merecen por ser tan incompetentes!
— Sigo esperando tu respuesta mi cielo — Dijo Kotoha, aún con su dulce sonrisa (que comenzaba a verse adorablemente aterradora) ahora cruzada de brazos. Sirviendo esto para que el azabache saliera de su debate sobre si las neuronas tienen salario o no.
Se rascó la mejilla todavía intentando inventarse algo, sin embargo suspiró molesto al no lograrlo, acabando por decirle la verdad a su mamá.
— Iré a casa de mi amigo Yenga...
Kotoha se indignó. Le gustaba que su hijo por fin tuviera amistades, pero no por eso tenía que dejar sus deberes de lado.
— ¿No deberías estar estudiando en su lugar? En la última reunión que tuve con el Director nos dijeron que por estas fechas iniciaría la semana de exámenes.
Inosuke tragó grueso.
¿Sería este el fin del hombre jabalí?
¡Ding, ding, ding!
Oh, pero vaya... Tal vez no sea su final ¡Que el foco se le ha encendido! sus neuronas por fin hicieron click. Y eso que comenzaba a pensar que estaban quemadas.
Quizás considere darles un salario a partir de ahora ¡Resultaron ser algo eficientes las desgraciadas!
— Sí, de hecho el hermano mayor de Yenga es mi profesor de matemáticas, y quería aprovechar la visita para hacerle unas cuantas preguntas sobre temas que no entiendo del todo.
