Debo admitir que cuando fue mi momento odié cada segundo de esta horrible prueba. Si, en un momento morí de terror, aun no era una guerrera de la frontera y ¿Me capturaban en mi primer ejercicio de exploración? Tardé un par de días en liberarme y consumir las bayas. Las amenazas de las que había sido objeto eran terribles, había sentido cosas espantosas en mi piel y no había centímetro de mi piel que se encontrara sano.
Ahora era yo quien debía hacer pasar por este infierno a las reclutas. No era mi primera vez, pero siempre llenaba de pena mi corazón. Eran chicas medianamente inocentes y en un par de días destrozaríamos esa inocencia hasta llevarlas a cometer el sacrificio final.
—Estarán bien —dijo Anthea mientras terminaba de ajustarse una incómoda armadura de Luthier—. Ugh, como apestan, no importa lo mucho que las laves, siempre huelen a sangre, sudor y muerte.
—No se bañan —apunté mientras daba un par de golpes de prueba con una pesada espada de Luthier. Mi antebrazo protestó, pero era soportable.
—Salieron hace un par de minutos, les hemos dado ventaja —explicó mi nueva segunda antes de ocultar su rostro con un largo pañuelo.
—Bien, cada equipo tiene asignadas a sus reclutas, da la orden para que inicien. Quiero que salga un equipo por vez. Cuando regrese el primer equipo con sus prisioneras, que salga el segundo. No quiero que por casualidad se crucen y tengamos alguna dificultad.
—No se preocupe, comandante, las envié en direcciones diferentes.
Y así la gran noche dio inicio. Dos cohortes cuyas integrantes habían sido seleccionadas con extremo cuidado formaron equipos de cinco y seis integrantes para cazar a sus respectivos equipos de reclutas.
Cinco guerreras habilidosas y aguerridas, Anthea y yo nos deslizamos en lo profundo del bosque, justo en la dirección que Dasha, Airlia y su equipo tenían asignada para patrullar.
—Déjame a Dasha, quiero asustarla un poco—bromeó Anthea.
—Debemos concentrarnos en Airlia, recuerda que sus habilidades pueden llegar a superarnos.
—Somos siete, comandante.
—Y alguna de nosotras puede acabar muerta si no tenemos cuidado, así que sean precavidas.
Caminamos con cautela, cubriendo nuestros pasos lo mejor que podíamos. Pronto, encontramos al equipo de Airlia, llevaban una antorcha que irradiaba solo una luz mortecina a su alrededor.
—Airlia, creo que hemos ido lo suficientemente lejos —susurró Dasha. Desde mi posición veía lo mucho que se resistía a tomar el brazo de su ex novia.
—Debemos patrullar, Dasha, estamos a nada de convertirnos en guerreras de la frontera, esto será nada comparado con nuestras futuras misiones.
Decidí que aquel era el mejor momento para atacar. Hice un par de señas a mis guerreras para indicarles que rodearan al grupo, luego saltamos sobre las desprevenidas chicas. Tal y como vaticiné, reducir a Dasha y a las demás no tomó demasiado esfuerzo, solo el necesario para mantener alejada a Airlia, mientras nuestras espadas se encargaban de dejar fuera de combate a sus compañeras.
Al verse sola Airlia luchó con mayor fiereza. Sabía que estaba rodeada y acabada. Una situación límite que sin duda alguna alimentaba su deseo de vivir. No iba a entregarse a sus enemigos, prefería morir con honor
Me las arreglé para efectuar un pequeño corte en su brazo con mi espada. El veneno haría efecto en unos instantes. Mientras, debíamos mantenerla entretenida. Un par de cortes más terminaron por llevarla al suelo, parpadeaba confundida, sin duda le parecía extraña la perdida de sentidos cuando sus heridas eran tan insignificantes.
ESTÁS LEYENDO
Deber y Traición
General FictionAnteia, comandante del ejército de la frontera, enfrenta a una lucha desigual. Debe proteger con su vida al reino, mientras su corazón muere por amor. ...