When I look At You

1.2K 109 162
                                    

"Nadie puede pertenecer jamás a otro... El amor es un contrato libre que se inicia en un chispazo y puede concluir del mismo modo."

Isabel Allende

Vendrían días grises, bien lo había dicho Celeste, cuando estaban convencidas de que su relación iba por un buen camino apreció un tropiezo más, un tropiezo que Piper se dio cuenta en tan solo segundos que desestabilizaba a la mujer que amaba. Muy pocas veces la había visto tan nerviosa, su periodista sexy siempre era muy valiente y enfrentaba a quién sea, pero con esa mujer al parecer todo era diferente.

— Llevo casi todo el día esperándote, Alex — le mostró una sonrisa tan amplia que hasta resultaba macabra.

— Pero... como... — Alex balbuceó.

— Alex, ¿quién es está señora? — preguntó la niña.

— Tú... ¿con una niña? — ironizó mirando a su esposa al lado de Ricitos de Oro — me llamo Artesian MCcolloug, linda y ¿tú cómo te llamas? — fingió amabilidad analizando el gran parecido de la niña con su madre.

— Amelia — dijo seca no con su alegría característica — ¿eres amiga de Alex?

— Soy su...

— ¡Artesian, ven conmigo necesitamos hablar! — la detuvo Alex — Celeste, gracias... por recibirla — susurró apenada y puso la mirada en la rubia que amaba — Pipes... hablamos luego.

Piper le sonrió con tristeza y entró a su casa. Alex acarició los cabellos de la niña y caminó en dirección a la cabaña con su esposa tras de ella. No le dijo nada en todo el trayecto, estaba demasiado furiosa, quería controlarse por su bienestar psicológico y por el de Artesian.

— ¿En serio, Alex? — soltó con dramatismo al llegar a la cabaña — ¿Pretendes que yo entre ahí? ¿Qué te pasa? ¿Como puedes estar en este pueblo tan asqueroso? — le reclamó elevándole la voz.

— ¿Qué viniste a hacer tú aquí? — le reclamó a lo inmediato — tú no podías salir de New York.

— Te equivocas, mi amor ya puedo hacerlo — intentó tocarla y Alex se apartó.

— No me llames mi amor. Lárgate hoy mismo, Artesian — le advirtió abriendo la puerta de la cabaña.

— No, no me voy a ir, vengo a supervisar el trabajo que estás haciendo — Alex se volteó dubitativa.

— ¿Qué? Tú no eres mi jefa — volteó los ojos con ironía.

— Oh, tienes que ver esto, mi vida — sacó de su bolso unos papeles, Alex se los arrebató y los hojeó.

Suspiró molesta, al parecer el alcalde del pueblo se había quejado de ella y amenazaba con poner una denuncia oficial en contra del medio, por lo que habían asignado a Artesian para evaluar el trabajo que había hecho Alex. Tenía previsto estar en Westfield un periodo de 10 días. A Alex le deprimió mucho la idea de soportarla tanto tiempo, además no salía de su mente la imagen de su rubia triste.

— ¿Te vas a quedar ahí? — preguntó en un susurro con la mirada baja — en el pueblo no hay otro lugar donde puedas hospedarte — dijo en un tono más tranquilo luego de leer.

— Sí es para dormir de nuevo con mi amada esposa, me quedo donde sea — se animó a entrar. Escrutó con asco todo el lugar, Alex estaba con los brazos cruzados y el rostro molesto al ver lo que hacía.

— Dormirás en el sofá — le advirtió Alex al ver que estaba poniendo su bolso en la mesa que estaba junto a la cama.

— Jamás, Alex Vause, yo no voy a dormir ahí, dormiré con mi mujer y punto — la desafió.

LLEGASTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora