Capítulo 44

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—Bueno, para ser primavera, tú pareces estar muriendo.

En efecto, no soy una planta para estar floreciendo. Esta ha sido la semana más solitaria de toda mi vida, claro, después de haber descubierto lo agradable que es tener personas que se preocupan por mí. Oliver y Isaac me han prohibido hablarles durante los parciales, Sophie me odia, Darrell ya se murió para mí, y por alguna extraña razón Henry no ha estado muy seguido en la oficina. Hoy, jueves, es que por fin le vengo a ver, y ha decidido saludarme con esa frase, porque estoy acostado sobre el escritorio, y ni siquiera reaccioné a su leve golpe en mi hombro.

Llevo cinco días con este extraño sentimiento de melancolía. ¿Dirigido hacia qué? Aun no lo sé, y la verdad, no quiero saberlo. Henry me toma por ambas manos, haciendo que me levante, e intenta moverme, lo cual no le sirve de mucho. Estoy tan cansado de no hacer nada...

—¿Qué te sucede? — no lo sé, si lo supiera, habría hecho algo para cambiarle. Suspiro.

—Es fin de mes, Henry, solo estoy angustiado por todo el trabajo que tengo.

—No mientas, todos te hemos visto terminar el fin de mes en dos días.

Sí, es fácil, solo es cuestión de ser organizado y enviarle al canadiense los reportes que necesita. El chico vuelve a moverme, por lo que solo giro a verle, y me siento mucho más incómodo, pues se ve preocupado por mí, pero lo que, irónicamente, no me gusta, es que las personas lo hagan. No creo encontrarme tan mal como para que se pregunten qué me sucede.

Es solo... que hoy es un día extraño, porque, por primera vez, no entiendo la razón por la que me encuentro así. Sí, hace algún tiempo habría podido decir que si me encontraba triste era por la soledad de mis padres, o si estaba estresado era por culpa de la universidad, incluso si me encontraba a mí mismo sintiendo desesperación podría haber dicho que se trataba de todo lo que me rodea con Oliver. Pero no tiene sentido que me encuentre así, melancólico.

—Max, yo sé la razón por la que te sientes así...

No, claro que no, ni yo lo entiendo. Me suelta, por lo que vuelvo a caer en el asiento, y tengo que debatirme entre ignorarle y volverme a acostar sobre mi escritorio, o la curiosidad que me causa poder entenderme, lo que me parece raro es que sea él quien lo haga, y no por mí mismo.

Abre el cajón de su escritorio, de dónde saca su calendario, y con un fuerte suspiro me lo extiende. Oh, no puede ser, ese calendario es como su agenda, si algo ha pasado debe estar ahí. Tengo que calmarme durante algunos segundos, pues me siento algo desesperado, y cuando por fin me mentalizo para recibir la respuesta bajo mi mirada al calendario. Lejos de algunas notas a los costados, que tienen todos los colores el universo, lo que más me llama la atención es que prácticamente el mes de marzo tiene marcados casi todos los días.

Levanto una ceja, suspirando. Siempre las marca cuando termina el día, y nunca me responde qué son, o la razón.

—¿Por fin me dirás tu secreto? — digo con sarcasmo, aunque él ni siquiera se ríe, de hecho, parece un poco más serio.

—No sé exactamente si ese es el total, pero... esos son los días que han pasado desde la última vez que hablaste con Darrell.

¿Eh...? No, no han pasado tantos días, mi cumpleaños fue exactamente hace un mes. Ese fin de semana estuve en la casa de mis padres, al siguiente la primera cita, luego la segunda, y el fin de semana que pasó, donde los chicos fueron a estudiar a mi departamento.

Oh... no, no... sí ha pasado tanto tiempo desde que hablé con Darrell, parece casi tan imposible. ¿En qué momento pasó un mes? Yo no pensaba que esto duraría tanto tiempo.

El Chico de las 6:30pmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora