Capítulo 62

30 4 0
                                    

—¿Por qué me miras así? Fuiste tú quien me propuso pasar la noche aquí.

Tomo más fuerte mi mochila, y sé que preferiría mil veces salir corriendo que ver a Darrell, paralizado, con la puerta a medio abrir. Bueno, yo... no sé si está bien en el que me encuentre aquí, y quizás, si Oliver lo supiera, me gritaría como siempre suele hacerlo, pero tengo tantos pensamientos mezclados en mi cabeza que ya no sé qué está bien, o que está mal. Y tengo que ser sincero, sé que no debería de importarme lo que ellos crean, quiero decir, son sus convicciones, pero...

—Pensé que tenías toda una lista de excusas.

—Podría irme.

Suspira, y tomándome de la muñeca me hala dentro del lugar. Un increíble aroma en seguida me golpea, pues he llegado justo a tiempo para comer, y sonrío, dejando mi mochila sobre el sofá, y poco me importa lo que sea que Darrell me haya preguntado, atravieso el departamento, directo a la cocina. Oh, qué novedoso, hay varias verduras al grill. No pasa mucho antes de sentir sus manos en mi cintura, sosteniéndome, y le sonrío cuando me levanta sobre la barra, sentándome a su lado, extendiendo un pedazo de zanahoria, que no dudo en comer.

Tal vez solo debería dejar de preocuparme por lo que digan los demás. ¿Todo ha funcionado hasta ahora, cierto?

—¿Si tú dices no ser conejo, por qué comerás verduras? — alza una ceja, y un gran pedazo de carne cae en la parrilla —. Olvídalo.

—Quizás hayas lavado el cerebro de tu novio — ¿Lo hice? Hubiese apostado más por Sophie —. Pero yo aún soy carnívoro.

—Vamos, no lo haría. ¿Has notado lo bien que te ves cuando intentas morderla?

—Es muy temprano para los cumplidos — tardé mucho en decidirme si debía, o no, venir, debe ser más tarde de lo que cree. Ruedo los ojos, y esta vez muerdo un pedazo de calabacín.

Bien, es cierto, es asqueroso, pero no puedo negar que tiene algo lindo, y cuando come pistachos, Dios, nada es más excitante que eso. Golpea mi frente con un suave toque, por lo que sonrío.

—Me distraje — enfócate. Ladeo mi cabeza, y sonríe cuando me ve intentando tener su atención —. Te traje algo que te gusta.

—¿Ropa? ¿Un viaje a Europa? — por desgracia, aun no es ninguna de esas. Ruedo los ojos —. Ah, no, espera. ¿Algo que me guste? Te trajiste a ti mismo.

—Pensé que era muy temprano para los cumplidos — idiota. Alza ambos hombros, llevando otro pedazo de zanahoria a mis labios —. Melocotones.

—Por eso eres mi mejor amigo.

Sí, nadie más cumple sus caprichos, bueno, supongo que si él pidiera algo en voz alta todos correrían a cumplírselo, pero la diferencia es que él no tiene que decírmelo, ya lo sé, y esta es una de esas pocas veces en que puedo sorprenderle. Me mira, por un segundo, y luego sonríe, extendiendo una de sus manos hacia mí, para entrelazar nuestros dedos.

—Lo siento, creo que no te saludé cuando llegaste — su tono de voz cambia por completo, y ya sé hacia dónde va esto. Ladeo una sonrisa.

—No, para nada.

—Perdóname — siento sus labios curvearse sobre mi mejilla, y una suave línea de besos hasta mi oído. Su mano se enreda en mi cabello —. Buenas noches, Max.

Dios, esto está tan mal. Llevo una de mis manos a su hombro, para apartarle, y no sé en qué momento me encuentro subiéndole por su cuello, sonriendo como un idiota. Sí, bueno, como sea, para eso crearon el concepto de tentación.

—Buenas noches, Darrell — ¿Uh?

Ladea un poco su cabeza, y un sonido de terror escapa cuando su pedazo de carne comienza a ponerse negro. Ugh, qué asco. Suspira, mirándome con un puchero, por lo que no puedo evitar reír, pues es la primera vez que veo que algo le sale mal.

El Chico de las 6:30pmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora