Capítulo 94

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Por alguna razón, ninguna fuerza divina o de la naturaleza, quiere que mi destino sea con Darrell.

Mi maldito primer mes, y el cumpleaños de mi novio, prácticamente en la misma semana, esto es un desastre, pero al menos tengo tiempo para organizar ambas cosas, y no me he dado cuenta un día antes. Por lo pronto, no dormí en toda la noche, no pude dejar de sentirme angustiado, no solo porque no dejo de pensar en cómo rayos se puede hacer el viaje, sino que todos me han dicho que es una mala idea. Y el poder de la sugestión, es grande. De lo único que estoy seguro, es que en cuanto el reloj marcó las ocho de la mañana, mi primera acción fue levantarme, cambiarme de ropa e ir al departamento de Darrell, porque no pasó la noche conmigo.

Como sea, ya es lo suficiente horrible retractarme de todo lo que ayer me pareció una buena decisión. Abro la puerta, una sola mirada me basta para notar que no está ahí, pero en seguida encuentro su mochila sobre la mesa del comedor, sé que siempre tiene su notebook ahí. Al entrar en la habitación sonrió al verle dormir, me gustaría acostarme a su lado, sé que entre sus brazos dormiría lo que no hice anoche. Pero no lo puedo hacer, qué más da.

—¡Oye, idiota, despierta!

Lanzo la notebook a su abdomen, arrepintiéndome en seguida, por su grito de dolor, y cae de la cama. Uh... lo siento, pero te sigo amando, como no tienes idea. Muerdo mi labio inferior, porque me siento como un imbécil al hacerlo, y por sus quejidos esta vez más notorios, me arrodillo junto a él, me mira, casi con lastima.

—Lo siento — para mi sorpresa, o confusión, es él quien primero habla.

—¿Por qué te disculpas?

—No lo sé, pero estás enojado, y no quiero que lo estés.

Darrell, tú realmente eres un idiota. Sonrío, sin poder contener el dejar caer una de mis manos en su abdomen, pero, aunque en seguida se sonroja, y estoy seguro de que quiere gritarme que no lo haga, sus palabras quedan en la mitad de su garganta al apoyar mi frente en la suya, el suave rozar de mis dedos sobre la tela. Espero que solo sea impresión por haberle despertado de la nada, más que de un fuerte dolor por su notebook.

—Perdóname, no quería golpearte, estoy un poco estresado.

Pero solo sonríe, con todo lo bello que se puede reflejar en sus ojos, del leve manto que queda de una buena noche de sueño, y el destello que tiene cuando comienza a ser consciente del despertar. Agacho la mirada, me avergüenza el sutil color rojo de mis pómulos, que aparece al sentir su mano aferrándose en la que tengo en su abdomen, nuestros dedos entrelazándose.

—Preferiría un buenos días — ah, qué horror, con una frase tan normal ya ha descontrolado al sentimiento.

—Buenos días, Darrell.

Escapa una pequeña risa, y me aferro más fuerte a su camiseta al sentir su otra mano rozar con lentitud mi rostro, una vez más, nuestras miradas se encuentran, sé que mi sonrojo se expande a mis mejillas al sentir su índice bordear mi labio inferior, y sonríe.

—¿Alguna razón por la que aún no te he llevado a la cama?

Lanzo un quejido, hundiendo mi cabeza en su pecho, porque todo mi rostro debe estar cubierto de un intenso sonrojo, y se sienten las tenues vibraciones de su risa. Tal vez solo yo le encontré doble sentido a eso. Le empujo por el pecho, pero, aunque algo de dolor aparece por el golpe que le he dado, ni un segundo deja de mirarme, con una sonrisa. Acaba de comenzar el día, un poco diferente de lo que me imaginaba, lindo.

—¡Dios, eres idiota! — y, bueno, me has hecho reír, de nuevo —. Lo harás en Alemania.

—Eso dependerá — por favor, lo hará —. ¿Múnich es tan hermoso como tú?

El Chico de las 6:30pmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora