Capítulo 75

42 4 0
                                    

Es lunes. Quizás debí llamar un taxi, porque mis brazos tiemblan tan fuerte, que me preocupa causar algún accidente en mi auto. Estoy muy nervioso de llegar a la oficina, y ver qué tipo de reacción tendrá Darrell cuando nos veamos, porque en mi cabeza él está enojado, y en una situación diferente... está lastimado. Me convence más el que esté enojado porque le haya utilizado como engaño en mi primer día de novio, a él nunca le ha gustado eso de ser el otro, que lastimado por... vamos, no hay ni una sola razón por la que debería estarlo. ¿Ha pasado algo realmente importante entre los dos?

No quiero incluir lo extraño que fue ese sentimiento. Ahora está controlado, así que en serio no me importa, solo quiero saber en qué maldito punto nos encontramos, no hemos hablado en una semana, nunca en lo que llevamos de conocernos habíamos pasado tanto tiempo sin hacerlo, claro, si quitamos el mes en que decidí no hacerlo, eso es mi culpa, no fue mutuo, después de todo.

Sin importar lo que suceda, quizás lo único que quiero es que no comencemos una pelea. Siempre traen más cosas malas que buenas, quizás nuestra amistad se fortalece un poco cada vez que lo hacemos, pero es solo porque ambos somos idiotas, y no somos capaces de vivir el uno sin el otro, pero todo el desequilibrio mental que eso me trae es insoportable.

Suspiro, dejando caer mi cabeza en el manubrio. Ni siquiera sé cómo voy a reaccionar cuando le vea, pero ya estoy aquí. Lo principal es disculparme, aunque la culpa sea de ambos. Tomo mi mochila del asiento de atrás, lanzando un quejido, me alivia un poco que, al salir de mi auto, y desviar la mirada, veo la camioneta de Darrell, al menos eso quiere decir que está en la oficina. Estuve esperando con tantas ansias este lunes, en especial porque el fin de semana lo pasé solo.

Quería aprovechar para tener una cita con Oliver, pero él me rechazó, diciendo que era la graduación de Isaac, que estaría muy feliz porque vendrían sus padres del otro lado del país, así que ambas familias estarían juntas. Traté de alejar mi mente con la basura que dan hoy día en la televisión, mucha comida a domicilio. Fue lo mejor que encontré para no volver a preguntarme la razón por la que Darrell no quería hablarme.

Entro al edificio, casi en seguida han girado a verme, comienzan los susurros. Esta vez no es tan difícil adivinar la razón, Darrell y yo no hemos venido casi en una semana a este lugar, deben estar sorprendidos de ver que ambos estamos aquí. Niego, alcanzando a tomar el ascensor, junto a algunas chicas que también se dirigen a mi piso, y por primera vez en mi vida... me han saludado, con una sonrisa, preguntándome cómo me encuentro hoy.

Últimamente las chicas que trabajan en la misma planta donde está la oficina han cambiado, ya no me ven como si quisieran matarme, con desprecio, o directamente me ignoran, han comenzado a preocuparse por mí, me saludan, y se ven mucho más amigables. Creo que... hasta estoy cambiando la forma en que les trato, porque les devuelvo la sonrisa, deseándoles un buen día cuando el ascensor se abre, y cada quien va por su lado.

Fue reconfortante. Camino, y no puedo evitar suspirar cuando veo el pasillo que da a la oficina, las puertas oscuras. Si mi mejor amigo me está esperando, ya debe haberme visto. Muy bien, Max, cálmate, solo demuéstrale cuánto le quieres, y que te alegra tenerle de vuelta, lo mucho que sientes el mal momento que pasaron ese día lluvioso.

Mi mano tiembla sobre el vidrio, y le empujo, me golpea el aire acondicionado. Abro mis ojos, y muerdo mi labio inferior cuando le veo, de pie, colocando algunas hojas en una de sus carteleras de corcho. Gira a verme, y el maldito sentimiento se descontrola cuando me sonríe, lanzando un estúpido comentario de que ha pasado un tiempo. Es un idiota.

—¡Darrell!

Y solo hasta este momento, en que comienza a dolerme el pecho, me doy cuenta de cuánto le extrañé. Ni siquiera me importa si lanzo mi mochila hacia mi escritorio, cae con un fuerte golpe, cada uno de mis pasos, firmes, se vuelven una terrible sensación temblorosa al rodearle por el cuello con mis brazos, un sentimiento placentero sube por mi cuerpo al sentir sus manos en mi cintura, tomándole con fuerza, para levantarme. No tenerlo se sintió como una eternidad. Me aferro a su camisa, hundiendo mi cabeza en su hombro, su cabello rozando contra mi mejilla me provoca una sonrisa, me quema el ligero olor a manzanilla, lo fuerte que parece latir mi corazón, que no ayuda en nada a la cálida ola de calor que se extiende con cada palpitar.

El Chico de las 6:30pmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora