Capítulo 85

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Vaya, es la segunda vez que no se da cuenta que llegué al mismo lugar en que está él.

Alzo una ceja, pero Isaac solo suspira, ni siquiera sabe qué responderme, solo me hace un gesto para que le salude por mi cuenta. Bueno, solo intentaré hacer notar mi presencia, no es tan difícil. Dejo mi mochila junto a la puerta, y aunque espero que el sonido de la puerta llame su atención, no lo hace, por lo que, negando, solo atravieso el loft para ser yo quien salude a Oliver.

Al acercarme lo primero que noto es que tiene audífonos, los que yo le di, y, como lo predije desde el preciso instante en que Darrell le dio su regalo, su atención está en un video sobre cómo hacer contouring.

—Hey, me gustaría un beso.

Se sobresalta cuando cierro la pantalla de su notebook, quiere quejarse, pero al notar que soy yo solo sonríe, apartando los audífonos. Por fin, un saludo digno de mi novio. Hace un gesto de querer levantarse del sofá, donde está... prácticamente, como si se hubiese caído en cualquier posición, y solo estira ambos de sus brazos, esperando a que sea yo quien le abrace.

—Me gustas — casi habla en un suave intento de decirlo con romanticismo, pero solo ruedo los ojos.

—No, te lo diré cuando te levantes, y me saludes.

Se queja, aún más fuerte, pero solo me ignora, ocultando su rostro con una almohada, parece ser que tiene demasiada pereza como para tener que existir. Solo suspiro, y dejándole en su lecho de cojines, para ir a la isla de la cocina, me siento junto a Isaac. Bueno, le dije que le ayudaría con su presupuesto, y aquí estoy, antes de tener que ir a la oficina y ocuparme en acabar en dos días el fin de mes. Sí... en realidad, estoy algo jodido con eso, pero puedo lograrlo.

El loft se ve algo diferente, se nota que estuvo limpiándole, ya nada tiene polvo, está un poco desorganizado por algunas cajas con sus cosas en una esquina, pero se nota que gusta estar aquí, y así seguirá siendo, es mejor si se acostumbra. Lo que me impresiona es que Oliver ya lo sepa, pero al mismo tiempo creo que no debería estarlo, es un poco obvio.

Niego, dejando caer mi atención en la isla, es momento de organizar la vida del artista, y comenzará con un poco de contabilidad. A diferencia de Oliver, Isaac es muy ordenado, lo cual amo de él, así que tomo un lápiz, comienzo a buscar la parte importante en su contrato.

—Muy bien. ¿Llamaste a los lugares que te pedí? — asiente, en seguida me extiende una hoja.

—Pregunté el valor de todo lo que estaba en tu formulario, y también la tarjeta del tren — Dios, lo amo.

—¿Podrías enseñarle algo de eso a Lyon? Él no sabe manejar su dinero.

—¡Me gusta comer!

Para mí no es suficiente excusa que se gaste su dinero en comprar papas fritas cada vez que pasamos por un McDonald. Se levanta, como en automático al escuchar que estoy hablando de él, deja de lado su notebook y los audífonos, con decisión mueve uno de los asientos de la isla hasta quedar junto a mí, al fin recibo el beso que merezco desde que llegué. Bien, como sea, continuemos.

—Así que, llenaste el formulario de un gasto mensual — sus números son lindos.

—Sin embargo, tal vez es demasiado para mí.

Eso lo veremos. Me deshago del sobre que tiene su nombre, extendiéndoselo, quizás lo quiera guardar como un recuerdo, qué sé yo, pero yo guardé el mío cuando recibí mi división. Asiente cuando le digo que debe firmar algunas hojas, debe saber su horario de trabajo, a lo que tiene derecho, y... ¡Oh, aquí está!

—Mira, esto es lo que te pagarán.

—¡Por Dios! — ¡Ah!

Ugh... esa fue una fuerte caída. Me siento, frotando mi espalda, porque no puedo creer que ambos me lanzaran del asiento, pero... me causa gracia lo emocionados y asustados que están. Es tan adorable, y estúpido.

El Chico de las 6:30pmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora