Capítulo 81

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Cuando desperté, me di cuenta de algo, era viernes en la mañana, mi espalda dolía de la peor manera posible, y aun tenía la mitad de mi trabajo esparcido por todo el comedor.

Y eso estaba bien, lo que me molesta es encontrar a Oliver, de nuevo, cubierto en una fortaleza de cobijas, junto a la isla de la cocina. Los últimos tres días han sido horribles, verle sacar, prácticamente, la mitad de su ropa de su armario, me hizo entender que el chico no pretende irse en un buen tiempo, lo que no me asustaría, si no hubiese pasado los dos últimos días llorando, acusándome de cosas que no hice, o son ciertas, y vomitando con cualquier leve olor de comida.

—Oye, Lyon, despierta.

Y, también puedo aceptar, que después de algunos días de convivencia, la dignidad se pierde, lo aprendí cuando entré a mi habitación, por costumbre, y él acababa de bañarse. Digamos que, durante varias horas, sintió su intimidad violada, lo cual es tan ridículo, porque no es como si nunca le hubiese visto así, pero, bueno, está más desequilibrado de las hormonas de lo que normalmente esta. Sí, dejé de ser políticamente correcto en mi cabeza hace unas cuantas horas. La lata de cerveza sobre la mesa ya está vacía, por lo que solo me quejo, moviendo a Oliver con una de mis piernas.

—¡Es muy temprano! — en seguida grita, o se queja, moviendo el capullo.

—La vida no es fácil, despierta — parece molestarse aún más, y su cabeza aparece por una leve abertura.

—Entonces solo matémonos, y nos deshacemos de nuestros problemas.

—Eso estaría bien. ¿Nos tiramos de balcón? — aunque quiero decirlo con gracia, la verdad, no estaría mal considerarlo.

—¿Tomados de las manos?

—Sí, sería romántico.

No sé quién de los dos es más depresivo. Ruedo los ojos, apartando el asiento, cada parte de mi cuerpo arde en dolor cuando me levanto, mi mirada viaja de la máquina de café al refrigerador, por lo que solo suspiro, estoy seguro de que otra cerveza, por lo menos, hará que olvide un momento lo enojado que estoy, por alguna razón. Acabo de despertar, y ya quiero que la humanidad se vaya a la mierda. Mi respiración se hace un poco más pesada al pasar junto a él, para ir a mi habitación a cambiarme de ropa, y quiero lanzarle la lata en la cabeza cuando siento sus brazos enredarse en mi pierna, me mira, con terror.

Lanzo una exhalación, en menos de un minuto el contenido me quema la garganta y la lata está vacía, estoy a un pequeño pedazo de mi cordura de gritarle todos los insultos que me lleguen a la cabeza. Lo quiero, de la forma más patética del universo, esa es la razón por la que acepté que se quedara aquí, pero tengo un límite, y ya lo hemos pasado, exactamente ayer, no tengo idea de la razón, pero terminamos peleando por cual película veríamos. No fue agradable, y al final, no vimos nada.

Oliver me mira, frunciendo el ceño, entre el enojo, y la pereza, comienza a morder mi pantorrilla. Reacciona como que quieras, ambos sabemos que esto no tiene argumento. Agacho mi cabeza, empujándole por uno de sus hombros, lo que le enfurece, en menos de un segundo la cobija está volando por el lugar, se levanta, tan rápido, que no puedo evitar reaccionar cuando su frente toca la mía, casi empujándola, y nuestras miradas se encuentran, no es una linda situación, su furia en seguida me contagia, y a pesar de que yo soy más alto, él es mucho más fuerte, no tengo idea de lo que sucede, pero lo que está claro, es que esta idiotez es para saber quién de los dos terminará matando con una mirada al otro.

—Levanta eso — es una maldita cobija, no debería estar en medio de la sala.

—La volveré a usar — oh, claro que lo harás, lo único que haces es cubrir tus problemas con ella.

El Chico de las 6:30pmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora