Cap 43

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Claustrofilia: Es un fetiche en el que se logra la excitación estando en lugares reducidos y cerrados.

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°Narra Lucia°

Dos días pasaron desde la propuesta de Joaquin, que, si me movió un poco el piso. Tan solo recordar esas palabras, como manoseó mi cuerpo cuando decía que quiere que sea exclusivamente de él. Ese hombre me gusta, sabe como provocarme y excitarme al estar cerca mío. ¿Qué le diré? Creo que esto lo debo pensar con la cabeza fría, ya anoche lo consulté con la almohada, pero solo me está faltando algo. Hablarlo seriamente con él.

Por un lado están todas las aventuras que he tenido durante todo este tiempo, por el otro está Joaquin y todo lo que me ofreció. Me demostró hace dos días en el sillón y cuando me habló y tocó en la cocina, que sabe lo que hace, que es un buen dominante en la cama, y a mi no me molestaría ser su sumisa. Me quiere demostrar que con solo con él puedo tener todo lo que tengo con los demás.

La ternura, la pasión, el romance, las aventuras, las cosas nuevas..., los golpes. Todo eso también lo puedo encontrar en él.

Estuve más de una una hora pensando en lo mismo, hasta que mi hija me llamó a comer el delicioso almuerzo que había preparado. Comimos como siempre entre charlas y risas, pero al terminar me levanté rápidamente, como impulsada por algo.

-Mamá! Qué pasó? Por qué te levantas así?

Sin volver a mirarla le contesté-. Recordé algo que tengo que hacer, es urgente.

Primero me miró extrañada, pero después solo me sonrió y asintió con la cabeza.

Subí a mi cuarto rápidamente, me bañé y me cambié. Me puse un vestido con escote en V, negro y relativamente corto que Joaquin en más de una ocasión me ha dicho que le encanta. Al terminar bajé rápido en busca de mi auto para conducir hasta su departamento. En la última conversación que tuvimos él me dijo que no estaría en casa con Viviana.

Lo llamé por celular y a los poco segundos me contestó. -Hola Lu, ¿Que hay?

-Hola Joa, te aviso que voy manejando a tu departamento. Me puedes recibir verdad? -pregunto con la vista en el camino, ya que estaba hablando con manos libres.

-A vos siempre, hermosa. Y a que se debe la visita?

-Allá te explico, ¿Si?

-Está bien, te espero en recepción.

-Claro, adiós.-colgué la llamada.

Seguí manejando por cerca de media hora, hasta que visualicé el edificio donde vive y me estacioné. Llegué a recepción y saludo a la chica que me recibió. -Hola, buenas. ¿El señor galán?

-Acá está el señor Galán. -me contesta apareciendo por atrás de mi, tomándome por la cintura.

Di un brinquito por el susto y la chica del otro lado del mostrador rió suavemente. Me di vuelta hacia él y lo separé un poco de mi. -Hola, hermano... -saludo así ante la presencia de la chica y otras personas.

-Hola Lu... -se acerca a darme un beso en la mejilla.

Aprovecho la cercanía para susurrarle al oído. -Cuidado con como te comportas conmigo delante de otras personas.

-No te preocupes -sonríe y me da la mano para guiarme al ascensor.

Entramos, las puertas se cerraron y Joaquin tocó el botón del décimo piso.

Estuvimos apenas unos segundos ahí dentro hasta que escuchamos un estruendo y el elevador se detuvo.

-Ay, no... -bufé.

-Tranquila, Lu. Llamamos a manutención y seguro que nos sacan de acá en unos minutos.

Precionó un botón para comunicarse con los que arreglan esta cosa. Su respuesta fué: "Tranquilo señor.., Este proceso puede durar hasta dos horas"

Joaquin pegó un pequeño golpe en la pared, pero luego me miró. -Qué se puede hacer en dos horas para no aburrirse? -preguntó con perversión, acercándose lentamente a mi.

-No sé- contesté en seco y miré cualquier otra cosa, menos a él.

-Ah no?

-No. -contesté de la misma manera que antes, cruzándome de brazos.

Yo no quería nada, no hasta que tuviéramos todo aclarado entre los dos. No pretendía hacer nada con él, mucho menos en un ascensor de su edificio.

Él llego hasta mi, me tomó por la cintura y comenzó a besar mi cuello, mientras yo seguía de brazos cruzados.

-Sabes que me encanta como te ves con este vestido, verdad? -dijo subiendo los besos por mi mandíbula, hasta llegar a mi boca.

-S-si.., lo sé. -contesté agitada por el roce de nuestras bocas, ahora con las manos en su pecho.

-Para qué me viniste a visitar, Lucia? -dice él de lo más calmado

-Quería ...ha-blar contigo...- yo seguia agitada.

-Tenemos dos horas -comenzó a besarme apasionadamente. -Decime lo que me tengas que decir. Sobre que vas a hablar.

-La propuesta que me hiciste -contesté como pude entre beso y beso.

-Mirá vos, que bien. ¿Ya lo pensaste..?

-S-si, algo.. P-pero.. -junté toda la fuerza que me quedaba y lo empujé, para poder hablar bien. -Creo que lo deberíamos hablar seriamente, y no ..así.

Volvió a acercarse, y esta vez puso sus brazos acorralándome contra la pared. -Genial, te parece si después hablamos bien?

Lo miré hacia arriba, ya que claramente él es bastante más alto que yo. -P-Pero..

-Dale Gachi... -acarició mi cara con dulzura. -Aprovechemos esta pequeña aventura en el ascensor.

Lo miré e inconscientemente me mordí el labio, pero no dije nada. -Hagamos nuestro este pequeño lugar- dejó un beso tierno cerca de mis labios.

Por la manera en que lo dijo no me pudo haber calentado más. Me lancé a su boca, nuestros labios se movían bruscamente pero en una sincronía perfecta. Me tomó por el trasero, haciendo que enredara mis piernas en su cintura, y me pegó a una de las paredes del elevador.

Todo fué demasiado rápido, ya que ninguno se desnudó completamente. Joaquin solo movió un poco mi ropa interior para abrirse paso en mi, y él solo se bajo el pantalón y el bóxer para entrar en mi.

Comenzó a penetrarme con fuerza y mis gemidos hacían eco en el pequeño espacio que había ahí, al igual que el sonido de nuestros cuerpos chocando constantemente y sus roncos jadeos. Mientras entraba y salía de mi con fuerza me besaba con desesperación, me daba nalgadas y de vez en cuando mordía mis labios. Seguimos así durante casi las dos horas, hasta que escuchamos unas voces del otro lado de las puertas que nos preguntaban si estábamos bien.

Que ganas de contestarles que si nos podían dejar encerrados un rato más, pero en vez de eso me bajé de inmediato de Joaquin, me arreglé el cabello, que por cierto lo tenía hecho un desastre, mientras Joaquin terminaba de arreglarse el pantalón y contestó. -Si, estamos bien... dense prisa, por favor.

A los pocos minutos ya nos tenían fuera del elevador, pero claro Joaquin no se quedaba quieto, ni él, ni sus labios, ni sus manos. Por eso en cuanto salimos de ese espacio a la primera que miraron fué a mi, y me hicieron una pregunta que me dejó atónita.

-Señora, ¿está bien? Está colorada. -sentí como me ruborizaba todavía más, ahora por vergüenza.

-Si, es solo que tiene claustrofilia. -dice Joaquin y lo asesino con la mirada, mientras uno de los trabajadores se ríe, otro me mira con lujuria y el tercero aclara todo.

-Creo que quiso decir claustrofobia.

-Ah.. sisi, eso. -contesta Joaquin retándole importancia y se dirige al departamento.

Yo agradezco a lo hombres por sacarnos de ahí y lo sigo.

Al entrar a su departamento, Joaquin me arrincona en la puerta y pone sus brazos a la par de mi rostro . -Nosotros dos tenemos algo pendiente.

-Lo sé.

Relatos De La Familia Galán |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora