Capítulo 12

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Nada más terminar dejarme de comer con patatas por el hombre enmascarado, pienso expresarle lo que siento a través de una nota sin lograr a entender exactamente lo que me ocurre le digo mediante palabras escritas de querer seguir con este juego por llamarlo de alguna manera.
En cierto modo, estoy muy confundida.
No sé, pero hay algo en mi interior que me acelera el pulso haciendo que no deje de pensar en él después.
Y todo porque es la primera vez en mi vida que no siento miedo cuando estoy con un hombre.
Incluso sin hablar, él ha sabido decirme más a través de sus gestos, su forma de mirarme, de tocar cada centímetro cuadrado de mi cuerpo incendiándose para después  sosegar cada fibra de mi organismo con un derroche de delicadeza tan suave y con tanto mimo como que no logro habituarme cuando nuestras pieles se rozan atrayendo la pasión, dando la bienvenida a nuestras fantasías. 
Pienso que en verdad me he enamorado de este hombre.
Es una locura. Podría ser.
O quizás sea porque la pasión que me hace resucitar me enloquece demasiado como para llegar a pesar de esa manera.
Sin embargo, siento una conexión con él, y no es sólo por dejarlo adentrarse en mi cuerpo para estar unos minutos dándonos placer.
Me refiero a que es un hombre que busca lo mismo que yo.
Que nos reparen nuestras heridas olvidando todo para centrarnos Ben nosotros.

Me voy de la habitación, me gustaría quedarme y poder quitarme esta maldita máscara que me protege y me lastima impidiendo descubrir al hombre del cual he comenzado a enamorarme.

De pronto comienzo a sentirme mal, me toco la frente  y estoy algo caliente, la garganta me duele demasiado.
¿No se supone que el sexo te baja la temperatura? Pues a mí aún me la sube.
Busco a mis amigas, cuando nos encontramos, ellas preocupadas me convencen de ir a un hospital.

Al entrar en urgencias, una doctora me revisa, me hacen pruebas y después de un par de horas me dan el alta y unas recetas para comprar los medicamentos.
Al parecer no es nada grave, mejor así.

Agotada por el día que he tenido, me tomo los medicamentos y me quedo dormida inmediatamente.

Al día siguiente, tenía que ver Alexis. En parte no sabía si verlo o no.
Sentía una mezcla de decepción por no poder ver más allá de un simple amigo.
Sin embargo su compañía es tan agradable, llegando hacerme sentir como si estuviera saltando en un castillo hinchable.
Debo de ser sincera conmigo misma. Tengo alergia a los italianos, pero Alexis hace que mis síntomas cambien.

— Patricia, voy a dar una fiesta en mi casa, me gustaría invitaros a tí, a Anne y Corina. ¿Vendrían este sábado? — Yo, fiesta. Siii. Pues no me gustan ni na' a mí las fiestas.

— Claro que iremos a la fiesta. Cuenta con nosotras. — Aplaudo como una niña al pensar que iré a una fiesta en casa del bombón.

Después de haber estado con el bombón de Alexis, busco a Anne la cual se encuentra hablando por teléfono.
Por la mirada que me lanza me da la impresión como que algo anda mal.

— Era Donna, quiere vernos esta noche para hablar con nosotras. Al parecer no le gusta la mantelería que le hemos escogido, y tampoco la vajilla.

— ¿Enserio? De verdad está tía comienza a enojarme. ¿Pero quién se cree que es? De verdad, no la soporto.

— Es la mujer del presidente de Italia, la madre de la hija del presidente, y te recuerdo que es una boda que va ser vista por miles de personas.

— Es una mentira de boda. Una mierda diría yo. Nos estamos dejando la piel y los nervios en soportar a la mujer del presidente, ¿para qué?

— Paty no insistas en ese tema. Venga tenemos que escoger la tela de la mantelería para mostrarla a la señora presidenta.

— Anne, estamos invitadas este sábado a una fiesta en casa de Alexis. ¿Vendrás? Por fiiii. — Junto mis manos suplicándole.

TUS LOCURAS, SON MI DELIRIO #PGP2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora