Capítulo 19

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El sol comienza a ocultarse y yo sigo en mi oficina tratando de poner en orden mis pensamientos y mi corazón.
Me desespero demasiado exigiéndole a mi corazón que me guíe hasta la mujer que amo.
Una mujer pelirroja que oculta su rostro solo puede ser fantasía.
La realidad es Patricia.
¿Se pueden amar a dos mujeres a la misma vez?

No, por supuesto que no. En vee estoy un loco y necesito ya de una vez dar el paso para esclarecer este dilema que tanto me preocupa.

La desconocida me atrae demasiado, ella es ardiente, sensual y placentero tener sexo con ella. Pero no es sexo lo que me atrae de ella, es su manera tan dócil y hermosa de despertar cada célula de mí organismo haciéndome enloquecer de deseo.
Y por otro lado está Patricia, tan amable y ese cuerpo tan parecido a la desconocida, su aroma y el sabor de sus labios ...
Es mucha coincidencia que Patricia y la pelirroja se parezcan en muchos aspectos. Al menos...que sean la misma mujer.

Comienzo a pensar más detenidamente intentando encajar el parentesco entre la pelirroja y Patricia.
Recuerdo que le vi una vez puestas unas lentillas azules a Patricia, iguales que los ojos de la pelirroja, la forma de su cuerpo, sus pechos son tan parecidos y esa sensación tan placentera de entregarse.
Definitivamente, no puede existir dos personas tan parecidas.

El sonido de mi teléfono me avisa de un mensaje. Es Valentino diciéndome que la pelirroja está en el local.
Perfecto, está noche saldré de dudas y podré descubrir si en verdad estoy en lo cierto o no.

Salgo de la oficina inquieto por saber si mi intuición no va ha fallarme.
Conduzco hasta el local, donde al pasar veo que hay muchas personas debido a la fiesta que hemos organizado.
Busco a Valentino, hablo con él unos minutos sobre cómo va la noche.
Acto seguido me marcho para preparame, esta noche  voy descubrir todo.
Preciso saber si Patricia y la pelirroja son la misma mujer.

Me preparo para salir al encuentro de la pelirroja.
Tomo asiento en uno de los sofás algo nervioso.
Escucho la puerta cerrarse, me volteo observándola como camina directa hacia mí.
La observo con más atención de arriba abajo percatándome de que algo no anda bien. El olor de su perfume no es el mismo, y sus labios no son tan atrayentes y deliciosos.
Comienzo alterar me, pero si deseo descubrir la verdad debo de ser más cauteloso.
De pronto veo una cinta negra de terciopelo encima colgando de una pared de madera donde hay más objetos de sexo. Hay es donde  seme ocurre una idea.
Sigo besándola mientras le voy quitando la ropa, cuando está desnuda mis dudas se han despejado.
No es la misma mujer, algo está pasando y debo llegar hasta el final.

Para asegurarme mejor, agarro la cinta, despacio me acerco hasta su oído proponiendo vendar sus ojos. Esa es la única manera de poder quitarle la máscara.
Ella acepta encantada, incluso soy testigo de lo excitada que está.
Despacio voy quitándole su máscara, pero cuando veo su rostro todo comienza a desmoronarse.
Incluso no puedo dar crédito a lo que veo.
Esto debe ser una broma. Hubiera jurado que era Patricia y no Anne.

Ahora debo continuar, pero aquí la cuestión es que no sé qué hacer para no llegar a tener sexo con ella.
La subo a un columpio rozando su piel con delicadeza. En cierto modo esto es lo más difícil que me ha sucedido nunca.
Solo puedo rezar para que ocurra un milagro y así poder librarme de esta situación.

Comienzo a besarla bajando por su garganta sujetándola por su cintura evitando que se caiga.
Ella toma mi boca y para mí pesar, debo complacerla pues he sido yo quién ha pedido verla.

En ese momento, la puerta se abre y alguien grita.
Me volteo para ver de quién se trata. Sin duda ese acento francés y su voz hace que la reconozca en inmediatamente.
Me aseguro de que Anne esté bien antes de impedir a Patricia que haga cualquier estupidez y me descubran.

La saco hacia fuera con la intención de que se vaya, pero ella fuera de sí continúa golpeándome en mi pecho. Mientras que no me golpe en mi mayor tesoro vamos bien.

Ya fuera ella llega a perder el control y sin poder darme tiempo a reaccionar me quita la máscara.
Rápidamente me la pongo para que nadie me reconozca.
Aprovechando que está en estado de shock me la llevo hasta otra habitación donde la dejo sentada en uno de los sofás mientras yo me lío una toalla a la cintura.

Al salir veo su rostro, sin duda es Patricia no me he equivocado.
Le doy una botella de agua mientras tomo asiento al lado de ella.

— Patricia déjame explicarte. — Al verla sería y con su mirada puesta en la nada supongo que debo de darle una explicación.

— ¿Qué me vas ha decir Alexis? ¿Qué eres un strippers y te acuestas con la tía que te apetece ocultando tu rostro? Pero qué ingenioso eres, te habrás rebanado los sesos cariño.

— Lo primero que debes de hacer es escucharme y baja el tono.
Antes de nada, debes saber que yo soy el dueño del local, no soy ningún strippers. Y sí, me acuesto con mujeres que yo mismo escojo una sola vez. No me gusta repetir con la misma mujer para tratar de evitar que haya sentimientos y eso me pueda llevar a tener problemas.

— Entonces me estás queriendo decir que tú has elegido a Anne.

— Yo he elegido a la pelirroja no a Anne. — Clavo mis ojos en ella viendo su reacción.

— A ver, para el carro Madaleno que aquí una no se empapa bien. Explicate mejor y dime porqué narices ibas tú a follarte a Anne.

— Te dije hace tiempo que estaba comenzando a enamorarme de una mujer con cabello pelirrojo, pero nunca le he visto su rostro hasta esta noche.

— ¿Cuántas veces te has acostado con ella? Digo...desde cuando tú y la pelirroja comenzaste a echar la pólvora.

— Desde hace meses. Más o menos desde que te conocí a tí.

— ¡OMG! ¡Ay, ay, que me da! Que me da lo que no me dio ayer.
Espera un momento Monti que como sea lo que  estoy pensando verás que risa te va dar.

— Venga dime. — La miro con atención esperando impaciente que suelte la bomba.

— Pues resulta querido Monti que creo que tú y yo...ya sabes...

— No sé, dímelo tú.— Le sonrío viendo cómo ha comenzado a ponerse nerviosa caminando de un lado a otro.

— Joder, pues eso. Que hemos estado montando una feria tú y yo sin saberlo. — Trato de no reírme a pesar de que me encanta como intenta decirme lo que ya venía suponiendo.

— ¿Qué me dices? ¿Qué hemos estado follando sin saberlo? OMG, esto si es novedad.

— Serás idiota. De verdad esto lo cuentas a cualquiera y nos harta de tontos.

— Si debo ser un estúpido por haberme enamorado de ti, que me lo digan no me importa. — Le declaró mis sentimientos fijando mi visita en ella. Pues ahora mismo es mi corazón quién habla no mí boca.

—Alexis te se va la parabólica cariño.
Además si no llego a entrar te hubieras cepillado a Anne.

— Yo más bien diría que estaba esperando un milagro para no hacerlo. Porque en el momento que le visto su rostro se me han quitado las ganas de tener sexo con ella, porque a quien esperaba era a tí no ha ella.

— ¿En serio? Pues aquí me tienes. ¿Comenzamos?

— Por supuesto que sí. — Despacito voy acercándome hasta ella para coger su rostro entre mis manos y besarla apasionadamente.
Sin duda alguna es ella, la mujer que amo, la cual me ha ido despertando de mi letargo y la que me ha devuelto las ganas de volver a querer compartir de nuevo mi vida.
Patricia es ahora mismo mi objetivo, mi meta para amar, aquel camino que me guía para conocer la felicidad, mi refugio, la alegría de tenerla a mi lado, porque me siento tan agradecido por haber encontrado lo que en un día le pedí a Dios, el haber conocido a este gran amor que jamás hubiera pensado que llegaría a conocerlo y el cual no dejaré ir, porque sin duda ella es lo mejor de mi vida.





TUS LOCURAS, SON MI DELIRIO #PGP2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora