Off
El presente.
Me despierto y mi pene está palpitando como loco. No es una erección matutina normal. Es una insistente y dolorosa exigencia, cortesía del jodido sueño sexual que estaba teniendo hace unos momentos. Gun estaba sobre manos y rodillas mirándome detrás de sus cabellos negros enmarañados que caían sobre su rostro. Sé con certeza que su cabello ya no es tan largo, pero en mis sueños su cabello es exactamente como era cuando tenía diecisiete años. Estaba gimiendo, haciendo suaves y urgentes sonidos mientras gateaba por el suelo de madera de mi apartamento e Pattaya. Es gracioso como mi cerebro mezcla constantemente al Gun de mi pasado con mi presente. Sueño con él a menudo. De hecho, todo el tiempo. Ha habido momentos en que casi me he vuelto loco.
Verlo vívidamente cada noche al cerrar los ojos, oler su cabello, sentir su piel contra la mía, ¿y luego despertar y no encontrarlo a mi lado? Ha sido pura tortura. Recostarme en la cama inundada de luz matutina es incluso más tortuoso que saber que debe estar aquí en este momento. Ni caballos salvajes podrían arrastrarlo de regreso a la casa de al lado, pero debe estar cerca. Tal vez se está quedando con P'Godji. Tal vez en un motel en las afueras de la ciudad. Donde sea que esté, es como si pudiera sentir su presencia, como si mi cuerpo fuera un diapasón que ha sido golpeado. Cada molécula de mi cuerpo resuena con electricidad ante la perspectiva de verlo.
Estoy en la cama en la que dormí desde que era un niño, apenas despierto. Aprieto el pene con la mano y pienso en lo que haré cuando finalmente ponga los ojos sobre Gun. Será un momento agridulce. Esos primeros tres segundos, cuando nuestra mirada quede fija en el otro, él va a procesar la sorpresa y yo voy a estar observándolo, saboreando cada pedacito de él, hasta que de vuelta enfadado y se aleje. Mis pensamientos vagan. Una parte de mi cerebro piensa que estoy despierto y que mi madre está llamándome desde el pasillo pidiendo agua. Eso era todo lo que quería al final. Agua. Cubos de hielo cuando la verdad es que podía comer apropiadamente. Pero sin importar qué tan enferma estuviera, jamás dejó de reír. Cada día la escuchaba reírse por algo. Afuera, alguien enciende una motosierra y todos los pensamientos sobre mi madre y Gun se desvanecen como el humo. Me sacudo el estado de sueño y regreso a la realidad dándome cuenta de que tengo que orinar como un maldito caballo de carreras.
Mientras troto desnudo hacia el baño y me encargo de eso, pienso en las cosas que debo hacer hoy. Visitar a Tay. Comprar víveres. Presentar mis respetos a P'Godji. Ir a la casa funeraria y acechar como un acosador hijo de puta hasta localizar a Gun. Si soy honesto, conduciría hasta allá ahora mismo y me sentaría en el estacionamiento hasta que apareciera. No me importaría perder todo el día. Sin embargo, es una idea muy mala. Verlo por primera vez no debería ser mientras hace los arreglos para el entierro de su padre. Debería ser después, en un momento del día mucho más atractivo. Después de que haya estado en una carrera de diez kilómetros y esté cubierto de sudor, por ejemplo.
Tay fue mi mejor amigo en la secundaria. Lo encuentro en la ferretería que su familia ha tenido desde hace treinta años, y el hijo de puta se ve como si hubiera perdido diez kilos. La parte inferior de su rostro está levemente oscurecida por los más ridículos brotes barba jamás vista. Antes de que me afeitara, la mía estaba acicalada, más a lo hípster que a lo salvaje. Tay parece un maldito vagabundo. No le he dicho que estoy aquí para llegar y sorprenderlo como la mierda, y por la mirada atónita que pone cuando camino hacia él, he logrado mi cometido.
—¡Estás jodiéndome! —grita, estrellando la pistola de precios contra el mostrador.
Un anciano parado a unos metros de distancia, que está mirando unas tiras para colgar cuadros, presiona la mano contra el pecho haciendo un sonido de ahogo. —Dios santo, Tawan Vihokratana ¿qué te pasa? Tengo un marcapasos, ¡maldición! —Se da la vuelta y veo que es el señor Harrison, mi profesor de biología de secundaria. Venía del extranjero, era tan viejo como el universo cuando estaba inscrito en aquella escuela. Ahora el pobre bastardo se ve como si tuviera un pie en la tumba.
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Calicó |OffGun|
FanfictionGun Hace doce años, huí para sobrevivir. Bangkok, era mi hogar. Nací allí. Me enamoré allí. Y estuve a punto de morir allí. Ahora, después de tantos años, tengo que volver... Algunas noches lloraba, otras me lamentaba, muchas otras desee morir y o...