Adiós

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Gun 

En aquel entonces.

La cocina de la casa de Off está impecable. Entre la escuela, cuidar a su madre y el baloncesto (su madre se negó a dejarlo renunciar), Off de alguna forma se las ha arreglado para mantener este lugar perfectamente limpio y ordenado. Puedo oírlo arriba, hablando con su madre mientras ella tose y balbucea. Le resulta muy difícil dormir la mayoría de las noches. Contrajo neumonía como efecto secundario de su tratamiento para el cáncer y, a pesar de que se deshizo de ella con el tiempo, nunca se ha librado de la tos violenta que la atormenta cada vez que se acuesta.

Mi padre se quedó dormido temprano esta noche. Parecía aliviado de que regresara a la escuela y nadie me preguntara acerca de mi ausencia, o del tono amarillento apenas visible de los moretones que cubrían mi rostro, y por eso me dejó en paz. Aún no había desempacado el bolso que preparé para mi viaje a Nueva York, por lo que reunir mis cosas había sido sencillo. Guardé algunas camisetas más y lo puse debajo de mi cama.

Luego, solo había sido cuestión de sentarme en el borde de la cama y esperar a que oscureciera.

Pasé tres horas sentado allí, preguntándome si Off vendría conmigo después de contarle lo que mi padre hizo. Ahora que estoy de pie en su cocina, escuchándolo arriba con su mamá, me queda muy claro que él no puede venir conmigo. Es imposible. Ella lo necesita aquí. Podría permitirse perfectamente contratar a alguien para que ayude en la casa. Hacer que una enfermera de pacientes terminales venga a la casa y la bañe, le administre sus medicamentos, y se asegure de que tenga todo lo que necesita. Pero no tendría a su hijo, y eso sería lo más cruel que podría hacerle a esta mujer. Lo más cruel que podría hacerle a Off, también.

No puedo ponerlo en esa posición.

Me quedo inmóvil durante un largo rato, el material entretejido de la correa de mi mochila muerde la piel de mi palma mientras trato de asimilarlo todo. Las vistas y los sonidos de la casa de Off son una segunda naturaleza para mí, pero pronto no serán nada más que un recuerdo.

Nunca seré capaz de regresar aquí. Nunca seré capaz de volver a verlo de nuevo.

Siento como si mi cuerpo se estuviera destrozando. No tengo idea de cómo voy a superarlo. Ninguna idea en absoluto. No me parece justo tener que hacer pasar a Off por esto, o a mí mismo para el caso, pero no puedo ver otra forma de salir de esta situación. Mi padre se está volviendo cada vez más errático y violento con el correr de los meses. Pronto no será capaz de detenerse, y me matará, accidentalmente o en un ataque de ira.

De cualquier manera, no quiero terminar muerta a manos de mi padre, y no quiero que Off tenga que ver cuando saquen mi cuerpo por la puerta de al lado en una maldita camilla cubierta con una sábana.

Es mejor que me odie. Es mejor que piense que estoy furioso con él y nunca quiero volver a verlo de nuevo.

Estoy llorando cuando comienzo a hacer mi trayecto hacia el segundo piso de la casa. Off está justo saliendo de la habitación de su madre, cerrando la puerta detrás de él, cuando llego al rellano. Su rostro está pálido y hay círculos oscuros debajo de sus ojos. No dice nada en el momento en que me ve. Solo se queda inmóvil. Se queda ahí de pie con la mano todavía en el pomo, recorriendo mi cuerpo con la mirada, asimilando el hecho de que estoy llevando una mochila en la mano y las lágrimas se deslizan por mi rostro.

—Hola, Bluebird —susurra—. ¿Qué sucede? —Sacudo la cabeza, tratando de soltar el aire antes de decirle lo que voy a hacer. No tengo la oportunidad para hacerlo. Off suspira, pasándose una mano por el rostro—. Bueno, hoy ha sido un día realmente de mierda, pero tengo la sensación de que está a punto de ponerse diez veces peor, ¿no?

Miro hacia mis pies.

—No puedo quedarme —murmuro—. Sabes que no puedo.

—¿Por qué? —su voz es baja.

—Porque... no soy feliz. —Esto es mentira. A pesar de todo lo que he pasado y todo lo que he sufrido, soy capaz de ser feliz. Él me hace feliz. De alguna forma se abre camino a través del dolor y continuamente me ayuda a creer que hay esperanza para mi futuro. Le estaré por siempre agradecido por eso. Sin embargo, estoy tan dañada ahora.

No sé cómo lo que sea que toque, aprecie o ame podría ser bueno alguna vez.

—No estás pensando con claridad —dice Off—. ¿Esto es por el bebé? Porque no eres el único que ha perdido algo aquí, Gun. Yo también perdí a mi hijo. —Habla en voz baja, con palabras lentas y medidas, como si estuviera tratando de permanecer calmado a pesar de la situación abrumadora. Está sufriendo. Puedo verlo. Apenas está pendiendo de un hilo. Quiero ir hacia él, dejar que me abrace, que me bese, que arregle todo esto por mí, pero él ya está soportando demasiado. Si le hiciera eso, el esfuerzo lo rompería y todo sería por mi culpa.

—No es por el bebé —contesto—. Es la foto. No podría quedarme ni aunque quisiera. Si mi padre ve esa revista, va a perder la maldita cabeza. Y la próxima vez no solo me golpeará. Jodidamente va a asesinarme.

El rostro de Off se retuerce en una mueca. Da un paso hacia atrás.

—¿Qué? ¿Qué quieres decir con que no solo te golpeará? ¿Cuándo te ha golpeado?

Mierda. No quise decir eso. Estoy distraído, tratando de no deshacerme en un montón de lágrimas. No estoy pensando en las palabras que salen de mi boca.

—No quise decir...

Off levanta una mano, guiándome lejos de la habitación de su madre y haciéndome entrar en la suya. Cierra la puerta detrás de nosotros y luego me da la vuelta, sus ojos brillan con horror.

—¿Tu maldito padre te golpeó? ¿Cuándo? ¿Qué sucedió?

Suspiro. Su reacción es inmediata, la reservada generalmente para las noticias de último momento. Esto es nuevo para él. Una atrocidad que demanda acción. Para mí, la crueldad es tan común que se ha convertido en algo normal. No hay sorpresas aquí. Ni indignación.

La lucha me ha abandonado completamente. Ni siquiera puedo reunir la fuerza para seguir mintiendo sobre esto. Siento el cansancio en los huesos y más profundo, muy cerca de mi alma.

—Siempre lo ha hecho, Off. Siempre. Desde que mi madre murió.

Off se deja caer pesadamente en la cama. Algunas fotografías se deslizan de arriba del edredón, cayendo al suelo. Veo una imagen mía sobre el piso de madera, acostado de espaldas, rodeado de hierba larga, con el rostro iluminado por los rayos de sol dorados. Estoy sonriendo, mostrando los dientes, pero puedo ver el dolor silencioso oculto en mis ojos. ¿Cómo pudo no haberlo visto? ¿Cómo pudo no haberlo sabido de alguna forma?

—Maldición, Gun. Deberías haber dicho algo.

—Debería haber hecho un montón de cosas.

—Entonces, ¿ese moretón fue porque él te golpeó? ¿No lo conseguiste jugando lacrosse?

—Sí. —Mi boca forma la palabra, pero no sale ningún sonido real. Al menos creo que no lo hace. Mis oídos están zumbando con un sonido agudo que bloquea todo lo demás.

Off se cubre el rostro con las manos y se queda sentado de esa forma durante un largo rato, sus hombros suben y bajan mientras respira profundamente. Cuando finalmente levanta la vista para mirarme, sus ojos están inyectados de sangre y su rostro está incluso más pálido que antes.

—Tienes que quedarte —dice—. ¿Qué puedo hacer para que te quedes?

Lo miro y veo todo lo que me trae alegría. Veo las horas que pasamos en la orilla del río después de la escuela. Veo la dulce manera en la que me observa cuando está dentro de mí. Veo amor, esperanza, posibilidad, y duele jodidamente tanto. Voy hacia él, colocando una mano sobre su mejilla, sintiendo el rasposo pelo de su barba incipiente arañando mi palma.

—Nada, Off. No hay nada que puedas hacer. —Mi voz suena ronca y estrangulada mientras me obligo a seguir hablando—. No me sigas. Lo siento. Adiós.

Lo beso rápidamente, estrellando mis labios contra los suyos. Se aferra a mi muñeca, haciendo el sonido de un jadeo, pero me aparto. 

Me doy la vuelta y me voy, sin mirar atrás.

Calicó |OffGun|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora