Gun
El presente.
El comisario Weerayut es una mujer, y por alguna razón eso me sorprende. Esperaba a un tipo viejo y barrigón con un enorme y recortado bigote y unas gafas de sol. En cambio, Pim Weerayut es una castaña de treinta y tantos, muy delgada.
—Hemos dictaminado suicidio, sí. Pero planeábamos esperar hasta después del funeral. Dudo que Joss lo vaya a desenterrar o algo. No parece tener estómago para eso.
También yo lo dudo. Sonrío a la linda mujer, dando golpecitos con los dedos sobre el papeleo que necesito entregar en la morgue para liberar el cuerpo de mi padre.
—Gracias, comisario. Sé que es un poco deshonesto, pero lo agradezco. Estoy seguro que mi padre también lo haría.
Me sonríe apretando los labios.
—Francamente, nong Gun, no me preocupaba mucho por tu padre. Hizo su espectáculo yendo a la iglesia y ayudando a la comunidad, pero reconozco a un alma mala cuando la veo. Llámalo intuición sureña. Y la gente habla, por supuesto. Hablan de cómo los trató a tu madre y a ti. Un hombre que golpea a una mujer pierde todo el derecho a llamarse así, si me lo preguntas. Aun así, no quiero dolores de cabeza. Y a la gente deberían enterrarla donde quiere ser enterrada, sin importar cómo murió. No nos corresponde juzgar a las personas en esta vida. Eso sucederá en el otro lado, sin duda, cuando se encuentren con nuestro creador.
Es extraño escuchar a alguien tan joven hablando sobre Dios. Supongo que he estado lejos por tanto tiempo que he olvidado que es más común que las personas sean tan creyentes. Parece tan... pasado de moda.
Me marcho de la estación, sintiéndome todavía aturdido por mi discusión con Off. La morgue ya está cerrada. Al parecer, no puedo llevar el papeleo si no puedo entregárselo a alguien en persona, y realmente no tengo ganas de volver al hotel, así que conduzco hasta la casa de P'Godji. Se siente peligroso. La casa de Off está justo al cruzar la calle, así como mi antiguo hogar. Estar cerca de esas casas se siente como si estuviera invitando a los problemas y al dolor, pero necesito verla. Es la única persona capaz de ayudarme a recuperar el control de mi vida. Parece como si todo estuviera girando frenéticamente fuera de control y si ahora no enderezo mi trayectoria, entonces seré una ruina al final de la semana.
Cuando abre la puerta delantera, P'Godji lleva una bata y un par de zapatillas viejas, tiene grandes rulos en el cabello y blande un gran cucharón en la mano. Lo extiende hacia mí.
—Perfecto. Revuelve mientras termino el resto, nong Gun.
En la cocina, la pequeña mesa de comedor rectangular en la que solía comer cuando era niño ya está puesta para cinco personas.
—¿Esperas a un grupo grande esta noche, P'? —pregunto. Me lleva hasta un enorme bowl de Som Tam[1] que huele increíble.
—Claro que sí. Eres uno de ellos. No me gustaría quedarme si otras personas van a venir, pero, por otra parte, algo de compañía podría ser justo lo que necesito. Me toma toda mi fuerza de voluntad no ir a emborracharme hasta el estupor en mi estéril cama king-size en este momento.
—¿Puedes hacerlo como te enseñé, nong? —pregunta P'Godji.
Emito un "mmm", inhalando el cálido, picante y delicioso aroma que sale del enorme recipiente.
—Claro que puedo. Aunque no lo he hecho tan a menudo como me hubiera gustado. A mi novio, Ben, no le gusta la comida picante. Le da indigestión.
P'Godji se pone las manos en las caderas mirándome con descontento.
—Nong Gun, no puedes estar con un hombre que no come picante. Debe significar que es terrible en la cama. Sin pasión. Sin fuego en el estómago.

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Calicó |OffGun|
Fiksi PenggemarGun Hace doce años, huí para sobrevivir. Bangkok, era mi hogar. Nací allí. Me enamoré allí. Y estuve a punto de morir allí. Ahora, después de tantos años, tengo que volver... Algunas noches lloraba, otras me lamentaba, muchas otras desee morir y o...