Bluebird (parte I)

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Off

El presente.

Ver a Gun en casa de P'Godji es duro. Cada molécula de mi cuerpo lo quiere, quiere acercase, tomarlo en brazos y nunca dejarlo ir. Durante años me he sentido así. Va a llevarme más de cinco minutos romper esa necesidad, incluso si ya no quiero sentirme así.

La verdad es que no sé qué quiero.

Dios. ¿Por qué había guardado un secreto así?

Por otro lado, lo entiendo. Debió ser horrible pasar por todo eso. Las víctimas de abuso normalmente están tan desequilibradas mentalmente que realmente nunca admiten el abuso ante nadie. He leído sobre eso. A menudo lo he visto en las modelos que fotografío. Aunque no pensé que estuviera tan ciego con alguien tan cercano. Siento que le fallé. Y que él me falló. Qué jodido lío.

¿Debo acercarme y decirle adiós? ¿Debo decirle que me marcho? Ya no sé qué hacer. Estoy tan descentrado por los acontecimientos de los últimos días que no puedo confiar en mí mismo para tomar la decisión correcta. Paseo por la casa tratando de pensar, pero una hora después no tengo nada claro. Mi vuelo a Nueva York es justo en doce horas.

El trabajo con Capali debería ser una distracción. Pero con la cabeza fuera del juego mi trabajo sería una mierda.

Maldita sea. Tal vez simplemente debería seguir adelante.

Irme al aeropuerto y ver si hay algún vuelo.

Estoy de pie en la sala de estar, asaltado por la visión de lo que pasó con Gun la última vez que estuvo aquí, y me siento roto de nuevo. Pero aparto los sentimientos. Tengo que marcharme. Necesito salir inmediatamente de aquí.

Corriendo escaleras arriba, entro en mi habitación y tomo mi mochila de la cama. A punto de apagar la luz para irme, golpeo algo pesado bajo la cama. Una parte de mi mente ya sabe lo que es, pero tengo que mirar de todos modos. Me arrodillo y aparto el edredón para sacar la caja que mi madre usaba para guardar mis Legos cuando era niño. Aunque ya los había sacado cuando tenía trece años y usaba la caja para guardar equipo de fotografía. Puse la mano encima, de repente me dolía el corazón. Si la abría y veía lo que había adentro, sabía perfectamente lo que pasaría.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...

Cuento hasta veinte antes de prepararme mentalmente para tomar la caja. Espero otro minuto con ambas manos cubriéndome la boca y respirando con dificultad antes de zafar los seguros y abrir la tapa.

Cámaras desechables. Al menos treinta. La mitad mías, la otra mitad de Gun. En esas cámaras hay unos dieciocho meses de recuerdos, amor, dolor, alegría, sufrimiento y pena. Acordamos que esperaríamos para revelarlas, se suponía que las imprimiríamos a los diez años del aniversario de cuando empezamos a salir. Habían estado ahí dos años más de lo que se suponía que estarían.

Cuando tenía diecisiete esperaba con ansia revelarlas. Nos imaginaba a Gun y a mí encerrados en una habitación oscura observando cada fotografía, esperando ansiosamente mientras un fotograma de nuestro pasado cobraba vida. Se suponía que fuera un momento hermoso. Se suponía que fuera especial.

Bajo la mirada a las cámaras fechadas y considero llevarlas al patio trasero y lanzarlas al cubo de basura para prenderles fuego. Por un instante pienso que sería una liberación, como dejarlo pasar. Pero entonces imagino el sentimiento de pérdida después de que el plástico, el carbón y la película hayan sido consumidos por las llamas y siento un vacío en el interior.

Me levanto y corro escaleras abajo encaminándome directamente a la cocina. No había comprado comida, así que no hay nada en el refrigerador, pero afortunadamente lo encendí cuando volví. Hay suficientes cubitos de hielo en la bandeja del congelador para mi propósito. Los pongo en un viejo cuenco y regreso escaleras arriba. Cierro la puerta de la habitación y saco mi vieja bata desgastada del gancho y la tiro al suelo, moviéndola con los pies hasta el hueco de la puerta para bloquear cualquier luz ambiental. Después, bajo las persianas que convencí a mi madre que instalara y enciendo la luz roja que hay sobre mi cama. La habitación está iluminada por un suave brillo carmesí, dando el suficiente contraste con la sombra para que pueda ver lo que estoy haciendo. El viejo equipo de revelado está en la caja con las cámaras. El revelador, mi viejo interruptor de revelado, el fijador, el agente humectante... todo está exactamente como lo dejé. Ya tenía un bote sin abrir de agua destilada en la mesita de noche de cuando estaba con resaca el otro día. Hay una gran posibilidad de que el fijador y el revelador estén alterados químicamente por los años, pero estoy dispuesto a arruinar un par de imágenes para averiguarlo.

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