Gun
El presente.
Velocidad límite. He sabido de la velocidad límite desde la secundaria, pero jamás he sentido de verdad su impacto en mi vida. No directamente.
La constante de velocidad de un cuerpo en caída libre se alcanza cuando la resistencia del medio a través del que cae impide una mayor aceleración.
Esa es la definición cuando buscas el término en el diccionario. Hay un punto en el que te mueves tan rápido como puedes, y las cosas que han impedido que aumentes la velocidad hacia tu destino ya no tienen ninguna incidencia en tu trayectoria.
Así es como me siento ahora mismo.
Ben, mi carrera, P'Godji, mi necesidad de no ser un completo y total fracaso en la vida. Estas cosas han evitado que caiga en una espiral sin control desde que dejé Bangkok, pero ahora nada parece importar. Nada. Podría perder a Ben mañana y estaría feliz. Podría jamás volver a vender una pintura y no perdería el sueño. Pero ahora, cuando me voy de Bangkok en lo que espero sea la última vez, cuando tengo que decirle adiós a Off por última vez, será el fin del mundo para mí.
Todavía puede sentir los restos del alcohol que bebí anoche zumbando suavemente en mis venas. Estoy sobrio, pero no hay manera de pasar una prueba de alcoholemia si me la hacen, así que dejo el Porsche donde está en el estacionamiento del hotel y tomo mi segundo taxi del día hacia la morgue del condado.
Me he duchado y cambiado, pero debo de lucir como el infierno porque la mujer detrás del mostrador literalmente salta cuando me nota de pie enfrente de ella. Está usando una camiseta con un platillo volador al frente que dice "Entra perdedor", que parece extraña desde el punto de vista sobrio en el que me encuentro. Le paso el papeleo del departamento del alguacil y le digo a qué he venido.
—Genial. Gracias. Ahora, lo único que necesitamos hacer es identificar los restos de su padre y podremos liberar su cuerpo —me dice la chica del ovni.
La miro sin expresión.
—Lo siento. ¿Qué?
—Sí. Lo único que tenemos que hacer es que mire el cuerpo y confirme oficialmente que es su padre. Luego el director de la funeraria puede venir a recoger el cuerpo y puede arreglar el funeral.
—Tiene que estar jodidamente bromeando.
—Lo siento, ¿usted no...? —Se calla luciendo perpleja—. Algunas personas encuentran terapéutico ¿ver el cuerpo de sus seres queridos? —dice. Su voz sube al final como si fuera una pregunta, como si ya supiera por la mirada en mi rostro que está cometiendo un grave error por sugerir tal cosa.
—No voy a mirar el cuerpo —digo.
—Bueno, es algo que tenemos que hacer para finalizar el papeleo, khun Gun. Lo siento, pero de verdad no hay forma de evitarlo...
Me doy vuelta y salgo como un huracán de la oficina. De ninguna manera voy a considerar la posibilidad de mirar el cuerpo frío y sin vida del hombre que me atormentó por tanto tiempo. Simplemente no va a suceder. Afuera en el estacionamiento, me doblo y vomito.
No me siento culpable. No me metí los dedos en la garganta esta vez. No sucedió porque quisiera tomar control de la situación. Sucedió porque la sola idea de tener que verlo de nuevo me aterra casi hasta la muerte. Estoy temblando mientras comienzo a caminar. La morgue está a unos buenos veinte minutos conduciendo del centro de Bangkok, pero de alguna forma los minutos y los kilómetros pasan sin que lo note.
No sé a dónde voy. No sé lo que estoy haciendo. Sigo caminando hasta que me encuentro de pie afuera de la ferretería en la que Off solía trabajar hace mucho tiempo. La familia de Tay solía dirigir el lugar. Estoy seguro de que todavía lo hacen. Entro, sin saber qué voy a lograr viendo a Tay después de la actuación de ayer. Lo encuentro apoyado sobre el mostrador, con la frente recargada en la viga de soporte. Sus ojos están cerrados y juro que está dormido.
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Calicó |OffGun|
Hayran KurguGun Hace doce años, huí para sobrevivir. Bangkok, era mi hogar. Nací allí. Me enamoré allí. Y estuve a punto de morir allí. Ahora, después de tantos años, tengo que volver... Algunas noches lloraba, otras me lamentaba, muchas otras desee morir y o...