Cosas pendientes (parte I)

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Gun

El presente

Han pasado dos días. Camino por el estrecho hilo de agua en forma de río que serpentea perezosamente a través de la calle negándome a seguir caminando. Veo en la pantalla la llamada de Ben. No tengo la energía para enviarle un mensaje y decirle que estoy bien. Ni siquiera tengo la fuerza para aparentar que sigo amándolo y quiero estar con él. De forma extraña, tengo la sensación que sabe la verdad. Con el tiempo dejará de llamar.

Gasto horas imaginándolo follar a otro chico en la cama que compartimos en Chiang Mai, que es lo que sospecho que ha estado haciendo, y no siento nada. Quizá alivio. Ciertamente no celos o tristeza. Sé que eso no es normal, ya que hemos estado juntos tanto tiempo, pero esta cosa con Off reemplaza a Ben. Reemplaza todo.

Hace cinco días llegué a Bangkok y no he logrado nada, excepto pelear y estar enojado un montón de veces, parece que estar aquí ha sido una pérdida de tiempo.

Estoy sentado en un banco del río, perdido en mis pensamientos, perdido en los recuerdos de Off conmigo, nuestros pocos veranos juntos aquí, tomando fotos, perdiendo el tiempo y enamorándonos, cuando Joss, el monje, aparece desde ningún lado cubierto de sudor. Nuevamente está en ropa de correr, pantalón corto y camiseta. Por lo visto el hombre nunca hace nada delo que un monje debería hacer hasta donde puedo ver.

—¿Gun? ¿Gun Atthaphan? Es usted. ¡Perfecto!

—¿De verdad? —Lo miro de reojo, protegiendo los ojos del sol.

—Sí, seguro. Quería hablar con usted del arreglo de flores. Sé que su amigo dijo que dependía totalmente de mí, pero eso me parece un poco extraño, si soy honesto. Su padre dejó instrucciones muy específicas, pero normalmente los seres queridos del fallecido quieren tomar pare en la organización del servicio.

—Creo que no puedo poner en marcha nada por el momento. No hasta... Olvídelo. —Estoy tan harto de este ridículo juego de dominó—. Espere, ¿qué amigo?

Joss sonríe de oreja a oreja.

—Su amigo del cementerio. El señor Jumpol. Vino con el director de la funeraria el otro día y fijó una fecha. El próximo lunes. Eso es... —su sonrisa se desvanece—, eso es lo que quiere, ¿verdad? Parecía bastante firme en que quería que el servicio fuera lo más rápido posible.

No puedo creerlo. No tenía idea de cómo se las arregló Off para preparar el funeral de mi padre, pero de golpe me siento más ligero. No debería andar por ahí haciendo planes a mis espaldas, pero estoy tan agradecido que no me importa.

—No, no, es perfecto. En verdad. En verdad puede hacer lo que quiera con las flores. Off está en lo cierto.

Joss asiente, a pesar que parece un poco inseguro ahora mismo.

—Si necesita más tiempo...

—¡No! Definitivamente no necesito más tiempo. Gracias, Joss. Pasaré por la iglesia más tarde y escribiré un cheque para lo que sea que necesite pagar.

Joss se dispone a correr nuevamente, encajando un auricular en su oreja derecha.

—No es necesario —dice por encima de su hombro—. Su amigo se encargó de todo.


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Encuentro a Off en el patio trasero de su casa con una motosierra. No me escucha por encima del fuerte rugido de la maquinaria. Su vieja Leica está sentada en la escalera del fondo, y tan pronto como la veo, me golpea un torrente de recuerdos. No puedo creer que siga teniendo eso. Era suya mucho antes de conocerme. Ahora parece como si se hubiera roto en pedazos. Me siento en la escalera para pasar desapercibida y tomo la cámara. Apenas recuerdo lo que Off me enseñó, pero sé lo suficiente para alterar los ajustes de luz, enfocar el lente y tomarle una foto mientras se mueve rápidamente por el jardín, cortando los arbustos y la vegetación que su madre solía cuidar tan cariñosamente.

Calicó |OffGun|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora