Corea | Epílogo |

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Gun

El presente.

Rara vez pienso en mi tiempo en Chiang Mai. Parece tan irreal imaginar que pasé tanto tiempo ahí, viviendo una vida tan extraña y apagada. Le dije a New en Bangkok que prefería trabajar solo en mi estudio, sin ver a nadie en el día a día, y en ese momento lo creía. Sin embargo, eso cambió cuando Off y yo nos mudamos a Corea. La casa que compramos tiene vista genial del rio Taehwa[1], y he comenzado a organizar retiros de arte.

Las personas vienen de todas partes del país para quedarse en las pequeñas cabañas que hemos construido y les enseño a pintar y dibujar. Es mucho más gratificante que la existencia solitaria en la solía vivir.

Off todavía hace viajes para sesiones de fotos, pero en estos días está más a menudo en casa. Dejó de hacer fotografías de moda. Más que nada trabaja para revistas de vida salvaje y naturaleza, lo que parece disfrutar mucho más que las fotos de Estilo de Vida y las de estudio.

Escalamos. Salimos de excursión. Nadamos. Hacemos el amor. Hacemos mucho el amor. Estar con Off de nuevo parece haber despertado mi sexualidad. Era un niño cuando perdí mi virginidad con él. El sexo era tan nuevo y un poco abrumador. Estaba siempre asustado de que fuera a hacer algo mal, de que no fuera a satisfacerlo. Ese ya no es un problema. Sé cómo volverlo loco, y él sabe cómo llevarme hasta el límite.

Hemos pasado hora tras hora explorando los cuerpos de cada uno, diciéndonos lo que nos gusta. Hemos pasado tanto tiempo en la cama durante los últimos diez meses que técnicamente no debería haber nada más que descubrir sobre el otro, y aun así cada vez que coloca sus manos sobre mí, se siente nuevo. Fresco. Excitante.

Estoy revisando mis materiales, estremeciéndome ligeramente mientras revivo la última vez que Off me hizo el amor cuando escucho cerrarse la puerta principal. Salto, soltando el contenedor plástico lleno de pinceles al suelo, se salen de la caja y ruedan a lo largo de las tablas de madera desnudas.

—¡Gun! —Abajo, Off me grita. Escucho un golpe seco y luego otro más mientras se quita los zapatos. Es un hábito suyo. La pintura de la entrada está marcada y rayada porque lanza los tenis y golpea la pared cada vez que llega a casa—. ¿Gun, dónde estás?

Sonrío saliendo del estudio. Miro por encima de la barandilla y lo encuentro apoyado contra el marco de la cocina mirándome con una gran sonrisa cursi que abarca todo su rostro.

—Ahí estás —dice—. ¿Qué estás haciendo, Bluebird?

—Organizando. ¿Qué estás haciendo tú? No se suponía que regresaras hasta mañana. —Bajo las escaleras corriendo y paso los brazos por su cuello, riéndome mientras me besa el rostro, las mejillas, la frente y las sienes.

—Conseguí un vuelo antes, quería verte —me dice—. Te extrañé. Y sé que me extrañaste. Y tu vibrador probablemente está sacando humo por tanto uso.

—¡Oye! Qué descarado. —Le golpeo el brazo, pero más o menos tiene razón. Estoy tan acostumbrado a tener sexo dos veces al día que ahora pasar una semana sin él es malditamente difícil—. ¿Por qué no me llamaste? Podría haberte recogido en el aeropuerto.

—Quería sorprenderte. —Me besa la punta de la nariz—. Hoy es nuestro aniversario.

Entro en pánico preguntándome cómo demonios pude olvidarlo, pero entonces me doy cuenta de que está equivocado. Solo hemos estado juntos diez meses. Diez meses desde que mi padre murió. Diez meses desde que terminé las cosas con Ben y Off con Rae. Diez meses de pura alegría juntos.

—Me temo que te adelantaste un poco —le digo, tirando su labio inferior entre ms dientes.

Los ojos de Off brillan de forma peligrosa.

Calicó |OffGun|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora