Vida

698 105 8
                                    

Gun

En aquel entonces.


—¿Sabe tu mamá que estoy aquí?

Durante los seis meses que he estado escabulléndome a la casa de Off nunca se me ocurrió que su mamá sabría algo al respecto.

—Mmmm —masculla Off poniendo los labios en mi cabello—. Tu modo evasivo es impresionante. Pero sí, lo sabe. Yo le dije. Espero que no te importe.

Mientras la mayoría de los chicos adolescentes hacen lo que esté en su poder para ocultar cosas a sus padres, Off y su madre tienen una relación sin paragón. Observarlos es algo especial. Su dinámica es más como la de amigos cercanos que el usual madre e hijo. La primera vez que la conocí estaba aterrado. Nervioso. Pero cuando entré en la cocina con las uñas clavadas en las manos, ella sostuvo mi rostro entre sus manos y me dijo: "Chico lindo, te ves justo como tu madre. Qué regalo. Que cosa tan maravillosa que haya pasado". Y supe que la amaría tanto como a mi novio. Nunca me preguntó sobre mi padre.

—No. No me importa. ¿A ella sí?

Sería terrible si su mamá decidiera no aprobar que entrara de puntillas a la habitación de su hijo de diecisiete años pasada la medianoche. Durmiendo en la misma cama que él y haciendo que me abrace hasta que el sueño me venza. Es la única cosa que me mantiene sano algunas veces. Es difícil no decirle la verdad a Off. Si supiera que mi padre me lastima, se volvería loco. No sería capaz de soportarlo, y yo no sería capaz de observar a mi padre destrozarlo cuando se enfrentaran. Claro que esconder los moretones es difícil. Pero Off ha sido paciente, no me ha presionado ni una sola vez. Se hace cada vez más difícil contenerme cuando nos besamos. Lo amo más que a nada en esta vida.

Cuando sus manos están sobre mí, debajo de mi ropa, sus dedos jugando bajo mi ropa interior, quiero mucho más. Quiero entregarme a él. Lo quiero más de lo que jamás pensé que querría algo, y, aun así, todas las veces me las arreglo para retroceder. Sé que, si estuviera en sus manos la decisión, lo hubiéramos hecho hace meses. Pero como dije, es paciente, amable... Y nunca ha visto las marcas negras y moradas en mi estómago, espalda, o en la parte superior de los brazos y caderas.

Siento como si estuviera viviendo dos vidas: Una en la que soy libre y todo es sencillo con Off, en la escuela, y después de que oscurece, cuando papá se desmaya en una neblina de alcohol. Y otra vida en la que soy golpeado y manipulado, empujado e intimidado, atrapado constantemente en el miedo de que algún día algo mucho peor me pasará.

Tiemblo con esos pensamientos, deslizando los dedos arriba y abajo por el pecho de Off con la cabeza recargada en él. Hace un sonido en parte satisfecho y en parte frustrado por la caricia, pero no se mueve para tocarme.

—He estado pensando —murmura.

—¿En qué?

—Acerca de nuestro pequeño desafío de fotografía. No creo que debamos seguir revelándolas.

—Ves, te dije que las mías serían terribles. —Me avergüenzo recordando que la mayoría de mis imágenes al principio eran completamente negras o completamente blancas por un exceso o una falta de luz que hacía que las imágenes quedaran imperceptibles. Off estaba asombrado de que fuera capaz de hacerlo con una cámara automática de apunta y dispara. Con el tiempo me enseñó lo suficiente sobre iluminación para saber cómo hacerlo. La primera vez que revelamos una de mis fotografías y salió clara, el gritó de Off fue tan fuerte que su madre vino corriendo pensando que algo horrible había pasado.

—Tus fotos son asombrosas, Gun —me susurra—. Pero tengo una mejor idea. ¿Qué pasa si no las revelamos hasta dentro de varios años? Las guardaremos para revelarlas en nuestro décimo aniversario o algo así.

Calicó |OffGun|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora