Como si también me amaras

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Gun

En aquel entonces.

Cada año, mi padre se marcha a una reunión con sus antiguos compañeros militares. Dos semanas enteras en las que la casa se siente silenciosa y no salto con cada crujido que hace el viejo lugar. P'Godji llega y trae mi cena en la noche. Le digo que no necesita hacerlo, cocino todos los días de todos modos, pero dice que la hace feliz. Trae a Algie. El perro juega en la planta baja derrapando por todo el lugar, haciendo tap, tap con las uñas cuando corre por las tablas pulidas del piso.

Mi padre ama irse de viaje. Esas semanas le hacen realmente bien; no me toca ni una vez, y así, por primera vez en mucho tiempo, no tengo una sola marca en el cuerpo. Off viene y me recoge en la mañana antes de la escuela, entrando a la casa, y se siente liberador de alguna manera, así que por un segundo soy un adolescente normal y mi novio tiene permitido pasar el rato conmigo sin miedo a que le corten las bolas con una cuchara oxidada.

Caminábamos a casa tres días después de que mi padre se fue cuando Off me rodea con sus brazos y me acerca más, besándome en la calle. Mi respiración se siente como el agua llenándome lentamente, circulando desde mi estómago hasta mi cabeza. Mi piel se eriza, y Off debe percibir mi reacción porque se ríe, frotando mis brazos arriba y abajo.

—Es extraño, ¿verdad? No preocuparse por tu papá —dice.

Es extraño que no hablemos sobre eso muy a menudo, pero papá arroja una sombra enorme sobre nosotros en todo momento. Off ha aceptado mis cortas y contundentes respuestas cada vez que sugiere que vendrá y se presentará ante mi padre. Tal vez no soy tan bueno en enmascarar mi gran terror cada vez que lo menciona, pero Off no presiona. Deja el tema de inmediato, y dos segundos más tarde es como si ni siquiera hubiésemos hablado de mi vida en casa.

—Se siente bien, ¿no es así? Genial no tener que ocultarnos —dice Off en mi cabello. Mordisquea el lóbulo de mi oreja, sujetando mi cabello con ambas manos y acomodándolo.

—Aún estamos en público —digo, un poco jadeante— Todavía tenemos que respetar las normas de la decencia. —Pero no quiero que deje lo que está haciendo. Su boca sobre mi piel se siente muy bien. Apenas puedo pensar con claridad.

—¿Respetar las normas de la decencia? Suenas como un viejo de cincuenta años —dice Off, riendo. Desconoce que esa frase viene directamente de la boca de mi padre que está bastante cerca de los cincuenta años. Dice eso todo el tiempo cada vez que ve a las personas caminando de la mano por la calle— Somos jóvenes. Somos chicos. Se supone que deberíamos estar besándonos en las calles, haciendo que la gente mayor se sienta incómoda. Ellos también lo hicieron, Bluebird. Te aseguro que khun Jennie solía tener los dedos de un hombre metidos en ella cuando era una adolescente.

K'Jennie, la mujer a la que se refiere, está caminando al otro lado de la calle con sus bolsas de compras colgando de uno de sus brazos. Debe estar en los inicios de los cuarenta, el cabello arreglado en una majestuosa belleza sureña de rizos color negro azabache. Nos mira de reojo con bastante mordacidad cuando pasa, sus zapatos de tacón alto sonando con fuerza contra la acera.

—No hay forma de que haya permitido que un hombre la tocara —le digo—. Esa mujer es demasiado formal. Lo más probable es que su marido todavía sea virgen.

Off se ríe con fuerza.

—Tuvieron un hijo. Murió hace años.

—¿De verdad? No lo sabía.

—Sí. De cáncer. Tenía veinte años. Mamá me dijo que estaba totalmente enamorada de él. Lloró hasta quedarse dormida durante dos meses después de su muerte.

Calicó |OffGun|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora